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Crecer tomados de las patas

Las mascotas y el desarrollo del infante

Foto: Archivo Siglo Nuevo

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REDACCIÓN S. N.

Cuando el niño expresa el deseo de tener un amigo canino o felino, etcétera, lo ideal es platicar con él, explicarle en qué consiste incorporar un elemento cuadrúpedo o anfibio o con alas a la familia y las tareas a cumplir con el fin de darle una buena vida.

Cuando un niño le pide a sus padres que le permitan albergar una mascota en casa, los progenitores no deben perder de vista que, en las primeras etapas de un nuevo habitante de este planeta, cualquier relación puede contribuir o bien mermar su desarrollo psicológico.

No obstante, está establecido que incorporar a un animal doméstico ayuda a los pequeños a aprender sobre el amor y el respeto hacia la propia vida y por la de otros seres que lo rodean, también hace las veces de incentivo para forjar la empatía y la responsabilidad.

Se trata pues, de una opción con un potencial importante sobre cómo aumentar la calidad de vida de los niños.

Según un estudio de la Fundación Affinity, el 46 por ciento de los adultos que durante su infancia tuvieron contacto con fauna casera y formaron lazos afectivos con ella muestran una mayor facilidad a la hora de cultivar relaciones fructíferas, duraderas y con estabilidad emocional. Otra gracia documentada indica que tienden a alcanzar un mayor grado de equilibrio físico y mental.

La lista de los animales de compañía más populares se integra con perros, gatos, hámsteres y tortugas. Luego viene un segundo contingente con pájaros, iguanas, ratones u otro tipo de roedores.

PANORAMA

Los especialistas coinciden en la importancia de incorporar al infante al cuidado de la mascota, para ello es aconsejable remarcarle las tareas que debe cumplir.

Cuando el niño expresa el deseo de tener un amigo canino o felino, etcétera, lo ideal es platicar con él, explicarle en qué consiste incorporar un elemento cuadrúpedo o anfibio o con alas a la familia y las tareas a cumplir con el fin de darle una buena vida.

Tras el arribo del nuevo integrante de la familia se recomienda enseñarle al niño lo que debe de hacer, es decir, la parte que le toca dentro del reparto de asignaturas, cosas que correspondan a su edad como mantener limpia el agua y que haya comida en el plato. Más adelante podrá encargarse de bañarlo y cepillarlo. Una de las últimas cosas en la lista de actividades, recomendable hasta después de los diez años si acaso es permitirle al niño salir a pasear al compañero .

Es importante reiterarle al menor que la fauna hogareña necesita atención, cariño y tiempo.

AFECTO

El trato que se brinda a la mascota es un buen indicador de los lazos emocionales que el infante ha creado con el felino o cánido o ave y con su entorno.

Si el pequeño muestra tendencia a agredir o maltratar a su amigo animalesco, los padres harían bien en comenzar un diálogo con su vástago dirigido a descubrir si está pasando algo dentro de su ámbito de interacción. Si no se consigue revertir el comportamiento nocivo, se recomienda buscar ayuda con un profesional que pueda indagar la raíz de ese daño que el niño desquita victimando a un ser más pequeño e indefenso.

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Foto: Archivo Siglo Nuevo

El otro lado de la moneda nos muestra relaciones sanas, en las que se consolida un desarrollo donde la empatía y la responsabilidad han marcado sus zonas. Esto trae consigo la conciencia a propósito de la existencia de quien depende de alguien más para ver satisfechas sus necesidades. Conforme el menor vaya creciendo se irá interesando más en solventar esas cuestiones por sí mismo.

Además, el animal doméstico puede ayudar a incrementar el sentido de alegría de su cuidador humano y a disminuir posibles episodios de depresión. También tendrá consecuencias en el respeto que el niño exhiba al momento de convivir y tratar con sus semejantes.

LÍMITES

Una cuestión a tener presente es la necesidad de poner limites en la relación humano-mascota y recalcar las características de cada uno al interior de la célula familiar. Hay ocasiones en que se llega a exagerar el lugar del elemento irracional en el hogar, tanto como si fuera un humano o un consanguíneo más, esto acarrea repercusiones psicológicas.

No obstante, están claros los beneficios de una experiencia temprana con los domésticos representantes de la fauna. La convivencia con los peludos o escamados o alados amigos aumenta la longevidad, preserva la estabilidad física y mental, aporta recreación y una reducción del estrés.

Mostrar afecto a la hora de compartir el espacio con un ser dependiente contribuye a moldear el carácter del niño y le proporciona lecciones sobre considerar el bienestar y la integridad de otros al momento de tomar decisiones.

Un consejo siempre útil al seleccionar a uno de los habituales compañeros caseros, un perro, es consultar con un veterinario. Así se tendrán claras las características de cada raza y cómo será su adaptación o los riesgos potenciales de introducirlo en un entorno específico.

MÁS BENEFICIOS

Desglosar las ventajas es hablar de que favorece la correcta integración del infante a las facetas social y educativa. Aumentar la autoestima del niño y la integración familiar son otras bondades relacionadas al igual que la promoción de sentimientos de competencia y seguridad.

El estudio sobre vínculo animal de Fundación Affinity concluyó que la relación del infante con la mascota tiene su primer pilar en el concepto 'cuidar', enseguida vienen 'jugar' y 'alimentar'.

Alcanzar ese desarrollo ideal está en manos de los padres. Una situación común es que los hijos pidan un cuadrúpedo o un pez dorado y prometan ser buenos cuidadores sólo para que, una vez cumplido su deseo, procedan a olvidar la promesa hecha y se dediquen a jugar con el nuevo integrante del hogar dejando las obligaciones en manos de los ascendientes.

Evitar que esto ocurra demanda informarse sobre el tipo de lazo que une a los niños con la fauna de compañía conforme a su edad:

Hasta los tres años, por ejemplo, no se ve mayor distinción entre un perro o un gato y un juguete.

Es hasta los seis años que el vástago comienza a plantearse que los animales sienten dolor. Al alcanzar esta zona particular de la conciencia ya es recomendable pensar en adoptar a un cánido o anfibio. Hasta los diez años es importante seguir supervisando las interacciones que se dan entre el cuidador y su dependiente acompañante. Los progenitores, al final del día, son los responsables de evitar accidentes.

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