Por tercer año consecutivo, del 2014 al 2017 -el 16 no hubo representación duranguense- otros tantos residentes de la colonia El Campestre de Gómez Palacio obtuvieron el primer lugar en el concurso nacional literario "El Viejo y el Mar" convocado anualmente por la Secretaría de Marina Armada de México, un certamen que entró en su décimo séptima edición con la participación de escritores aficionados mayores de 65 años, hombres y mujeres, procedentes de la mayoría de los estados de la República Mexicana.
En el 0214 don Mario León Argüello, con casa en la calle Madrid; en el 2015 el que esto escribe domiciliado en la calle Budapest y en el año que corre el licenciado Arturo Antonio Muñoz, vecino de la calle South el Monte, sus cuentos fueron seleccionados por un jurado calificador del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, escritos por hombres de tierra del árido norte que nada tienen que ver con el mar como hábitat propio o de residencia permanente.
Hubo un cuarto ganador en el 2015 por el estado de Coahuila. Alberto Mendoza, vecino de la ciudad de Torreón. "Ancianos en velero", el nombre de su trabajo literario. A sus 85 años navega, escribe y baila la bamba con las veracruzanas ante la complaciente mirada de Petrita, su compañera de toda la vida.
"El Mar y tus ojos", "Mares de ensueño" y "Cincuenta o sesenta años después", son los títulos de los relatos ganadores por el estado de Durango con el mar como tema central.
La Secretaría de Marina notificó la elección con palabras que nos llevaron a mejores estados de ánimo: --"los resultados emitidos por el jurado calificador de Conaculta la dan a su trabajo literario el primer lugar por el estado de Durango- A nombre del alto mando de nuestra institución reciba nuestra más sincera felicitación" en nuestro caso. Alberto, el de Torreón, fue el merecedor del mismo trato.
Días después por teléfono las diligentes marinas encargadas de atender a los laureados y sus respectivas esposas Y familiares acompañantes, confirmaron por la misma vía las designaciones y el número registrado en Aeroméxico para cubrir los vuelos de ida a la capital del país y regreso a Torreón con instrucciones adicionales para enviar con tiempo las tallas corporales y arreglar a la medida los trajes de ceremonia y vestimenta deportiva, incluyendo los números de calzado y tenis.
Un discurso de presentación, con datos referidos a las regiones y ciudades de procedencia, ubicación geográfica, costumbres, formas de vida y de producción, flora y fauna y qué tanto sabíamos de las funciones que desempeña la Semar en aguas territoriales mexicanas, fue otro de los requisitos consignados en la convocatoria. Hablo de lo que nos sucedió en forma muy parecida a don Mario, Alberto y un servidor, pues Arturo todavía no viaja a México a recibir su premio, lo cual hará en los próximos días en compañía de su señora esposa.
La dependencia federal cubrió todos los gastos de los premiados y sus familiares quienes integraron un grupo de más de sesenta personas, marido y mujer en su mayoría, un promedio que se mantuvo en uno y otro año, con la posibilidad de que se repita en este 2017.
Obsequió a los seleccionados y seleccionadas la transportación aérea, un hospedaje por dos días en la residencia naval de la capital del país y otro de cuatro en un hotel de lujo del puerto de Veracruz. Los vistió, alimentó y paseó por su cuenta. La residencia fue el escenario de la ceremonia de entrega de lauros en presencia de los altos mandos de la institución y la directora del Instituto Nacional para la Protección de los Adultos Mayores.
Diplomas de adjudicación del primer lugar, medallas conmemorativas, bolsas de uso marino, calendarios ilustrados con los equipos de la Secretaría de Marina, carpetas, portafolios y un lote de libros constituyeron los premios, destacando una atención personal comedida y puntual de su personal y los servicios de asistencia médica a cargo de un médico y una enfermera pertenecientes al cuerpo oficial sanitario de la institución naval federal. Aliviaron con diligencia problemas de mareos, calambres, indigestiones estomacales, raspones, dolores de cabeza y musculares y pusieron en reposo a uno de los compañeros afectado por insuficiencia respiratoria.
Una de las revistas intitulada Levante Mediterráneo 2015, aborda en 75 páginas, con textos y gráficas la historia naval de México y la participación de sus fuerzas armadas en misiones de defensa de la soberanía nacional y en contra del narcotráfico; la consolidación de la paz en tierra y mar, así como las técnicas de navegación, tradiciones marineras, cruceros de instrucción e itinerarios del buque escuela Cuauhtémoc destinado a exaltar el espíritu marinero en todos los océanos del mundo. Contiene además temas sobre la historia, folclor, aventura y sabor de México.
Denomina a la Heroica Escuela Naval Militar "crisol de marinos en formación", una institución a la cual tuvimos el privilegio de conocer y compartir alimentos con oficiales y cadetes, previa marcha militar con sus bandas de guerra, banderas y escudos, una demostración con dedicatoria especial a los galardonados.
Paseos por el Centro Histórico de la ciudad de México y en Veracruz visitas guiadas a sus museos, acuarios, buques y restaurantes flotantes y fijos -el Café de la Parroquia por delante- y una fatigosa expedición por el aún tenebroso Castillo de San Juan de Ulúa, redondearon la inolvidable aventura nunca soñada por la mayoría de los participantes en el concurso nacional del cuento.
La disponibilidad y las cortesías de los oficiales y marinos -reitero- destacaron a lo largo de toda la jornada. Esa fue mi impresión, la misma que tuvieron don Mario y Alberto. Seguramente Arturo la revalidará a su regreso de la capital de la República.
Fue de vértigo el paseo por mar a bordo de uno de los buques de la armada mexicana en un viaje corto de instrucción naval y el avistamiento fortuito del buque escuela Cuauhtémoc adornado con las banderas de España y México en los travesaños y mástiles, una tradición que une a los dos países en asuntos, tanto de carácter naval como histórico.
Un "tentempié" con empanadas, emparedados, dulces, aguas frescas y bebidas embotelladas en la cabina del capitán anfitrión y una exhibición de señales marítimas con estandartes de variado diseño relativos a la transmisión y recepción de mensajes en clave, figuraron en el programa. Los navegantes improvisados sufrieron mareos y vómitos a causa del bamboleo. Unos cayeron de rodillas y los más se abrazaron a postes, barandales y cables de la plataforma central para no derrumbarse. Otros regurgitaron en las bolsas que anticipadamente les entregaron los marinos encargados de su seguridad.
El paliativo: una noche bohemia en los patios y playas del hotel 5 estrellas que nos hospedó, con cena y bebidas; marimba, bailables y cantos picarescos típicos de los jarochos. Aviones de la Marina propios para tareas de apoyo y salvamento de las embarcaciones siniestradas, nos trajeron y llevaron suavemente entre México y Veracruz, sin tumbos ni turbulencias.
La Semar trató como reyes y princesas a los conquistadores del primero y segundo lugar del certamen y a sus agregados; los cargó de regalos, diversión y conocimientos sobre las fuerzas armadas de México, con una hospitalidad sorprendente y acogedora.
Arturo Antonio Muñoz, por cierto, abre el relato premiado con un verso de su autoría.
Dime, ¿qué pescas viajero?
¡Tú que no sabes pescar!
pesca el zafiro del cielo:
pesca las olas del mar.
En el 2015 don Mario obsequió sus libros a Gómez Palacio, un gesto de agradecimiento a la ciudad que lo acogió generosamente luego de haber sobrevivido junto con su familia a la matanza del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de Tlatelolco. Lamentablemente el entonces alcalde José Miguel Campillo no le dio la atención debida, lo obligó a formarse en la larga fila de espera en una audiencia pública y lo despidió con la falsa promesa de recibirlo en su despacho previa cita por teléfono, promesa que nunca cumplió el ahora exfuncionario municipal, o sea que no quedó formalizada la donación espontánea.
