Foto: Archivo Siglo Nuevo
Cada día se rompen más relaciones que antes se consideraban tanto estables como duraderas debido a que se descubren infidelidades mediante las redes sociales o cualquier medio asociado a la comunicación digital.
Nada permanece estático, todo cambia, a veces vertiginosamente. Los jóvenes, hoy en día, utilizan sus teléfonos celulares, equipos de cómputo y tecnologías de vanguardia para sustituir los rituales de antaño en la conquista de una nueva pareja.
La época del cortejo cara a cara ha sido sustituida por el uso de redes sociales. Dentro de esa cotidianidad virtual surge el intercambio de fotos y textos eróticos (sexting) con el propósito de facilitar los encuentros sexuales. Todo ocurre frente a los demás, muchas veces sin que se percaten debido a la hipervelocidad del mundo digital.
Los seres humanos utilizan cada uno de los sentidos que poseen para disfrutar su sexualidad. La vista y el tacto son las antenas que captan señales con más frecuencia.
El acercamiento para interactuar románticamente como se estilaba antaño requería el uso de una situación propicia para la seducción; los salones de baile eran los sitios perfectos donde poder ver y tocar la figura de hombres y mujeres.
La charla se establecía de frente y las señales de aprobación o rechazo eran evidentes para los representantes de ambos géneros. La conquista no era terreno fácil. Quien presumía ante sus amigos de contactos físicos más allá de las manos era visto con admiración y envidia.
Los adolescentes y jóvenes iniciaban su sexualidad a tientas y siempre expuestos a verse rechazados o ridiculizados.
CAMBIAN LOS TIEMPOS
Los teléfonos digitales aparearon sistemas computarizados que incluían cámara fotográfica, video y correo electrónico. Las redes sociales hicieron pequeño al mundo. A partir de ese instante se hizo posible entrar hasta el último rincón de la casa de otro sin que este se diera cuenta.
La tecnología liberó los impulsos sexuales dormidos, reprimidos o inconscientes. Ya era válido hablar sobre sexo, practicarlo frente a una cámara y enviar fotos y videos a amigos, parejas o extraños.
Las salas de conversación o chats facilitaron el anonimato y con ello el desenfreno de los impulsos sexual y agresivo. Desde ese momento el uso de imágenes y textos eróticos pasó del dominio privado al dominio público. La intimidad fue barrida de un tajo.
ROMANCE VS SEXO CASUAL
Considerar la sexualidad como un atributo al que se puede acceder tan solo tomando precauciones para no embarazarse o contagiarse alguna enfermedad modificó de raíz la manera de valorar las consecuencias de conocer a alguien en bíblico sentido.
La época romántica de las citas a media luz, cenas con luz de velas o cartas escritas a mano dio paso a prácticas como los mensajes de texto o el gesto del “me gusta” en las publicaciones en muros, cuentas de textos breves y demás escaparates del ciberespacio.
El contacto directo fue sustituido por un contacto a base de símbolos, iconos, emoticones. Quien recibe el mensaje lo auto-completa, lo define, muchas veces atribuyendo en exceso el interés despertado.
Aunque no se reconoce de manera abierta, los jóvenes y adultos que participan dentro de las redes sociales viven una angustiante competencia por reunir a un gran número de contactos, de ser un marco referencial para los demás.
No se acepta la inseguridad personal, tan solo se asume y para darle vuelta a esa falta de confianza se recurre a mensajes ingeniosos, fotos o videos donde la excitación sexual hace su parte.
En este tipo de comunicación se ha vuelto común la adopción de riesgos como obsequiar fotografías o videos comprometedores. No son pocas las veces en que los contenidos son exhibidos sin restricciones y los autores de esas muestras enfrentan el escarnio social.
La pornografía por internet se nutre de estas imágenes. Son muy cotizadas en escaparates frecuentados por amplios públicos. El interés es mayor si la persona no es consciente de que fue fotografiada o grabada en video; su intimidad es expuesta convirtiéndole en un objeto sexual.
INTIMIDAD EMOCIONAL
La sexualidad puede disfrutarse basándose ya sea en la atracción física, en la intimidad emocional amorosa o en una combinación de ambas.
El amor es un constructo que se nutre de darse a sí mismo, de asumirse, a título personal, como una ofrenda al otro. De ahí surge el temor a la intimidad, ya que para amar es necesario arriesgarse a ser lastimado, rechazado.
La velocidad vertiginosa con que se vive en la actualidad facilita los encuentros rápidos, fáciles, sin apego, basados en emociones fuertes como las que se experimentan al intercambiar fotos eróticas, escritos excitantes.
No existe edad límite para esta nueva forma de relacionarse sexualmente. Los casos van acumulándose sin freno. Cada día se rompen más relaciones que antes se consideraban tanto estables como duraderas debido a que se descubren infidelidades mediante las redes sociales o cualquier medio asociado a la comunicación digital.
La alternativa de la intimidad emocional que asumen algunas parejas les fortalece frente a los embates de la moda del sexo fácil, sin compromiso o lleno de adrenalina.
CONSECUENCIAS
La vida diaria ofrece ejemplos constantes de relaciones superficiales, temporales, permanentes, frágiles, solidas, rígidas o flexibles.
La felicidad no es un destino sino un camino a recorrer. La consciencia que cada quien desarrolle para no dejarse llevar por modas emocionantes es responsabilidad propia.
Puede ser que las velas de una noche romántica o un verso se vean como cosa del pasado o como prácticas que ya no se corresponden con los tiempos que corren. Tal vez así sea, pero, el romanticismo no ha muerto y la experiencia de los años tarde o temprano corrobora que vive feliz quien tiene detalles bellos con su pareja, quien cultiva el amor y el respeto en su relación. Solo de esta forma se forman esos vínculos que alientan a dos individuos a permanecer unidos en las buenas y en las malas.
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