Hace 17 años, el padre Aldo Sierra dejó su natal Torreón para sumarse a las misiones extranjeras.
Hoy vive en Zambia, comunidad ubicada al centro- sur de África, en donde radica desde hace seis años y pese a los peligros y las precarias condiciones del lugar, asegura que vive muy feliz.
Tiene 46 años de edad y en el 2000 fue ordenado sacerdote.
Cuatro años los pasó en Guadalajara, de donde partió rumbo a Alemania para iniciar su labor: formar misioneros como él. Después se enlistó en la Pastoral penitenciaria en Inssbruck, Austria, en donde cuenta, escuchó historias verdaderamente desgarradoras.
Una de ellas, recuerda, fue la de una mujer que mató a su bebé que estaba por cumplir un año de edad. Era víctima de constantes humillaciones por parte de su pareja, quien además la violentaba física y verbalmente.
Constantemente el hombre la amenazaba con quitarle a su hijo, y en un momento de desesperación y de angustia, lo mató antes de que cumpliera su amenaza.
El padre Aldo cuenta que con este tipo de casos difíciles, "vi mi envío, el de transformar los corazones…. No justifico, pero entiendo por qué lo hizo", dice con tristeza.
En aquella ciudad, dice, en la que la mitad del año es invierno, la situación era un tanto difícil sobre todo para los traslados y continuar con su labor entre los internos.
Pese a los 15 grados centígrados bajo cero que "quemaban" su piel, viajaba a bordo de su bicicleta, medio de transporte consentido por el sacerdote.
Tras esa experiencia, el padre Aldo se trasladó a África.
Justo en Zambia, en la localidad de Chama, una comunidad pequeña "como el municipio de Matamoros", dice.
Cuenta que ahí se ha enfrentado con las ancestrales creencias de los lugareños, quienes hacen uso de la "magia" para resolver buena parte de sus vidas.
Tan sólo para dar un ejemplo, dice que cuando un niño entre los cero y los 13 años de edad muere, aunque sea por enfermedad, no buscan el por qué, sino "quién lo mató".
Entonces, las familias llaman al llamado "caza brujos", quien hace un alboroto en el lugar para encontrar a los culpables, "normalmente se acusa a gente inocente".
Su misión
El sacerdote, quien asegura que de su Torreón sólo extraña a su familia y a sus amigos con quienes tiene constante comunicación, dice que su misión en aquella zona de África se divide en dos vertientes: "la primera es la labor espiritual, que es la labor en sí de todo misionero, anunciar el evangelio, la palabra de Dios, etc. Y segundo, la labor de desarrollo humano. Por ejemplo, tenemos muchos proyectos, como salud, educación, de agua, nada más como un ejemplo de los proyectos de agua, la parroquia hasta la fecha ha perforado 47 pozos en el área de Chama, Zambia".
Pese a la cercanía y a que el lugar cuenta con muchos arroyos, "toda esa agua se desperdicia, no hay proyectos hidráulicos, entonces la gente lo que hace es excavar pozos, y donde encuentra el agua ahí la toma, como de un manantial, pero la comparte con animales salvajes. Lo que hemos hecho es perforar pozos profundos y ponerles una bomba de agua para que extraigan de agua limpia".
Asegura que vive "muy feliz".
Y es que pese a que hace unos meses contrajo la malaria, padecimiento que deterioró su salud, asegura que con los medicamentos necesarios se libró de ella, y no lo desmotivó para seguir.
Comparte su historia
Es por ello que parte de su historia y su misión la contó durante sus vacaciones por tierras mexicanas, donde viajó a diferentes ciudades para visitar diversas escuelas e invitar además a los jóvenes a pensar de manera global y no ser "egoístas".
SU 'AMOR'
Lo lleva a africanos
Apoyo
Los interesados en apoyar a los misioneros podrán realizar su aportación en el número de cuenta de banco Santander 65-50118434-9, a nombre de Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús AR.
Fotos: La i
Tel.- 7166012