Foto: Archivo Siglo Nuevo
A lo largo de la historia el ser humano y la expresión escrita han caminado de la mano. La psicología, en distintos enfoques, ha tomado inspiración de los clásicos universales.
Hace una semana. Después de terminar con un día lleno de actividades, me di la oportunidad de caminar por la avenida Morelos de Torreón, vialidad que se ha llenado de bares y restaurantes. Tras dejar atrás varias de sus fachadas, fue un alivio ver, alzada en el cemento, al centro de la plaza mayor, una pequeña carpa, donde se hallaban reunidos libros y gente que vive de la escritura.
Ahí, al amparo de estantes improvisados con cajas y rejas de fruta, se postraban opiniones, pensamientos y sentimientos provenientes de personas que, a pesar de su ausencia física, compartían a través de las letras una conexión íntima con aquellos que nos atrevíamos a romper la barrera para iniciar una conversación. En esas charlas podemos poner en practica nuestra empatía y compartir el lugar del otro.
Luego de dar unas vueltas por esos nichos de saberes, me apropie de un par de ejemplares. En eso, un flashback vino a mi cabeza: aquella tarea de la escuela secundaria que consistía en dar lectura a uno de los clásicos. Para mi suerte, en esos días me topé con una pequeña edición de La metamorfosis, de Franz Kafka.
Tenía 14 años cuando, a través de las letras del delgado escritor nacido en Praga, pude saber de la trasformación de Gregorio Samsa, personaje principal de la novela. Pasaron varios años antes de que, recurriendo a una biografía, pudiera conocer más de la vida del autor, una existencia llena de fragilidad y miedos. La escritura había sido su única forma de poder conectarse a un mundo que le abrumaba en cada paso que daba. Las líneas de sus narraciones habían sido su medio para poder conectar con otros.
A lo largo de la historia el ser humano y la expresión escrita han caminado de la mano. La psicología, en distintos enfoques, ha tomado inspiración de los clásicos universales. Como ejemplos tenemos desde las ideas propuestas por el austriaco Sigmund Freud, a partir de sus investigaciones de los cuentos populares y de las tragedias de Sófocles, hasta las nuevas técnicas narrativas, usadas en un contexto psicoterapéutico por escuelas humanistas.
LA FANTASÍA
Estar cerca de alguien, pero en verdad cerca, no sólo se limita a los cuerpos. Donde se mezclan las ideas y los sentidos, donde los seres pueden compartir sus pensamientos hay cierto tipo de intimidad. Esta es la función de las letras, poseen la facilidad para tocar lo que a veces es imposible expresar.
Es a partir de esta idea que se puede aplicar un tratamiento mediante técnicas basadas en la narración. Así como los niños usan el juego para poder comunicarse, la escritura y las palabras sobre papel ayudan entender a la persona que solicita ayuda. Poder entender al otro a través de sus símbolos es indispensable dentro de la labor del psicoterapeuta. Se trata de procedimientos que han demostrado su eficacia en cuestión de evaluación e intervención.
Foto: EFE/Alex Cruz
La escritura, como proyector de nuestra esencia, lo permite. Es donde hace su aparición la fantasía, que es la que alberga nuestros momentos, sueños, necesidades y visión del mundo. El poder plasmarla por medio de las palabras, depositándola en un papel o una pantalla, ayuda a vernos y, a través de ese reflejo, curar heridas para continuar escribiendo nuestras vidas. Esto se ve plasmado en el trabajo con niños y adolescentes en un contexto psicoterapéutico, según la gestaltista, Violet Oaklander.
EN LA VIDA DIARIA
Al hablar de escritura es obligado dedicar aunque sea algunas líneas a la conexión que tiene con la lectura, práctica en la que, según la UNESCO, de entre una lista de 108 naciones, México ocupa el penúltimo lugar.
En promedio, los mexicanos leen 2.8 libros al año, y sólo 2 por ciento de la población tiene a la lectura como hábito permanente. En España se leen 7.5 libros al año y en Alemania 12. Podemos deducir que si no existe el hábito de abrir un libro, es difícil que se practique la escritura como un ejercicio diario.
Es cierto que aún falta hacer muchos más estudios referentes a las ventajas de la escritura; no obstante, podemos hablar de algunos beneficios:
1. Mejora el aprendizaje. El acto de usar una pluma o un lápiz para poner las cosas en papel puede ayudar a retener con más facilidad la información que se está escribiendo. Eso es porque en el acto físico de escribir, las señales se envían de las manos hacia el cerebro para mejorar la memoria.
2. Ayuda a continuar. Escribir los pensamientos y los sentimientos que se tienen luego de un evento traumático ayuda a encontrar recursos internos para superarlo.
3. Autoconocimiento. Mantener un diario ayuda a reconocerse, incluso algunas técnicas cognitivas-conductuales utilizan estas herramientas para que el paciente pueda identificar pensamientos y emociones, logrando que nos hagamos con el control de nuestras vida y de nuestro propio cambio.
CONCLUSIÓN
El arte tiene la función de expresar el momento histórico de las comunidades. Otros de sus atributos son dejar una marca en el devenir del mundo y hacer físico aquello que no es tangible, como el alma humana. La obra artística es el catalizador a la hora de realizar un viaje a nuestros adentros y vernos con la gente que comparte nuestra vida.
La escritura pues, se convierte en una fusión entre nuestro ser y el mundo. Es un punto de control del momento de nuestra vida, así como para Franz Kafka significó una manera de afrontar la existencia. Las letras son el camino para dirigirse con rumbo introspectivo, hacia regiones donde podemos afrontar miedos, traumas, heridas, y, en un momento dado, llegar a sanarlas
La escritura es una herramienta para el desarrollo emocional del ser humano; también es un arte indispensable para seguir dejando huella en la historia de la raza pensante. Escribir, junto con leer, debe convertirse en los próximos años en una de las armas para perforar una sociedad tan cerrada y doliente como lo es la mexicana. Más libros, menos balas, tal es el sendero que conduce a una metamorfosis.
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