Regularmente comparto opiniones sobre temas de arte que conozco o que me resultan familiares principalmente por el conocimiento teórico, resultante de un análisis previo. Sin embargo en esta ocasión me es grato tratar el tema de la realización de un mural del cual fui parte. Por ello más que comentarios es relatar la experiencia que contrasta totalmente con lo que sabía por medios impresos de hacer un mural.
En primer lugar se encuentra el lugar, se trata de un taller donde se aprende escultura y cerámica, por lo cual el reto era representar el proceso creativo que surge en ese espacio, cabe resaltar que los participantes ya habíamos tenido la experiencia de trabajar ambas disciplinas. Con respecto al equipo de trabajo éramos seis personas, cada una con sus expectativas, estilo y técnica. Si bien eso es algo que enriquece cualquier grupo también supone un alto grado de complejidad, ya que desde concretar bocetos o ajustarse a los demás es un trabajo primero a nivel personal y después como colectivo.
Creo que esta parte del trabajo en conjunto fue un extra que implícitamente desarrollamos más allá de la pintura y el diseño.
Pero el gran reto; la técnica y trazo desde blanquear la pared hacer la cuadricula de la escala, el rayado del boceto sobre el muro, fondear y sobre todo el trabajo con brocha y pincel. Esa fue la experiencia más increíble de hacer y sobre todo ver el proceso en retrospectiva. Las fotos de evidencia dieron cuenta de ello.
Pero ¿Cómo es el mural? ¿Qué tiene? Son tres muros dos de ellos miden tres por dos m. y un tercero de tres por metro y medio (medidas aproximadas). En ellos plasmamos el paisaje de la región tomando como escenario el Rio Nazas -con un abundante caudal- de fondo los cerros que bordean la región del extremo derecho el azul nocturno cubre el cielo mientras que el izquierdo es un brillante amanecer. Si bien el paisaje tiene elementos figurativos también contempla formas surrealistas como un cerro que se esculpe a sí mismo -haciendo clara referencia al material y método en la escultura- también encontramos una mano flotante que echa raíces sobre la tierra y que de ella emanan esculturas con rostros prehispánicos, uno de ellos sopla un viento de formas orgánicas que se funden con el humo de una enorme fogata, ellos componen una alegoría a la cerámica, representando el trabajo manual del artista y la interacción de elementos como el fuego, agua, el aire - en función del oxígeno que permite la combustión- y el barro.
En el centro de la imagen y a manera de unión entre los tres muros se encuentra un árbol, tronco y ramas fuertes, en él se puede apreciar un rostro, también podemos encontrar en él, algunas hojas que hacen alusión a los alumnos que pasan por el taller y emergen como lo hacen estas hojas.
El desierto también es parte importante del mural, por cual se consideraron elementos propios de la región como la flora típica, esto principalmente para darle un contexto la obra.
En lo personal me resta agradecer al equipo que colaboramos para hacerlo realidad; Ana Fernanda, Alexis, Alejandra, Estelita, Gabriel y Luis. Y si alguien es gustoso de irlo a conocer se encuentra en el taller de Cerámica y escultura Av. Comonfort entre calle Delicias y Joaquín Martínez Chavarría, Torreón Coahuila.
