Foto: Warner Bros.
Gracias a su cuarto filme, Spike Jonze ganó el premio Oscar a mejor guión original. También estuvo nominado en las categorías de mejor película y mejor canción original.
Her, mejor conocida como Ella en tierras de habla hispana, es una película estrenada en 2013 que tuvo un fugaz paso por las salas de cine. Su arribo era esperado por un fiel aunque no tan innumerable grupo de seguidores del director Spike Jonze, un estadounidense que desde 1999 sólo ha rodado cuatro largometrajes.
Los fotogramas nos presentan la relación, de corte amoroso-informático, entre Theodore Twombly (Joaquin Phoenix), escritor solitario que hace cartas sobre diversos tópicos para clientes variados, y Samantha, un avanzado sistema operativo. Hay quienes consideran que la historia llega a ser confusa y muchos más la califican como triste y llena de soledad. Otros se declaran, desde los primeros cinco minutos, o cautivados o enamorados y nada más concluir la reproducción Her ya está en su lista de los mejores títulos.
Luego de dedicar varios de los años noventa a hacer videoclips, Spike Jonze tuvo un debut fenomenal en la pantalla grande con el filme ¿Quién quiere ser John Malkovich? Sin embargo, la carrera de este oriundo de Maryland se ha caracterizado por un juego de roles de amplio espectro. Lo mismo actúa en películas como Moneyball o The game que produce las aventuras en televisión y cine de Johnny Knoxville (Jackass). De cuando en cuando se da tiempo para dirigir un relato con carga filosófica, tierno, desconcertante como esto de ser humano en un mundo donde la humanidad se pierde con frecuencia.
SAMANTHA
¿Es imposible que un individuo pueda enamorarse de alguien que ni siquiera tiene cuerpo? Tal es la cuestión que plantea la obra. Jonze no ubica a sus personajes en la sociedad actual sino en un entorno futurista que no es el lugar común lleno de vehículos voladores y vidas computarizadas. Twombly vive en una urbe donde los colores pastel saltan a cuadro al menor descuido. Esto implica una suavidad exenta de pasión, una pasividad amable que da una nota visual contrastante con el conflicto a desarrollar.
Jonze narra una historia de amor que, a pesar de la 'inexistencia' de uno de los integrantes de la pareja, no entra en los territorios del absurdo y consigue mantenerse en la franja de seriedad propia de las tragedias regidas por el sino.
Theodore Twombly está deprimido. El matrimonio con la mujer ideal ha fracasado, pero se niega a firmar los papeles de divorcio. En su trabajo se destaca. Una sensibilidad apta para las letras, y el talento que la acompaña, le permite cumplir con eficacia la misión de escribir sin que se note la mano del redactor fantasma. El trabajo no es sencillo y en su estado de ánimo, elaborar cartas de amor para otras personas se vuelve una tortura.
Sus intentos por iniciar relaciones sentimentales fracasan invariablemente. En su desesperación, compra un sistema operativo de última generación cuyo atractivo radica en la sorprendente inteligencia artificial incluida en el paquete. Theodore compra el aparato, un pequeño cuadrado con forma de cartera, y lo configura para que tenga voz de mujer. La llama Samantha (la voz del SO es de Scarlett Johansson).
La eficiencia del ordenador va más allá de la esfera laboral. Poco a poco, Twombly empieza a compartirle detalles de su situación y acaba por convertirla en su confidente. Ella lo comprende y él, comienza a sentirse correspondido, más cuando ella reconoce que también siente algo, pero no sabe que es, ciertamente no cuadra con las especificaciones comerciales del producto.
El color, como ya se anticipó, es un componente esencial de la naturaleza un tanto onírica del filme. El idilio entre Theodore y Samantha se mezcla con las texturas y los pintorescos objetos que completan y complementan las escenas. La gama de colores cálidos empieza a marcar una distancia con lo que están viviendo los personajes en la trama, esto nos va preparando para un conflicto que no por previsible causa desinterés.
Foto: Warner Bros
FILÓSOFO
El discurso de Jonze tiene tanto el toque atemporal de las cuestiones filosóficas (¿qué significa ser humano?) como la fresca preocupación acerca de la forma en que la tecnología puede llegar a aislarnos, aunque no sin un dejo de esperanza: también puede ayudar a conectarnos.
Cuando Theodore y Samantha inician su andadura común no están haciendo algo inusual, no en su contexto, el vínculo se desarrolla como una situación normal de tiempos tan dados a las rupturas, los desencuentros. Los amigos del escritor de cartas no emitan comentarios negativos a propósito de su nueva compañera, en esa sociedad futurista se tiene claro que las personas hacen lo que pueden para darle salida a su causal de emociones.
Si bien ella no es 'real' esto no cambia el hecho de que Theodore sienta algo. Samantha es capaz de aprender, de aumentar su conocimiento del mundo, de comunicar pensamientos que, en los humanos usos, suelen comprender emociones. Con su novia informática, el protagonista consigue una estabilidad, ella le satisface en el plano emocional y el sexo virtual no está nada mal.
En un momento, el SO le propone a su enamorado un juego. Ha contactado con un servicio que 'corporiza' a otros como ella para que puedan tener encuentros íntimos con sus parejas. La resistencia de Theo no es efectiva. Acaban por llamar a una chica desconocida y debidamente equipada con dispositivos de audio y video para encarnar a la dama digital. Esta experiencia no resulta atractiva para Twombly. Su incomodidad es demasiada y eso se refleja en un desempeño que enfada a la desconocida y entristece a Samantha.
Fuera del romántico retrato de la inteligencia artificial, Spike Jonze configura un ambiente cercano, de sociedad no tan lejana. No es motivo de asombro que la máquina incorpórea posea algo parecido a la conciencia y que esta se manifieste de maneras que invitan a deducir la presencia de sentimientos.
Al principio del relato, se sugiere que la entidad sólo está complaciendo las necesidades de Theodore; conforme avanza el metraje, las fuerzas se enfocan en dejar claro que son verdaderos los sentimientos del SO hacia el personaje de Joaquin Phoenix, por ello se vuelven más complejos. La personalidad del sistema también evoluciona. Tan 'humana' como el crecimiento personal es la solución ofrecida al final.
ELEMENTOS
La música ayuda a redondear la experiencia. Si tuvieran colores, las notas sonoras se vestirían con tonos pasteles y electrónicos con influencia de jazz. El resultado no es aburrido sino relajante, la estridencia nunca llega a cuajar y cumple con meritorio la tarea de acompañar las acciones de los personajes, en particular las expresiones gestuales de Twombly. Si del largometraje se borraran los sonidos correspondientes a los monólogos y diálogos, y se dejaran solamente las armonías, seguiríamos escuchando a Theodore y compañía hablar sobre fracasos, tristezas, amor, esperanza. La tensión sutil empleada en los momentos más fuertes transmite ya sea una tranquilidad o bien una melancolía que nos mantiene atentos sin reforzar la angustia.
Gracias a su cuarto filme, Spike Jonze ganó el premio Oscar a mejor guión original. También estuvo nominado en las categorías de mejor película y mejor canción original.
Al final, el truco radica en la empatía, en la capacidad del espectador para ponerse en el lugar de quien ha sufrido una separación y busca el modo de empezar a reconstruirse, lo encuentra y se adentra en el sendero que conduce hacia el cierre de un capítulo más, sólo eso. Her se construye, esto incluye al informático objeto de los anhelos del protagonista, a partir de manifestaciones habituales de sentimientos verdaderos. El juego del estadounidense no duraría mucho sin ellos. El de Jonze funciona como una falsificación cuando sustituye al original y deja en la memoria del observador, uno conocedor, la impresión de que aquello que contemplamos, sentimos, pensamos, fue auténtico.
