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El neólogo y el punto final

La despedida de un precursor

Magna Ofrenda de día de Muertos en el Zócalo por parte de las 4 Fábricas de Artes y Oficios (FAROS), bajo el concepto de Felipe Ehrenberg y Lourdes Hernández (2015). Foto: Milton Martínez / Secretaría de Cultura

Magna Ofrenda de día de Muertos en el Zócalo por parte de las 4 Fábricas de Artes y Oficios (FAROS), bajo el concepto de Felipe Ehrenberg y Lourdes Hernández (2015). Foto: Milton Martínez / Secretaría de Cultura

REDACCIÓN S. N.

Alguna vez, Felipe Ehrenberg meditó abandonar la carrera porque sentía que había poca estima hacia su trabajo. "Sin lugar a dudas ha sido terriblemente difícil y en efecto, alguna vez le mencioné a Raquel Tibol que ya quería entregar la toalla porque nadie pelaba mis propuestas. 'Si lo hicieras', me respondió, 'es porque no fuiste un verdadero artista'. Como seguí en el ajo, supongo que sí soy artista'", relató en una entrevista para un medio universitario.

Eligió no retirarse de la escena cultural y tuvo razón. Se convirtió en uno de los creadores más importantes de su generación. Su inventario se nutrió de trabajos en dibujo, pintura, escultura, gráfica, obra 3D (instalación), performance, arte postal y neográfica. En su billetera es posible hallar credenciales de editor, ensayista, agregado cultural, interesado en la promoción y en las políticas culturales. Una faceta muy recordada es la de maestro.

Nació en la Ciudad de México en 1943. A lo largo de su vida realizó más de 70 exposiciones individuales y participó en más de 200 muestras colectivas.

Los trabajos de Ehrenberg se caracterizaron por la experimentación y la provocación, así se ganó la admiración de Magali Lara quien lo definió como “una clave muy importante en el mapa del arte contemporáneo”, y sentenció que “nos falta revisar toda su trayectoria para entender mejor su legado”.

Lara y Martha Hellion curaron la muestra Circuito abierto: Dos experiencias editoriales. Fondo Felipe Ehrenberg que se exhibió en 2012 en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC).

Para Magali, egresada de la Escuela Nacional de Artes Plásticas, el también fundador de la editorial Beau Gest Press ejemplifica lo que representa dedicarse a crear en tiempos modernos, gracias a los talleres que impartió cuando regresó de Europa, el contacto que tuvo con diferentes generaciones y una ejecución que reunía distintas culturas.

"Recuerdo que fuimos de viaje y fue un ser que disfrutaba de todo, tenía la capacidad de abrirse a las experiencias y disfrutaba acercarse a un México popular. Todo lo que hizo fue increíblemente poderoso para nosotros porque estábamos necesitados de hablar acerca de México como mexicanos porque ya no queríamos hacernos los franceses. Fue un artista que creyó en la autogestión y nos lo enseñó muy pronto, esta cualidad le permitió ser una voz crítica mucho más importante", explica la curadora.

DESPERTAR LA VOCACIÓN

De niño, tuvo la libertad para hacer lo que deseaba. En su adolescencia y juventud recibió el apoyo familiar para dedicarse a sus proyectos. La oportunidad para desarrollar su vocación, decía, la otorgaron sus padres y el tiempo que le tocó vivir. Él era, según la descripción que hizo de su singladura vital, resultado del contexto en el que se desenvolvió.

Su profesión era, y la analogía no es exagerada, la de 'médico general del arte'; creaba en distintos terrenos, no era especialista en ninguna disciplina mas se reconocía como un pionero de la vanguardia.

"Soy el más viejo de los jóvenes, el más viejito de la vanguardia. Fui el primero en salirse del huacal y el primero en intentar construir otros huacales. Hoy día no hay quien no sepa lo que es un performance o una instalación. Antes me preguntaban si yo era un eléctrico o un plomero; ahora son palabras comunes en el léxico de las artes y gracias a Dios, porque se ampliaron los territorios de la concepción, de la percepción y de la ponderación", sostuvo Ehrenberg durante su participación un programa de televisión de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

Allí mismo confesó que abrir la brecha había sido "muy difícil"; veía como uno de sus méritos el de conseguir que las siguientes generaciones transitaran por un camino menos sinuoso.

Los primeros espectadores de su obra, decía, eran sus hijos, cuya percepción y opinión le importaban mucho. "Mis padres y mis amistades fueron mi crítica", declaró. Si bien reconoció el trabajo de críticos profesionales como Raquel Tibol, no estaba conforme con una carencia que, para él, aquejó al país en esa esfera profesional durante la segunda mitad del siglo XX.

En una conversación con Guillermo Gómez-Peña, creador que cultiva el performance, Ehrenberg indicó que “los que escriben sobre las artes” fueron incapaces de proponer teorías inéditas en torno a ideas visuales fundamentadas en lo 'hecho en México'.

“Los encargados de seguir los pasos que dábamos los artistas se vieron rebasados por la forma en que íbamos procesando el presente; no supieron cómo sintetizar las nuevas propuestas, su esencia. Se quedaron trabados en la producción tradicional”, relató a su interlocutor.

Enseguida, expuso que la cuestión, en lugar de mejorar, empeoró ya que “uno que otro desesperado buscó alimentarse de textos extranjeros, sin reparar en que toda consideración teórica se sustenta en el entorno que la exige”.

SU FORMACIÓN

El adiestramiento de Felipe inició a temprana edad. Bajo la tutela de maestros como Mathias Goeritz y José Chávez Morado recibió lecciones de pintura, escultura y grabado. En cuanto a su labor fuera de las fronteras del país, se desempeñó como agregado cultural de México en Brasil y como director de relaciones internacionales de Televisión América Latina.

Ehfenberg compartió con Gómez-Peña que la mayor influencia en su manera de acercarse a la creación artística provino de Goeritz y el Grupo Altamira.

De sus días de formación le quedó la huella de unos personajes tan generosos como serios: “Ellos fueron guiando mi desarrollo de manera desinteresada y con harto cariño... y me exigían mucho: 'Déjame ver lo que has hecho', 'hay que saber dibujar manos, es lo más difícil', [...] 'las palabras no sólo sirven para escribir', 'también las letras forman diseños'. Dibujaba como loco”.

En esa charla también destacó el papel de Gonzalo Hernández, “un gran ebanistero” que le enseñó, entre otras cosas, a ser manual, lijar con paciencia y ensamblar con precisión.

Un aspecto destacado de su currículum es el de miembro fundador del grupo Proceso Pentágono, al que también bautizó. Desempeñó un papel similar en la creación del colectivo Tepito Arte Acá.

"Desde hace 40 años yo no me describo como un artista plástico, sino como un neólogo en las artes visuales. Un neólogo es el que se interesa en lo nuevo y a mí siempre me ha interesado lo nuevo. Tal vez sea iconoclasta porque cada vez hay más cosas nuevas, pero realmente soy neólogo y yo navego hacia donde me empuje el viento. Mi vida nunca fue trazada. Mi biografía responde a las cosas que me han ido sucediendo", compartió hace cinco años a la televisión brasileña.

Con 17 años participó en su primera muestra colectiva en la Galería de la Paz de la Ciudad de México. En 1968 representó a México en el Salón Codex de Pintura Latinoamericana de Buenos Aires, donde obtuvo el Premio Femirama de Pintura.

En 1975 su investigación sobre la dualidad de la cultura latinoamericana le valió recibir la beca de la Guggenheim Memorial Foundation. En esa década mostró que había asimilado las expresiones plásticas no clásicas, como el performance.

Para 1979, Felipe Ehrenberg fundó H2O, organización en la que participaban 25 instructores que repensaron los modelos de edición independiente y el desarrollo de talleres de muralismo. Su objetivo era dar a conocer la obra de escritores y artistas gráficos.

De 1969 a 1974 residió fuera del país, principalmente en Inglaterra. En el exterior abrevó de las corrientes que se manifestaban a escala internacional, integró elementos recién descubiertos a su formación y ahondó en sus investigaciones de las expresiones no convencionales de la estética visual.

En su intercambio de ideas con Guillermo Gómez-Peña, el neólogo capitalino dijo que salió de territorio mexicano a causa del movimiento del 68, “Por el miedo que sentimos Martha (Hellion) y yo después de la matanza del 2 de octubre y la manera sistemática en que Díaz Ordaz fue encarcelando a cada vez más gente, cada vez más conocidos cercanos”.

ADIÓS

Sus 73 años de edad no le impedían mantenerse activo y con varios proyectos en marcha. No obstante, hace dos años declaró a un medio: "No estoy seguro de si tener más de 70 años te hace más fuerte o más vulnerable. Así como puedo decir que no tengo ilusión para con la fuerza que pudiera tener el arte, digo que el pensamiento y la creatividad pueden ayudar a abrir los ojos, siempre que llegue de forma directa y no filtrada".

El pasado 15 de mayo, un infarto puso punto final al neólogo Felipe Ehrenberg. Su partida precipitó un alud de reconocimientos por parte de la comunidad cultural. Cuauhtémoc Medina, Luigi Amara y Antonio Calera-Grobet, la Fundación Jumex, el Instituto Nacional de Bellas Artes, Difusión Cultural UNAM, Artes de México, además de secretarías de cultura estatales y federal, difundieron mensajes en los que lamentaron su muerte.

Una reflexión que pinta la evolución de Felipe acerca de la difusión de sus creaciones es la que compartió con Gómez-Peña: “Ya con el tiempo me fui dando cuenta de lo importante que es para la gente saber el por qué hace uno una obra, o una serie de obras. En la era de la imagen es prácticamente imposible valorar una obra en particular. Lo que incide en tu prójimo es la actitud que te lleva a crear”.

A propósito de su catálogo, y en relación a sus críticas a la falta de crítica, consideraba que se había escrito mucha crónica pero casi nada teórico.

En Change.org circula una petición para entregar el Premio Nacional de Artes y Literatura 2017 de manera póstuma a quien fuera pieza medular del panorama artístico mexicano.

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