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El polemista de la materia

Un inglés en pugna por Europa

Museo Jumex, México. Foto: Romana lilic/Getty Images

Museo Jumex, México. Foto: Romana lilic/Getty Images

REDACCIÓN S. N.

Si algo quedó claro cuando adoptó el papel rector en la Bienal de Venecia en 2012 fue su interés por hallar los puntos de convergencia. Eligió el tema del “común denominador”; su intención: promover la comunicación entre colegas de distintos lugares.

Nacido en Londres en 1953, David Chipperfield es considerado por la canciller Angela Merkel como uno de los mejores arquitectos alemanes.

Razón no le falta, éste proyectista goza de un esplendido cartel en tierras germanas y es en ese país donde ha realizado obras que causan admiración en el gremio arquitectónico.

Si bien ha sido condecorado en varias ocasiones en su patria, incluso le fue concedido el título de “sir”, su ejercicio profesional comenzó fuera de sus fronteras. Sus primeros edificios se alzaron en Japón.

Asistió a la Escuela de Arte Kingston e inició su carrera a finales de la década de los setenta. En 1985 fundó David Chipperfield Architects. El despacho creció hasta tener oficinas en Londres, Berlín, Milán y Shanghái.

La firma se hizo con un prestigio mundial impulsada por la ejecución atractiva de proyectos oficiales, culturales, residenciales y comerciales. Otra de sus áreas de especialidad es elaborar planes maestros para museos y galerías.

Las tareas que ha emprendido han sido tan largas como una década invertida en modernizar el Neues Museum de la capital alemana.

Hoy día, tiene en marcha la concreción de varios encargos: el Centro Nobel en Estocolmo, una nueva sede para el Kunsthaus Zurich en Suiza; la restauración de la Galería Nacional Neue en Berlín, una torre de usos mixtos con vista al Bryant Park en Nueva York o el Palacio de Justicia en Salerno, Italia.

El estado de gracia permanente de Chipperfield se manifiesta de varias maneras. Una destacada: su taller ha conseguido más de una centena de premios y distinciones.

Los reconocimientos han sido otorgados por entes de la talla del Royal Institute of British Architects, la Royal Fine Art Commission y el Instituto Americano de Arquitectos. En 2007 recibió el Stirling Prize y en 2011 el Premio Mies van der Rohe. El Pritzker no le ha sido concedido, pero eso no le quita el sueño.

También en 2011 recibió la medalla de oro RIBA Royal. Dos años después le otorgaron el Premio Imperial de la Asociación Japonesa de Arte en reconocimiento a su trayectoria.

La buena fama de su despacho está fundada en una directriz en apariencia elemental. DCA propone lo que puede construir. Su proceso pasa por refinar las ideas hasta aterrizar el problema y arribar a una solución dotada con una coherencia arquitectónica, intelectual y social.

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Museo de Literatura Moderna, Alemania. Foto: View Pictures/Getty Images

FAMOSO

Fue profesor en la Staatliche Akademie der Bildenden Künste (Academia Estatal de Artes Plásticas), en Stuttgart y profesor visitante de la universidad de Yale. Ha dado charlas sobre su ideario en escuelas en Austria, Italia, Suiza, Gran Bretaña y los Estados Unidos. En 2012 lo designaron curador de la Muestra Internacional de Arquitectura de la Bienal de Venecia.

Es miembro honorario del Instituto Americano de Arquitectos y de su homólogo alemán, la Bund Deutscher Architekten.

Es miembro de la Orden del Imperio Británico desde 2004. En 2009 le entregaron la orden al mérito de Alemania.

Con frecuencia aparece en las páginas de medios de comunicación debido a su arte y a sus posturas en torno a acontecimientos como el brexit (la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea).

La obra arquitectónica, indicó en una entrevista para El País, debe responder a su tiempo y aspirar a la permanencia. Criticó que, por estos días, las construcciones están hechas de superficies. En su firma, en cambio, no han perdido de vista un postulado: “la sustancia es la dimensión no hablada de la arquitectura”. En DCA, según su fundador, buscan la manera de construir sin revestir aunque eso signifique nadar contra corriente. Sobre las directrices de su proceso creativo, destacó que no diseña sino aquello que sabe construir, si eso implica reducir la ambición de sus proyecciones también es una forma de asegurar la calidad estructural.

Este artista de los materiales se formó en los sesenta del siglo pasado. Destaca que en esa época el interés por la historia estaba de vuelta y había crisis económica (y poco empleo), hubo mucho diálogo, mucha teoría sobre la necesidad de reconsiderar la relación entre ciudad y sociedad.

Sobre el brexit no fue necesario que lo entrevistaran: escribió una carta abierta y la publicó en el rotativo inglés The Guardian. En su texto Chipperfield indicó que un amplio sector de las industrias artística y cultural está preocupada por el efecto que tendrá la salida de Reino Unido de la asociación de países del Viejo Continente.

“Muchos creemos que tendrá profundas consecuencias negativas derivadas de una severa restricción al intercambio de información, ideas e influencia”, expuso y enseguida destacó que las islas británicas han obtenido cuantiosos beneficios de la transferencia de conocimiento y el influjo de ciudadanos europeos.

El proyectista incluso consideró que en el proceso de separación de la UE, Gran Bretaña corre el riesgo de perder su dignidad.

Chipperfield también ha manifestado su oposición al brexit en foros de su disciplina. En agosto pasado, dentro de su participación en la Conferencia Internacional RIBA (Real Instituto de Arquitectos Británicos) en Londres, afirmó que la salida de Reino Unido de la agrupación de naciones con sede en Bruselas es una “pérdida impactante”. Uno de los efectos nocivos, señaló, es que Gran Bretaña quedará asilado.

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The Hepworth Wakefield, Reino Unido. Foto: View Pictures/Getty Images

COMUNIDAD

Si algo quedó claro cuando adoptó el papel rector en la Bienal de Venecia en 2012 fue su interés por hallar los puntos de convergencia. Eligió el tema del “común denominador”; su intención: promover la comunicación entre colegas de distintos lugares.

Definió al ejercicio como una oportunidad para incitar a los profesionales de los materiales a considerar no aquello que los identifica por separado sino a poner el foco en los elementos compartidos, desde las condiciones en que se practica la profesión hasta las influencias y las preocupaciones.

Buscar las conexiones, empoderar la colaboración y el diálogo, recopilar historias y afinidades que enmarcan y contextualizan el trabajo fueron algunos de los objetivos perseguidos.

“Deseo promover el hecho de que la arquitectura está conectada a un nivel interno, intelectual y práctico”, expuso.

Su práctica transnacional avala tal visión incluyente: DCA está repartido en Asia, Europa y América y sus cuatro oficinas emplean a más de 200 personas.

La obra de Chipperfield, una “arquitectura impactante que no clama por atención”, dicen en un artículo del rotativo The Spectator, contribuye a demostrar que los diseños modernos pueden coexistir con su entorno siempre y cuando haga algunas concesiones al estilo y el paisaje locales.

¿Cómo construyes algo en un sitio de modo que parezca que ese inmueble pertenece a ese lugar? El dosier del proyectista londinense contiene múltiples respuestas a esa pregunta.

En cuanto a la participación social en la ejecución de los proyectos, considera que la opinión de los ciudadanos es clave, pero un edificio no puede ser una democracia en la que cada paso sea objeto de consulta popular.

No obstante, no es optimista con respecto al papel de los profesionales de los materiales en el orden actual. Declaró al medio inglés que “la forma del mundo ya no la deciden ni los urbanistas ni los arquitectos, es el beneficio comercial quien manda”.

POLÉMICO

Esa palabra ha acompañado al arquitecto londinense desde muy temprano en su carrera. Por ejemplo, en sus inicios, le construyó una casa a su amigo fotógrafo Nick Knight y algunos de los vecinos hicieron campaña contra la obra. Las quejas llegaron, con forma de carta, al príncipe Carlos. Al recordar ese incidente, el proyectista comparte su conclusión: el problema no era tanto la casa sino que la definición de 'acogedor' que tenían los vecinos quejosos había sido retada.

A mediados de la década pasada, Chipperfield y el español Fermín Vázquez, se encargaron de ejecutar en Valencia el Veles e Vents, un edificio para la Copa América de Vela celebrada en Valencia en 2007 con una inversión de 35 millones de euros.

En una conferencia, el inglés dijo que los acabados de la estructura de amplias terrazas eran rubbish (basura) debido a las prisas impuestas para su entrega. El comentario llegó a la prensa y se armó una polémica acrecentada por la indignación de autoridades valencianas.

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Estudio Gormley, Reino Unido. Foto: View Pictures/Getty Images

A principios de 2010, la edificación acabó sumida en abandono. El año pasado reabrió sus puertas, aunque concesionado al Grupo Heineken y a la empresa de restaurantes La Sucursal. El Veles e Vents fue cedido por un periodo de siete años. La renta es de 360 mil euros y sus concesionarios se encargan de darle mantenimiento.

En el apartado de polémicas recientes se encuentra la iniciada por un grupo británico de conservación, la Sociedad del Siglo XX, contraria a los planes de David Chipperfield Architects para transformar la embajada de Estados Unidos en Inglaterra en un hotel de clase mundial.

El proyecto elaborado por DCA incluye ampliar el sexto piso, crear un espacio de doble altura. Según la asociación de protección del patrimonio eso significa ocasionar “un daño significativo y sustancial al carácter del edificio” diseñado por Eero Saarinen. La firma del londinense ganador del Mies van der Rohe lo transformará en un hotel de lujo con restaurantes, tiendas comerciales, un espá y un salón de baile.

El colectivo del siglo pasado considera que la propuesta arquitectónica va más allá de lo necesario al involucrar, además de la ampliación ya comentada, tareas como: remoción de las escaleras y demolición de parte del espacio interior.

Una compañía catarí compró el número 24 de Grosvenor Square. El cuerpo diplomático estadounidense se trasladará a una nueva sede que, de acuerdo con información en el portal de la embajada norteamericana, sigue en desarrollo.

ACTIVO

Las críticas, sin embargo, no merman el buen cartel de Chipperfield. En octubre pasado el Instituto de Arte de Minneapolis contrató a su despacho para elaborar un plano maestro que les permita superar el reto del 'tremendo crecimiento', en términos de afluencia, registrado en años recientes.

El diagnóstico del IAM es que sus colecciones van en aumento y se requieren mejoras dado que las exhibiciones y los programas abiertos al público han contribuido a registrar marcas de visitantes en los últimos años.

La dirección del centro cultural quiere asegurarse de que tiene las instalaciones adecuadas para “proveer experiencias inspiradoras”.

La valoración del IAM es que la firma con oficinas en dos continentes comprende las necesidades de los museos y los ayudará a conseguir ese objetivo.

El reto es definir una estrategia para el futuro en la que tengan lugar zonas para la convivencia y espacio extra para almacenamiento.

El restaurante y el auditorio también serán renovados para mejorar el paseo de los visitantes.

ARQUITECTO NOBEL

Chipperfield no ha ganado el Pritzker, considerado el Nobel de la Arquitectura, pero eso no le quita el sueño. Entre sus logros está el haber sido seleccionado para edificar el nuevo Centro Nobel.

Está previsto que a partir del próximo año la entrega de premios se efectúe en el inmueble proyectado por el londinense. Ganó gracias a un planteamiento que contempla un exterior elegante, un lustre atemporal y una identidad propia. La visión de su despacho empató con el deseo de la Fundación Nobel de levantar una estructura abierta y acogedora.

Una parte importante del prestigio de quien trabajara en sus inicios con Norman Foster se debe a su labor con el Neues Museum, situado en la Isla de los Museos de Berlín.

Ese edificio se llevó una década de rescate, reconstrucción y construcción. El plan acuñado por el proyectista no se limitó a reconstruir lo perdido, también se propuso rescatar lo que había sobrevivido al conflicto bélico más importante del siglo pasado.

La idea de Chipperfield consistió en aprovechar el pasado y a partir de él moldear una edificación en la que se resume lo mejor y lo peor de la historia humana.

El museo berlinés no es sólo un elemento emblemático del dosier del británico también es un fiel retrato de su vocación por forjar obras orientadas hacia la permanencia.

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