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Los síntomas asociados nos presentan a un menor que se irrita con facilidad, que muestra retraso en su crecimiento y que se queja de dolor óseo.
Hay un trío indispensable para el correcto desarrollo de la estructura humana: el calcio, el fósforo y la vitamina D. Esos componentes contribuyen a la buena marcha de los huesos. La falta de la tercera integrante produce un padecimiento denominado raquitismo.
Este mal se presenta con más frecuencia en pequeños entre los tres y los 18 meses de edad. El raquitismo nutricional en los infantes produce deformidades óseas, dolor óseo, convulsiones y retardo en el desarrollo motor.
Hay dos tipos de vitamina D: la D2 (ergocalciferol) se sintetiza en las plantas mientras que su hermana, la D3 (colecalciferol), es sintetizada por mamíferos. En los humanos, es un producto que resulta de la piel expuesta a los rayos del sol.
El agente vitamínico se involucra en muchos procesos metabólicos más allá de la integridad del hueso y la homeostasis (conjunto de procesos para mantener un equilibrio) del calcio. Por ejemplo, es un agente esencial para que la absorción de ese elemento en el intestino.
Si bien hay varias causas que tienen como resultado al raquitismo infantil, la más frecuente es la disminución en la producción de vitamina D por parte del organismo o cuestiones como la disminución en la ingesta de esa sustancia, los niveles bajos de la madre durante el embarazo, una alimentación exclusiva con leche materna, y una mala absorción intestinal.
CLIMA
Menos del 10 por ciento de la vitamina D que circula por el organismo se obtiene de la dieta. Prevenir está afección puede hacerse con el simple acto de salir a la calle. Hay lugares, en el norte de Estados Unidos, en los que media hora por semana de exponer a la luz del día a un niño en pañal o bien dos horas por semana en un pequeño vestido mantienen la vitamina en niveles adecuados.
Sin embargo, lo común es que no se tengan datos sobre la hora del día, la estación del año, la forma en que afecta la pigmentación de la piel en una determinada región, o la manera en que influyen la latitud de un lugar, la permanencia a la sombra o la contaminación del aire en la síntesis cutánea.
Además, la cantidad de piel que se expone a la luz natural también determina la cantidad de vitamina D que se sintetiza. Estudios sobre el tema han encontrado que un bebé con vestido completo requiere cuatro veces más exposición al sol en comparación con un niño que sólo lleva un pañal. Es científicamente aceptado que exponer al menos un 20 por ciento de la superficie corporal debe estar bajo la energía ultravioleta para aumentar la concentración sanguínea de vitamina D.

Foto: Hospital Yashoda
DIAGNÓSTICO
Son factores a considerar, dentro de una evaluación por posible raquitismo, que el bebé haya nacido de forma prematura, cuánta exposición tiene a la luz solar, la pigmentación de la piel.
Se debe tener en cuenta la posibilidad de que el paciente padezca una enfermedad crónica subyacente o con riesgo aumentado de déficit para la absorción de calcio o bien una baja producción de vitamina D. El catálogo incluye cuestiones como insuficiencia renal, trastornos de la absorción intestinal y de la desnutrición.
Llevar una dieta con alto contenido en fitatos (inhibidores de la asimilación de minerales, se encuentran en muchas plantas) o padecer una enfermedad crónica de la piel que requiera el uso frecuente de las hormonas llamadas corticoides tópicos.
Son candidatos a padecer esta afección lactantes que se alimentan solamente de leche materna y cuyas madres no se exponen a los rayos ultravioleta y siguen rigurosas dietas vegetarianas con alto contenido en fitatos.
Los síntomas asociados nos presentan a un menor que se irrita con facilidad, que muestra retraso en su crecimiento y que se queja de dolor óseo.
Los signos incluyen la ampliación de las muñecas y tobillos, la aparición de alguna prominencia en las uniones cosocondrales (rosario costal) craneotabes (ablandamiento de los huesos del cráneo), una reducción del crecimiento en general, el retraso en la erupción dental, hallar un esmalte dental de mala calidad y sufrir una mayor susceptibilidad a la caries dental o a las infecciones.
Hay casos en que también se registran convulsiones por hipocalcemia (bajos niveles de calcio).
Los niños que desarrollan deficiencia de vitamina D con hipocalcemia pueden manifestar episodios de apnea (problema respiratorio), sibilancias (ruido agudo en el área bronquial), debilidad o reflejos exaltados.
Incluso una miocardiopatía puede estar asociada a una deficiencia grave del agente vitamínico.
Además, hay alteraciones óseas, dentales y musculares.
PRUEBAS
Una radiografía de rodilla y de muñeca es un auxiliar común para verificar si hay problemas de raquitismo. También se hacen estudios para medir el nivel sérico (la concentración de sustancias en la sangre) del fósforo, el calcio, la fosfatasa alcalina, la hormona paratiroides y demás.
Es complicado documentar la primera etapa de la enfermedad, la temprana, que se caracteriza por la pérdida de densidad ósea.
La segunda fase, la moderada, trae consigo un aumento en los niveles de PTH (hormona que interviene en la regulación de calcio y fósforo) y dolor de huesos.
En el nivel más avanzado se observan cambios óseos más graves.
En contra de la salud del paciente juega el hecho de que la deficiencia de la vitamina se produce meses antes de que el raquitismo sea evidente mediante un examen físico.
Para prevenir este mal en lactantes, niños y adolescentes se recomienda una ingesta de vitamina D de por lo menos 400 unidades internacionales al día (UI/d). Cuando ya se tiene estomago para ello, el tratamiento contempla el consumo de alimentos como pescados (salmón y sardinas), aceite de hígado de bacalao, hígado, carnes y yema de huevo.
No obstante, debe tomarse en cuenta que la preparación de estos comestibles puede afectar el contenido nutricional. La fritura de pescado reduce el contenido de vitamina D activa en un 50 por ciento.
Si se sigue el tratamiento prescrito por el médico es posible hallar evidencia que el paciente ha mejorado sustancialmente entre quince días y un mes después.
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