"No, no sufro de amnesia, sólo me acuerdo de lo bonito y de lo que quiero acordarme. Se llama memoria selectiva y es muy saludable tenerla". Mario Benedetti
(Primera parte)
Qué gratos recuerdos guardo del ciclo escolar 1953 - 1954 cuando cursaba el sexto año de instrucción primaria en la Escuela Artículo 123 Miguel Hidalgo, ubicada en la Colonia Sarabia en Nueva Rosita, Coah., donde nuestro maestro de grupo era el Profesor Luis Romero de León.
Este grupo estaba integrado, de acuerdo a la fotografía que era tradicional se tomara antes de finalizar el ciclo escolar, por 47 niños, 22 niñas y 27 niños, que nos encontrábamos en el período de transición de esta etapa a la de la pubertad, pues la mayoría fluctuábamos entre los doce y trece años, aunque al revisarla detenidamente, veo que en ella no se encuentra mi buen amigo Luis Rangel, quien con el devenir de los años y de las décadas, falleció siendo un adulto joven, de tal manera que al menos éramos un grupo de 48, a reserva de que algunos otros niños no hubieran estado presente el día de la toma de la fotografía.
Recuerdo perfectamente la noche de la "graduación", a donde fui acompañado de mi hermano, Pedro, y de nuestro buen amigo, Guillermo Adalberto Garza Garza. Guardo en mis archivos el original del Certificado de Primaria, el cual veo está firmado por el Profesor Juan Galván García.
A partir de ese día, de esa noche, cada uno de nosotros tomamos otros senderos, fuimos tras de lo que nuestro destino nos tenía reservado y lo que recuerdo perfectamente es que tan sólo una de las compañeras, María del Consuelo Leija, se inscribió en la Secundaria Federal, quien al concluirla se trasladó a Saltillo para ingresar a la Normal del estado; muchos años después, la vuelvo a ver ya convertida en Maestra Normalista en compañía del que supuse era su esposo y ya jamás volví a saber de ella.
A un número muy reducido nos inscribieron en alguna de las academias comerciales que había en la población y que fueron: Jesús Martínez Favela, Ramiro Velasco Morales, Raúl Castañeda y yo, y una niña de nombre Olga Susana Romero Núñez ingresa a otra academia comercial que era manejada por un grupo de religiosas en lo que aun en la actualidad se le conoce como el "Colegio de la Paz", quienes a través de tres años nos convirtieron en Auxiliares de Contador y Estenógrafos, buenos para teclear en máquina de escribir, tomar con rapidez dictados a través de la taquigrafía Greg; salíamos con habilidad para redactar una carta, un documento, eso sí, con muy buena ortografía, que por cierto era la materia "coco", pues la maestra Chila que la impartía era más que exigente. ¡Cuánto se lo he agradecido a través de los años! Salimos con conocimientos de contabilidad y algo más: ¡Con muchos deseos de trabajar!
Los demás niños ya no tuvieron ninguna instrucción superior y creo que al poco tiempo ya estaban trabajando en lo que saliera, las niñas también no tuvieron mucho futuro y a los pocos años ya se convertían en unas precoces mamás.
En la fotografía de este grupo que guardo como un gran tesoro y de un valor incalculable, reviso cara por cara a cada uno de ellos y son pocos los nombres que recuerdo; sin embargo, no se me han olvidado los de María de Lourdes Sánchez Espinosa; Olga Susana Romero Núñez, una niña que en compañía de sus padres y varias hermanas y un hermano llegaron a la colonia donde nosotros vivíamos procedentes de la Ciudad de México; Candelaria Cisneros; Ludivina de las Fuentes, a quien tuve el gusto de saludar en octubre del año pasado en la reunión anual que se organiza para celebrar un año más de haber salido de la Academia Comercial Minerva (1954 - 1957), y que precisamente este año nos volveremos a reunir para celebrar el 60 aniversario, convertida ya en una orgullosa mamá, abuela y bisabuela; María del Consuelo Leija; los rostros de las demás niñas me son familiares, pero a través de más de 60 años se han borrado sus nombres.
Del grupo de niños recuerdo los nombres de: Raúl Castañeda, Eduardo Gómez, ya fallecidos, lo mismo que mi amigo, Ramiro Velasco Morales, a quien en el transcurso de los años nos volvimos a cruzar en el camino y hasta compadres nos volvimos; los tres "jesuses": Jesús Martínez Favela, Jesús Martínez Aranda y Jesús Baeza; Agapito Ibarra, Ezequiel Olivares, Daniel Cortés y Edelmiro González, quienes nos hemos vuelto a encontrar en algunas ocasiones y… ¡párele de contar!, las caras de los demás también me son familiares, pero ya no recuerdo sus nombres.