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él también quiere ser médico

Dr. Leonel Rodríguez R.

(Primera parte)

"Aférrate a tus sueños y éstos tarde que temprano se harán realidad".

Qué bien aproveché mi estancia de tres semanas en Nueva Rosita, Coahuila, del 6 al 27 de mayo. Uno de los fines principales fue acompañar a nuestra buena amiga, Lupita Fernández Garza, quien desde hace diez años ha logrado reunir a un buen número de egresados de la Generación 1954 - 1957 de la Academia Comercial "Minerva", y que en esta ocasión, fue la homenajeada con el festejo que le organizó su numerosa familia a celebrar su arribo, al igual que yo, al 75 aniversario de su natalicio, pues para hacer honor a la verdad, no es nada fácil recorrer tres cuartos de siglo, donde fue acompañada de hijos, nietos y un numeroso grupo de buenos amigos, entre los que se contaba con la presencia de los que hace cerca de sesenta nos graduamos de este centro de estudios, entre los que pudimos saludar a un buen número de ellos, acontecimiento que se efectuó la noche del 6 de ese mes, donde se brindó y se le manifestaron los mejores deseos.

Aprovechando mi estancia en tan querido lugar, la mañana del lunes 8, hice acto de presencia en las instalaciones de la Escuela Primaria "Miguel Hidalgo", ubicada en la Colonia Sarabia, donde localicé a su Directora, la Profesora Cristina Mendoza Salazar, a quien quería hacer entrega de un mensaje titulado "El reclamo de un niño", el cual semanas anteriores había escrito en honor del Profesor Luis Romero de León, quien precisamente había sido mi maestro de sexto año en el ciclo escolar 1953 - 1954, hacía ya 63 años, en esa misma escuela y como testimonio de agradecimiento tanto para él como para mi escuela primaria, quería hacer entrega de una copia escrita y otra copia de su publicación días más tarde.

Después de algunos minutos de una amena charla con la señora directora, que me contaba tener 19 años al servicio del magisterio y cinco meses como directora, y algunas maestras más que esos momentos la acompañaban, compartí con ellas algunos de mis tantos recuerdos y anécdotas de los años que en ella había cursado, tales como el segundo, tercero, cuarto y sexto grado, así como la mención de algunos maestros que en ella laboraban en aquellos entonces y viene a mi mente el recuerdo del director, el Profesor Juan Galván García, cuya firma aparece en el certificado de instrucción primaria del cual conservo, ya no el original, pero al menos una copia, y sobre todo, unas fotografías del grupo del tercero y sexto grado que como un tesoro invaluable guardo con gran celo.

Deseando recorrer cada lugar, cada aula, al menos por fuera, la maestra y directora Mendoza Salazar encomendó al maestro Humberto Bustillo García para que en su compañía recorriera la parte central de sus instalaciones donde en forma de U se ubicaban por la parte interna cada una de las aulas, observando que años después se habían construido más de ellas, ya que en mi época, recuerdo había al menos dos salones para los primeros cuatro grados y tan sólo un grupo para los dos últimos años, quinto y sexto, y que en la actualidad habían aumentado en un número no determinado, ya que en aquellos años de mediados de la década de los cincuenta, lo que era el auditorio al aire libre, se encontraba fuera de las últimas aulas, y en esta visita, apreciaba que el mismo ya quedaba dentro del total de salones, preguntando al Maestro Beto si era un auditorio nuevo, me comentaba que era el mismo de hacía más de seis décadas, lo que hizo que de forma más que vertiginosa me llevara a los últimos días de junio, pero de 1954, cuando se efectuaba la ceremonia de graduación, donde nuestro señor director, el Profesor Galván García, acompañado muy seguramente por todo el grupo de maestros, entre ellos, el de sexto año, el Maestro Luis Romero de León, nos hacía entrega de ese documento que para la mayoría de los egresados fue el único documento académico que lograron obtener a través de toda su vida, ya que en otras remembranzas mencionaba que del total de los 57 niños que aparecemos en la foto de fin de año escolar, tan sólo una niña se había inscrito en la única secundaria que en la población existía.

De los demás del grupo, a un número muy reducido de niños, nos habían inscrito en alguna de las academias comerciales que tanto abundaban por aquellos años de la década de los cincuenta, y para el resto de ellos, ya no hubo más instrucción escolar.

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