Foto: Notimex/ Sandra Santana
El espectáculo de ver a la mariposa monarca no sólo es apreciado por turistas que llegan desde lejos sino por pobladores cercanos al santuario. Para estos últimos, la temporada de lepidópteros significa sustento.
En la frontera del Estado de México y Michoacán se localiza la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca donde se pueden encontrar los cinco santuarios más conocidos de esa especie.
Para empezar, El Rosario y sus casi 40 años abierto al público; en otro, el Sierra Chincua, declarado por las autoridades federales área natural protegida, se permitió la entrada al turista a partir de 1996; a La Mesa, El Capulín y El Cerro Pelón también llegan viajeros de todo el mundo.
Ambrosio Martínez, estudiante de secundaria, se prepara durante ocho meses para ser guía en el santuario y apoyar a su familia, no sólo económicamente sino conservando la tradición de su padre y abuelo de proteger a la mariposa, "un regalo de Dios".
La temporada, de noviembre a marzo, es importante para las familias de la zona, la derrama de la actividad turística es su principal sustento.
Con tenis, pantalos de mezclilla y camisa de cuadros, Ambrosio camina con el orgullo de la tradición. Indica al visitante el sendero del santuario y explica las reglas que debe seguir. El recorrido se hace a caballo o a pie, esta última opción es para quienes tienen buena condición, el camino de terracería y de subidas no cualquiera lo resiste, menos a tres mil metros de altura sobre el nivel del mar.
“No usar flash, no correr, no gritar, porque, aunque no escuchan, perciben con sus antenas los movimientos y se pueden espantar y alejarse”, explica el estudiante mientras se acomoda la mochila donde carga un compendio de conocimientos.
“Cada año el comisario vende libros para que el que quiere ser guía, uno se tiene que preparar”, explica.
Ambrosio comparte sus conocimientos no sólo de la mariposa sino de todo lo aprendido en sus 11 años de edad: “Existen 36 ejidatarios, con sus respectivos puestos de comida o artesanías, en más de 300 hectáreas que comprenden este santuario”.
Su labor le reditúa una ganancia de 300 a 400 pesos diarios, “la propina es voluntaria”, dice.
Su padre y su hermano también son guías de temporada; su madre y hermana rentan un local para vender comida.
Con el sol la mariposa despierta de su letargo y el turista puede apreciar su vuelo; sin rayos, comenta Ambrosio, "con el frío se pega a los árboles y a veces vienen de tan lejos y no ven nada", y sigue, “agarran energía del Sol y se alimentan del néctar de las flores y de los nacimientos de agua, con el frío se duermen en el oyamel, cierran sus alas y así permanecen, si hace frío dos semanas, dos semanas se quedan ahí”.
El oyamel, llamado abeto sagrado porque al final de sus ramas forma una cruz, es un árbol húmedo que desprende una resina la cual sirve de alimento para las mariposas. Hasta donde alcanza la mirada, Sierra Chincua está repleta de esta especie de árbol.
La mariposa monarca llega a los bosques de Michoacán y del Estado de México los primeros días de noviembre y se va a finales de marzo.
Los guías comentan que la mejor temporada para verlas es en febrero porque comienzan a despertar, aunque también es asombroso ver los árboles repletos de sus dormidas huéspedes durante los meses de diciembre y enero.
Ambrosio explica las diferencias existentes en la pareja de la Danaus plexippus: “el macho tiene dos puntitos negros y las hembras tienen sus venas más gruesas y su color es más oscuro, la parte del gusanito, el macho la tiene puntiaguda".
El pequeño comparte su inquietud por la falta de leyes al otro lado del río Bravo que protejan a este insecto.
“Las mariposas vienen de Texas, Estados Unidos y Canadá, en Estados Unidos por ejemplo, las compran, son utilizadas para soltarse en bodas, las meten en frascos, las cazan y las encierran para pasarlas a ver y no hay ninguna ley que lo prohíba”, comenta.
Se nota su impotencia, la mariposa monarca es para ellos, algo que Dios les dio, una fuente de trabajo y de sustento. Por ello no la matan ni la lastiman, al contrario, cuidan de ella y de sus dominios invernales.