Preparados. Manifestantes vinculados al movimiento 'Viene a la calle' instalaron un inflable con la imagen de Lula.
El hombre que sacó a millones de brasileños de la miseria, el que terminó dos mandatos consecutivos con una popularidad de más del 80 por ciento, el que fuera probablemente el personaje más querido de Brasil, sentado en el banquillo.
Esa es la escena que esperan ver hoy millones de brasileños por televisión: el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva respondiendo a un interrogatorio sobre graves acusaciones de corrupción.
"Estoy ansioso por esa declaración, será la primer oportunidad que tendré de saber cuál es la acusación contra mí y qué tipo de prueba tienen", dijo Lula recientemente en una entrevista con la radio O Povo.
Lula acumula cinco causas abiertas en la Justicia por presuntos delitos de corrupción, aunque este proceso está relacionado con haber aceptado un apartamento de lujo de manos de la constructora OAS a cambio de maniobrar a favor de la empresa.
Será interrogado por el juez de la Operación Lava Jato, Sérgio Moro.
"La cuestión no es si Lula es corrupto o no. La cuestión es si será capaz de darle la vuelta a la situación y aparecer como víctima de una persecución", explicó Emir Sader, experto de la Universidad Estatal de Río de Janeiro en los Gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT).
Sin embargo, el caso no parece afectar a su popularidad: según el instituto Datafolha, se llevaría el 30 por ciento de los votos en la primera vuelta de las elecciones de 2018, aunque aún no oficializa su candidatura.
Miles de simpatizantes del expresidente ya acampaban ayer en las calles de Curitiba para mostrarle apoyo.
Se espera la llegada de más de 60 autobuses. La ex presidenta Dilma Rousseff también se acercará a arroparle.
