Viviendo sin explicaciones
Vivimos en una sociedad que le ha dado mas importancia a las explicaciones que aceptar la comprensión, mientras el juicio sigue cobrando vida, siempre habrá cuestionamientos que pedirán una explicación. Las explicaciones no son malas porque sirven para resolver problemas personales, pero cuando son expuestas de manera no razonable, el cuerpo queda con mayor tensión, dejando exhausta su vida espiritual por no saber qué contestar.
Hay momentos que le dan más importancia a cuestionamientos, pero no se valora la comprensión cuando se requiere necesitarla. Podemos socializar con los demás sin hacer tantas preguntas necias que incomodan.
Por ejemplo, hay algunas personas que no saben dominar ese momento borchonoso que tratan de esquivar las preguntas utilizando la mentira, las excusas baratas o culpando a los demás para evitar tanta incomodidad.
No es una obligación contestar a esas preguntas, hay una manera de mantenerse firme entre tantas preguntas, como quedar en silencio cuando no hay nada que decir, que en vez de mentir o quedar molesto.
El silencio es una respuesta sabia y educada que utilizan las personas discretas para proteger su vida personal, o respetar a otros, no es correcto divulgar la privacidad de esa manera, la persona refleja educación para mantener la armonía con los que están a nuestro alrededor.
Aprendamos a valorar más la comprensión y cuestionar menos de esa manera se evita un conflicto o molestias, no podemos vivir siempre dando explicaciones. Es un buen remedio para la salud física y mental.