El lugar del postrero
El ser humano tiene la capacidad de conseguir a toda costa para ser el único y el primer lugar que dirige la naturaleza y espiritualidad del hombre. Estos parámetros de personalidad pueden ser tanto positivos para potencializar y negativos para corregir y así buscar el equilibrio en calidad de vida. Pretender ser el número uno denota la naturalidad en el hombre.
Las personas que son regidas por el número uno, son fuertes en sus decisiones y logran tener todo con facilidad y sin batallar. A este tipo de personas les gusta destacar en la sociedad, sobresalen con facilidad en las competencias, apoyándose con su propia fuerza física, títulos o experiencias, pero nunca llevan una vida ordenada y en equilibrio se reconoce a si misma y se olvidan de Dios y de las demás.
La naturalidad de quienes son el número uno, no conocen la misericordia, son extremadamente perfeccionistas, egoístas y ambiciosas de manera negativa, pueden hacer sus sueños realidad, despejando cualquier obstáculo. Se enorgullece cuando celebra sus logros por la satisfacción que le llega de su trabajo o de cualquier medio.
A su vez, tienen una sensación de frustración por no tener lo que esperaba, pero esa sensación es por la ausencia de Dios sobre sus vidas. Y a final de cuentas, se quedan en el olvido ocupando el último lugar.
Según la Biblia, Dios es sólo el primero y con el mismo los postreros, esto da a entender, que los que se quedan en el último lugar son sabios y no pretenden honores en vano, ni se satisface con reconocimientos, quedando siempre en el último lugar. Él conquista sus sueños sin intimidarse por el tiempo, se alegra y lucha en silencio, porque es parte de su equilibrio espiritual. A los postreros no les importa quedarse atrás, porque este tipo de personas siempre son el primer lugar para Dios.
Su triunfo por parte de la felicidad interna que lleva en su alma. "Los últimos serán los primeros y primeros los últimos".