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ENFOQUE

Margarita y Benito

Margarita Maza de Juárez y Benito Juárez.

Margarita Maza de Juárez y Benito Juárez.

RAUL MUÑOZ DE LEON

El próximo martes se cumplirán 145 años del fallecimiento de uno de los mexicanos de mayor estatura cívica y política; del mexicano que rescató la República; que salvaguardó la Patria, primero de los conservadores...

Nacionales que la habían traicionado, y después de los franceses invasores; católico, liberal y masón: Benito.

Es propicia la ocasión del aniversario citado para ahondar en episodios de la vida de la esposa de este mexicano grande que enfrentó con valentía, primero a Santa Anna, frívolo, despreocupado, "valemadrista" (para huir de los problemas se refugiaba en su hacienda Manga de Clavo, en Veracruz) y a su grupo de traidores; y luego a Maximiliano, soberbio, altivo y medroso, (escondido en las faldas de Carlota) que es decir a Napoleón III. Es frecuente y común que cuando se habla del nacido en San Pablo Guelatao, se haga referencia de "rebote" o por mera coincidencia de quien fue su compañera, su apoyo, su amor, su vida: Margarita.

En verdad, ninguna pareja tan "dispareja" como la formada por este matrimonio. No obstante las marcadas diferencias entre ambos -edad, posición social y origen étnico-, Margarita mantuvo siempre apoyo y lealtad a su marido, a pesar de no coincidir muchas veces en las atrevidas ideas y acciones de quien fuera el Benemérito de las Américas. Benito nace en 1806, marzo 21, mientras Margarita en marzo 29 de 1826; veinte años de distancia, y cuando contraen matrimonio el 31 de julio de 1843, él ya tiene 37 y ella sólo 17, casi una niña.

Ella nace en Oaxaca, hija del genovés emigrado Antonio de la Maza y de la oaxaqueña Petra Parada; menor de cuatro hijos (algunos opinan que fue hija adoptiva): Manuel, Juana (esposa del licenciado Manuel Dublán) y José, en un hogar de vida cómoda y educación refinada, de elevada posición social; él nace en San Pablo Guelatao de la sierra zapoteca, y a los quince años aún no habla español. Claro que logra a base de esfuerzo y estudio, pero sobre todo por su preclara inteligencia y talento, elevarse y destacar en la política, primero en la de su Estado y luego en la nacional, hasta llegar a la Presidencia de la República.

Margarita no es bella, pero sí posee porte, distinción y elegancia, con un aire de majestuosidad, atributos que le permiten sobresalir y destacar entre sus compañeras de escuela, y aún sus familiares; Benito es bajo de estatura y con claros rasgos indígenas. Pero se enamoran y juntos peregrinan por la vida, poniendo muchas veces su amor a prueba, resistiendo las vicisitudes y obstáculos que encuentran en un camino escabroso y lleno de peligros. Benito se "echó" la Patria al hombro y recorrió el territorio nacional entero. . . arrastrando con él a su esposa.

Procrearon doce hijos (9 mujeres y tres varones). En 1853, Santa Anna destierra a Juárez y éste tiene que huir al norte; María Eustaquia Maza Parada, que tal era el nombre completo de su esposa, dio muestras de su amor por Benito Pablo Juárez García, nombre completo del gran mexicano, y le refrendó su solidaridad: abrió una tienda en Etla para mantener el hogar de tan numerosa familia, y organizó conciertos y funciones de teatro para obtener recursos y enviárselos a su marido. Salió huyendo con seis hijos y embarazada del séptimo. Para apoyar al esposo en su lucha contra los franceses y conservadores, tuvo que huir a Estados Unidos, concretamente a Washington y Nueva Orleáns; en la travesía, mueren dos de sus hijos varones, José y Antonio, lo cual afecta mucho a Margarita y daña seriamente su salud.

Su elevada posición social y su refinada educación, no le impidieron ser siempre solidaria con los que menos tenían, dedicando su tiempo a recaudar recursos que iban a parar a los hospitales y a familiares de víctimas de la guerra. Se radicó en Washington y al Triunfo de la República regresa a México. Como Primera Dama, Margarita desarrolló una intensa actividad filantrópica.

Se solidarizó siempre con su esposo y su difícil proyecto de Nación, poniendo su vida al servicio de los pobres. Admiraba y amaba al de Guelatao, aunque sus ideas revolucionarias no fuesen acordes al tiempo que vivían. Según algunos historiadores, cuando Juárez toma la decisión histórica de fusilar en el Cerro de las Campanas a Maximiliano, junto con Miramón y Mejía, haciendo tan sólo que se cumpla la ley, Margarita aboga por la vida del austríaco, no porque considerara que no hubiese razón para tan histórico acontecimiento, sino porque se trataba del protegido y primo (¿?) de Napoleón III, emperador francés, y pensaba que las represalias pudiesen ser trágicas para los mexicanos. (Pero éste ya le había retirado el apoyo al de Habsburgo). Juárez la convenció de la necesaria e inevitable medida, como una lección para el mundo de que la razón asistía a México y le daría prestigio y respeto en el concierto de las naciones.

Nació en el seno de un hogar opulento y de elevada condición social. En 1870 una terrible enfermedad comienza a manifestarse en su organismo, y aun así pudo salir al Paseo Bucareli, hasta que en agosto de ese año los médicos le diagnostican cáncer. Muere el 2 de enero de 1871 en la Ciudad de México, a dos meses de cumplir cuarenta y cinco, ante el dolor inconsolable del que fuera forjador de la Patria, quien le sobrevive sólo un año y seis meses, pues Juárez muere el 18 de julio de 1872. Cuarenta y cuatro años vivió la fuente del amor inextinguible del Benemérito; Margarita ayudó y protegió a los más necesitados, y siempre apoyó a su amado Benito, incluso en su lucha contra el poder político y económico de la Iglesia, no obstante el acendrado catolicismo de Margarita y su familia.

El matrimonio Juárez Maza enfrentó episodios heroicos verdaderamente difíciles; lo hizo con estoicismo las varias veces que tuvieron que separarse, así como la muerte prematura de cinco de sus doce hijos; persecuciones, amagos, privaciones económicas, logrando triunfar y alcanzar un sitio esplendoroso en la historia de la Patria. Guillermo Prieto, amigo de Juárez, colaborador y miembro de su gabinete, pronunció una oración fúnebre en el sepelio de Margarita: ¿"Acaso es posible que mueran las personas a las que más amamos?", haciendo alusión al carácter enérgico, decidido, sensible, filantrópico y patriótico de esta excepcional mujer.

Margarita y Benito trascienden los límites de lo etéreo, y él incluso es objeto de inspiración musical: Blas Galindo, Moncayo, Contreras y Ayala Pérez conformaron el Grupo de los Cuatro, y graban el Danzón "Homenaje a Juárez" que inmortalizó al Benemérito de las Américas; cantata a coro, solistas, narradores y orquesta; danzón que ganara el Primer Lugar en un concurso estatal en Jalisco y lo estrenara la Orquesta Sinfónica de Guadalajara en el Teatro Degollado, el 12 de septiembre de 1958; popularizado más tarde por la Danzonera de Sebastián Cedillo y por la Orquesta de Arturo Marques:

"Juárez no debió de morir

¡Ay de morir!;

Juárez no debió de morir

¡Ay de morir!

Porque si Juárez no hubiera muerto,

¡Todavía viviría!;

Porque si Juárez no hubiera muerto:

¡Otro gallo cantaría!

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