El PRI de don Porfirio
La vida de México ha sido propicia para desencadenar la fantasía de los literatos de la historia: la arqueología indígena; la conquista española, en la que nuestras imaginaciones tropicales encuentra estampas parecidas a las de la epopeya griega...
El inmortal Cuauhtémoc, "Águila que cae"; frailes y curas formidables a cuyos pies se postran llenos de fe los nuevos rebaños bronceados de Cristo, o que dan batallas que el mismo César envidiaría; dos emperadores de opereta, reyes de la falsedad, preciosamente disfrazados en el púlpito; y una serie de apóstoles de la libertad, la igualdad y la fraternidad, que explican el porqué de que las naciones vivan, y que justifican el porqué de que los pueblos mueran...
Nuestra historia contiene acontecimientos peculiares y sobresalientes, interesantes y aleccionadores; episodios trascendentes y fundamentales que le han dado vida y sentido al devenir histórico mexicano; etapas y sucesos que pasan ignorados o desapercibidos por la gente común y aun por quienes se dedican al estudio de estos temas. De cualquier modo, el proceso histórico de México es rico en anécdotas y hechos que algunos los tratan de manera seria y solemne; y otros, que son la excepción, con estilo humorístico y sarcástico, para darle sabor a la historia, como lo hace Marco A. Almazán en su libro "Episodios Nacionales en Salsa Verde", cuya lectura recomendamos.
Dando tono serio al hecho histórico, podemos consignar que con el nombre de Científicos se identificó a un grupo de políticos, intelectuales y hombres de negocios, que influyeron en gran medida en la política nacional de los últimos años del régimen porfirista. Hacia 1890 el gobierno de Porfirio Díaz enfrentó una crisis provocada por la pérdida de las cosechas debido a la sequía y a la devaluación de la moneda por la depreciación de la plata en los mercados mundiales, por lo que vio amenazada su reelección en la elecciones federales de 1892.
Ante esta situación, en abril de dicho año nace la Unión Liberal, que nunca fue partido político, fundada por José Ives Limantour, quien llegó a ser titular de Hacienda en el régimen porfiriano; esta organización apoyó la reelección del general Díaz; conocida esta Unión como el Grupo de los Científicos, porque basaba sus argumentos en la teoría positivista de Augusto Comte, y este apelativo se consolidó cuando declararon que se proponían dirigir el rumbo científico del gobierno e influir en el desarrollo científico del país.
Generación nacida entre 1840 y 1856; fue un grupo cerrado, pues sus integrantes no rebasaban el número de cincuenta, destacando entre otros, Francisco Bulnes, Ramón Corral, Diego Casasús, Enrique Creel, Manuel Flores, Landa y Escandón, José Ives Limantour, que fue su ideólogo, Pablo Macedo, Rafael Reyes Espíndola; abogados, académicos, educadores y empresarios prestigiados; la mayoría capitalinos, de vida urbana alejados de la provincia; la gente los consideraba como "niños bonitos" como referencia a que tenían recursos económicos.
Puede considerarse como sus voceros a José María Lozano, Francisco Olaguíbel, Querido Moheno y Nemesio García Naranjo; elocuentes, acuciosos y agresivos oradores; hombres de tribuna y parlamento, a quienes se les conoció como el Cuadrilátero. Los científicos tomaron como modelo a Francia; proponían mejorar la enseñanza pública y la administración de justicia, pero sobre todo su propósito era "alentar y promover una reforma electoral para evitar poner en peligro grave al régimen oligárquico y técnico", del cual eran partidarios. En el fondo cada uno de los científicos abrigaba la esperanza de que don Porfirio lo tomara en cuenta y escogiera como su sucesor.
Dice Luis Reed en Historias Desconocidas: "En 1908, el añoso dictador concede al periodista norteamericano James Creelman la histórica, famosa y célebre entrevista en la que don Porfirio le confió su propósito de dejar la presidencia para el período 1910-1916, declaración que produjo una agitación política en todo el país motivando que muchos grupos y clubes simpatizantes de la reelección, se manifestaran apresuradamente en favor de que el viejo soldado juarista del 2 de abril, continuara en el poder". La entrevista Creelman-Díaz se llevó a cabo en el majestuoso Castillo de Chapultepec.
"Al sentirse presionado, el general presidente decidió pedir la opinión sobre el tema de sus más cercanos colaboradores, de los cuales el más destacado era Limantour, quien en sus Memorias relata que "Un día, después del acuerdo sobre los asuntos de la hacienda pública, el Presidente me hizo alusión a la entrevista con el periodista estadounidense, aparentemente, con el propósito de exponerme la embarazosa situación en que lo ponían las numerosas solicitudes que diariamente y de toda la República recibía, rogándole su consentimiento para una vez más lanzar su candidatura para el período 1910-1016."
Días más tarde en una reunión de amigos y colaboradores, el Presidente Díaz refrendó su intención de dejar el poder, pero agregando que si sus partidarios consideraban que debía seguir en el control del gobierno, aceptaría, pero nada más para facilitar la designación de la persona que como vicepresidente fuera su compañero de fórmula.
En esa reunión Limantour tomó la palabra para decir que "que no era tiempo de dudas ni de vacilaciones, que debía aceptar la candidatura porque, desde su punto de vista, era el mejor medio de asegurar fácil y tranquilamente la trasmisión del poder al vicepresidente, lo cual traería para Díaz la ventaja de ponerse a salvo de imputaciones que algún día podrían levantarse en su contra acusándolo de aspirar a perpetuarse en la Presidencia de la República. Pero que todo el plan, requería para su éxito constituir un verdadero partido gobiernista, unido y disciplinado, con un programa político en el que cupiesen las reformas reclamadas mayoritariamente por la opinión pública; partido y programa que sólo prosperarían si el Presidente, con su inmenso prestigio personal, los patrocinaba y prestaba simultáneamente todo su apoyo a quien fuera su sucesor".
"Hice valer también -dice Limantour en sus Memorias-, la conveniencia de dar entrada a la vida política y a los puestos públicos a los que trajeran consigo ideas, métodos distintos y hasta elementos sociales nuevos que robustecieran y ensancharan los cimientos del gobierno. En apoyo de mi tesis, dije al Presidente que debía empezar la renovación por los que formábamos el gabinete desde hacía ya muchos años, para encontrar menor resistencia con los demás altos funcionarios de la Federación. . ." "Mi argumentación sobre el punto relativo a la organización de un verdadero partido gobiernista descansó principalmente en la inquietud que daba lugar por todas partes la guerra a muerte que unos a otros se hacían ostensiblemente los elementos que rodeaban al General Díaz, no obstante que todos se decían gobiernistas. El único vínculo que los unía era la adhesión personal al Presidente, pero en manera alguna constituían algo que ni de lejos se pareciese a una organización política. Fui tan lejos en mi propósito de convencer al Presidente de la ingente necesidad de dar al gobierno una base firme, y tan amplia como fuese posible, por medio de ese partido, que le dije que la época por la que atravesábamos las condiciones de la política exigían un cambio radical encaminado a favorecer la reconstrucción y el desarrollo político, social y económico del país, tarea para la cual eran imprescindibles los esfuerzos colectivos, y que así como la labor del Presidente merecía los más calurosos elogios por la habilidad con que fue ejecutada durante el primer período, sería igualmente apreciada y aplaudida la que yo proponía que se siguiese ahora".
La idea no le pareció adecuada al General Díaz, según lo reconoce el propio autor de la propuesta, pero lo que hay que destacar en este Enfoque es la audacia de Limantour al proponerle al viejo dictador, prácticamente la creación de un partido que equivaldría al PRI constituido en 1929 por don Plutarco Elías Calles. ¡Crearle a don Porfirio un partido como el PRI que le garantizara su permanencia en el poder!