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ENSAYO SOBRE LA CULTURA

José Luis Herrera Arce

PERDIENDO LA CORDURA

Los tiempos modernos nos hacen perder la cordura. Hace mucho tiempo, que no avisamos nada bueno en el futuro y tal vez eso, nos esté volviendo locos. Pensábamos que nos rodeaban gentes cuerdas, bien aconsejadas por la ciencia. Entre todos nos propondríamos en mejorar las condiciones de vida de esta sociedad.

Los hechos niegan lo anterior. La política no augura nada bueno. Trump se convierte en un símbolo negativo para nuestro futuro; en el país, no se ve la persona con fuerza que se le pueda oponer, por lo menos, en el plano de los discursos. Vuelvo a insistir que desconocemos la historia, la reciente y la antigua. Cuando Hitler subió al poder, el discurso para Alemania era similar. Los derechos preponderantes de una nación en contra de todo el mundo. También, está olvidado lo que significó el muro de Berlín para Europa y la misma Alemania. ¿Qué derecho tiene Nadie de poner muros en las fronteras como si fueran colonias privadas a donde no pudiera a cercarse la humanidad? Tanto se ha vendido la idea del modo americano de vida y la felicidad que significa el capitalismo que ahora ahuyentan a la gente que quiere experimentar lo mismo que han experimentado todos aquellos que llegaron a los Estados Unidos, el sueño americano. Tal sueño se va a convertir en una pesadilla.

Trump acusa a México de haberse aprovechado de ellos. No sabe historia. Se le olvida que se quedaron con la mitad de nuestro territorio en el siglo XIX y que siempre se han aprovechado de las circunstancias industriales y comerciales. Han explotado a los mexicanos siempre que han podido. ¿Ya se olvidaron de Cananea? ¿De cuáles fueron Las causas de la nacionalización del petróleo?

Pero si en el exterior existe la amenaza, en el interior no podemos cantar victoria; desde hace cuánto estamos carcomidos por nuestros propios políticos y la falta de principios morales y éticos que afectan gravemente a nuestra sociedad.

La corrupción ha logrado que perdamos la credibilidad en nuestros gobernantes. No hay rumbo definido para el país; nos sentimos traicionados, que nos han mentido. La realidad es la que nos presentan los recibos a principio de año: Luz, Gas y Gasolina han subido, todo lo demás tiende a incrementarse y la mentira parece querer prevalecer cuando nos dice que eso no va a afectar a la economía familiar. Simplemente nuestro poder adquisitivo va a bajar. Los gobernantes no reconocen esa terrible realidad. Creen que con el discurso barato van a convencer a alguien. La realidad los contradice.

Aunado a todo esto, la inseguridad nacional no ha sido abatida. Como tantas otras cosas, se esconde o se maquilla, como se ha maquillado la ciudad sin resolver sus problemas estructurales, como el drenaje (son obras que no son vistosas). Nos hemos acostumbrado a convivir con el mal y muchos se convencieron de que ese era su camino para salir adelante, aún en contra de su propia dignidad. El dinero fácil y en grandes cantidades a costa del sacrificio de la dignidad humana. La ley se viola y no pasa nada, ni siquiera existe el castigo del repudio social. Los políticos compran voluntades con regalos, y lo mismo hacen los mafiosos en las colonias populares, para que no digan que son tan malos.

¿Nos extraña que un niño se convierta en gatillero? ¿De dónde salió la pistola? ¿Cuáles serían sus relaciones familiares que lo llevaron a tal extremo? En el ambiente, se respira esa prepotencia. La sociedad es la que está desquiciada. Ya no existe el valor por la vida, por la comunidad, por las relaciones interpersonales. Somos egoístas. Nos interesa el aquí y el ahora y disfrutar de los placeres. Pensamos en obtener dinero y estamos perdiendo la felicidad.

¿Nunca se han preguntado en que consiste la felicidad? Esa sería la primera pregunta a resolver. Muerto el niño ni siquiera se va a tapar el pozo. Seguimos empeñados en lo mismo, deshacernos de toda ley que nos impida lograr nuestros objetivos particulares en contra de los sociales. En eso está empeñado Trump y en eso estaba empeñado Hitler. En eso se han empeñado las dictaduras y los malos gobiernos. Y a esto le llamamos civilización y primer mundo.

Ya nada nos azora. Todo puede pasar a estas alturas. Para hacerse de riquezas y de poder todo se vale. Estamos dejando de ser humanos. Si no hacemos algo, la civilización es algo que también se puede acabar.

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