LA HISTORIA DE MÉXICO
Los países del primer mundo muestran interés por su historia. No solamente es posible encontrar libros que versen sobre sus principales épocas, sino también películas, diversas versiones sobre los ciclos más interesantes. Lo anterior demuestra un amor por la temática dentro y fuera de los respectivos países donde se producen.
Hemos tenido la suerte de conocer la vida y obra de reyes y reinas de Francia, Inglaterra, España, el Papado, Alemania. Los enfrentamientos entre dichos países. También, sabemos acerca de la Guerra Civil Americana, de la forma en que se fueron expandiendo hacia el oeste a costa de nuestro propio territorio. Recibimos menor información de los países asiáticos y mucho menos de los africanos a excepción de Egipto. Conocemos de las gestas de Alejandro, de Napoleón, de la Primera y Segunda Guerra Mundial. A cada rato nos ofrecen películas sobre esos temas.
De nuestra historia, no es mucho de donde podamos cortar. En otros tiempos, se produjeron series de televisión que hablaban sobre la historia de México, mas las nuevas generaciones no tuvieron la oportunidad de conocerlas. Las televisoras, en su rápida caída hacia la quiebra, no se han replanteado que la historia nacional tiene mucho material que ofrecernos como contenido de programas dramáticos, que vienen a ser una gran necesidad para un pueblo que desde hace mucho ha perdido la noción de cuales puedan ser sus raíces.
El mexicano tiene muchas lagunas, por principio de cuentas, La Colonia. Ese período permanece en la ignorancia de la mayoría, a nadie le ha interesado escarbar. Es nuestra Edad Media, donde se dice que no ha pasado nada y fue la forma en que se fue construyendo nuestra idiosincrasia cultural. Una de las pocas referencias de este tiempo es Valle Arizpe, pero en realidad, hay muy pocos avocados a la época.
De la historia indígena, la mayoría sólo la sabe de oídas. Los Olmecas, Teotihuacanos, Toltecas, Mixteco Zapotecos, Mayas, Aztecas y demás tribus, se nos pierden en la nebulosa. A lo mejor sabemos algunos nombres de reyes, desconocemos si hubo filósofos o sabios (Tlacaelel, Netzahualcóyotl, Netzahualpilli), seguimos estando imposibilitados para comprender su religión y la relación entre los principales dioses, como Quetzalcóatl, Huitzilopochtli, Tláloc. Se nos va de la memoria el nombre de los dioses del inframundo, y ni siquiera nos es posible mencionar algunas palabras náhuatl.
Si esta parte de nuestra cultura nos es desconocida, la española la tenemos satanizada. No se puede hablar de Cortés y menos elaborar una serie de televisión con sus aventuras (la única que he visto es española), a pesar de todo lo que hay escrito sobre él. Tampoco se nos ha ocurrido que la labor aculturizadora de algunos frailes como Kino o Vasco de Quiroga y algunos otros, pueden servir para lo mismo. Los intentos de llevar a cabo las utopías de aquellos tiempos, la manera en que se fue conformando nuestro territorio nacional.
La historia es parte de nuestra conciencia, toda la historia. Si le tenemos miedo, o hablamos de ella desde el tono patriotero como nos hablaron en la primaria, estamos bien perdidos. Si no nos atrevemos a ir en busca de los hombres, que así como realizaron una gran labor, también se equivocaron, no estamos madurando en la comprensión de lo que somos, seguimos siendo este pueblo que se ha dejado manejar por una oligarquía que ha manejado la supuesta democracia en contra de nuestros propios intereses y nos obliga a pagar los platos rotos.
El tiempo nos arroja a la búsqueda de nuestras fortalezas y de nuestras debilidades. La corrupción nos ha debilitado. Frente a las circunstancias futuras, no contamos con los hombres necesarios que nos dirijan, lejos está un Lázaro Cárdenas, el arrojo de un Cuauhtémoc, hasta necesitamos de otro Cortés que nos devuelva el orgullo conquistador, o de un Itzcóatl, Juárez, Morelos.
El mercado de nuestros políticos, en la actualidad, esta bastante raquítico. Han aprendido a ganar dinero, están corruptos. La comunidad ha dejado de interesarle aunque la representen. Los partidos son negocios particulares que medran con nuestros impuestos. Han traicionado nuestra confianza y eso es lo peor que pueden hacerle a un pueblo.
A esos no les interesa nuestra historia, para nada. Por ello no la difunden.