El circo de la política
Han proliferado los partidos políticos, lo mismo que los candidatos a la gubernatura de nuestro estado. Al único que beneficia esta situación es al partido que se encuentra en el poder; con mucho menos porcentaje de votos, podrá permanecer en el mismo. No hace falta mucho seso para hacer estas matemáticas: Si sólo fuesen dos partidos, se necesitaría forzosamente el 50% más uno para ganar. Tres partidos y hay una posibilidad obteniendo el 33 % más uno. Con cuatro, el porcentaje baja a 25% más uno y con cinco, representa un 20% más uno, lo cual significa que la minoría gobierna sobre la mayoría.
Segundo, sorprende que todos los candidatos vengan de las clases medias y altas, con estudios en el Tec y en la ibero. Pero más sorprende que candidatos que anteriormente han sido de partidos de derecha, ahora quieran representar a la izquierda, como en el caso del PT.
También, comienza a resultar ridículo que el grito de campaña sea el castigar a los corruptos. No niego de que ese es uno de los problemas graves que desgraciadamente vive el país, pero si esas son todas las miras políticas de estos personajes, pobres mentes que no están viendo todo lo que se nos viene encima. Por principio de cuentas, los gobernadores entrantes poco podrán hacer en lo personal en cuanto a los corruptos del pasado, lo vivimos con los seis o siete gobernadores que están en la mira del poder judicial y los vericuetos de los que se valen para hacerlos pagar los daños causados a la nación. Ese es un mero grito demagógico, proclamarlo ha perdido todo compromiso y lo demuestra que partidos políticos donde personajes que no nos han dejado un buen sabor de boca en el pasado, gritan de la misma manera que ya más bien parece una burla que un propósito de hacer justicia. ¿Qué dice el Partido Joven? ¿A quién promueve? Saque usted sus conclusiones.
Al Estado, hay que hacerle un horizonte donde valga la pena vivir. Hay que combatir la corrupción, no cabe duda. Ya basta que nos refugiemos en esta cultura pensando que es la única forma de salir adelante.
Quisiera que los candidatos, si tienen equipo y sesos en el cerebro, nos hablaran de cómo le van a hacer para integrar al estado a este futuro de capitalismo brutal con que Trump nos está amenazando. Como promover las fuentes de trabajo, el crecimiento de las ciudades, hacer un derecho laboral más justo, no poner en riesgo los fondos de jubilación, el seguro social. Que se nos devuelva la confianza en nuestra policía, en el ejército. Cómo fortalecer nuestra economía. ¿Cuál es el sentido verdadero de la educación? ¿La promoción de la cultura?
Quisiéramos también que los políticos dejaran de creerse una casta que está aparte y se va a vivir a colonias cerradas donde pueden dar demostraciones de un lujo inaudito que logran a costa del pueblo, como antes la nobleza lo hacía. Diputados y senadores no pueden estar ganando alrededor de cien mil pesos, mas todos los demás gastos de representación, cuando son la voz de quienes difícilmente llegan a los diez mil o mucho menos. Deberían de bajarse los salarios.
Tampoco debería de permitirse la creación de partidos políticos de a mentiritas cuyo único propósito es lograr una entrada para aquel personaje que los crea. Resulta inaudito que partidos pequeños se unan a los grandes para buscar sobrevivir y nos les quiten sus cuotas otorgadas con nuestros impuestos.
¿Dónde están los problemas nacionales y locales resueltos? Falta mucho por hacer. Ni la nueva ley energética nos bajó el precio de la gasolina, de la luz y del gas, ni los personajes que hoy brillan en el gobierno nos hacen confiar en el futuro que nos aterra en las relaciones con el país vecino.
Cada vez nos decepcionan más las opciones que se basan en las imágenes de las personas y no en el fundamento de las ideas. Vemos lo que pasa en Siria, en Venezuela, en África, en los países que pasan hambres a causa de las dictaduras o de los enfrentamientos armados de etnias, religiones. El ser humano merece otro tipo de vida.
Si no, qué sentido tiene vivir. Merecemos soñar en un mejor futuro, que los políticos nos dejen de utilizar como objetos para conseguir sus míseros fines particulares, o sus empresitas llamadas partidos que lucran con nuestros impuestos. Si no hay dinero para obras, como si lo hay para mantener a tanto zángano que se afilia para conseguir entradas que de otra manera no ganaría con el trabajo honrado.