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Ensayo sobre la cultura

ESTO SÍ QUE ES FICCIÓN POLÍTICA

Dicen las campañas de publicidad política que Coahuila ya es un estado seguro. En esta semana hemos sabido de lo menos dos asesinatos: uno en la colonia residencial en donde yo vivo y otro en el taller a donde acudía a componer mi automóvil cuando le fallaban cosas de electricidad. Pero pomposamente se asegura que la seguridad está en marcha. El taller se encuentra enfrente de la escuela en donde trabajo; no es que me ponga paranoico. Si nos ha de tocar ya nos tocó; pero no de esa forma.

No hay que culpar a los políticos de todo; más bien es una enfermedad que se vive en el ambiente. La vida del hombre se ha menospreciado, porque en el sistema educativo nacional lo que se está buscando es el conocimiento práctico aquello que sirva el niño y al joven de inmediato casi exclusivamente para sobrevivir.

Alfonso Caso ya se quejaba a principios de siglo que el positivismo estaba en contra de todo tipo de metafísica que se aplicara en las escuelas. El idealismo era que la ciencia lo iba a resolver todo sin necesidad de establecer trascendencias existenciales. En el aquí y el ahora se antojaba construir paraísos y los únicos que conozco hasta el momento son las Vegas y el mundo de Disney y todos los demás parques temáticos donde los niños sueñan con ir de vacaciones.

Acabada la trascendencia, el hombre se definió por lo que tiene: poder y dinero es el máximo a lo que se puede llegar, sin preocuparte mucho ni para qué quieres el poder o el dinero. Para llegar a obtener cualquiera de las dos cosas el camino más fácil es el de la corrupción. Con el trabajo honrado pocas veces se obtiene. ¡Aleluya! la norma que se oponía a conseguirlo ha sido derrocada: Si Dios no existe, mucho menos la religión ni los diez mandamientos ni la moral que emana de lo anterior. De la misma forma, se puede ignorar la ley de los hombres, la constitución, los códigos de cualquier tipo y por fin se ha acabado con la dignidad, el honor, la importancia de preservar el nombre. Ya nada de eso vale la pena. El nombre no significa nada; lo importante es tener sin que cueste trabajo, que te den, arrebatar, quitar. La vida es una mercancía con la que cualquier imbécil comercia. Matar es muy fácil, aunque te haga animal. Lo que ha producido el modelo educativo son esta caterva de políticos que lo único que han dejado de tener es la vergüenza de ser señalados por la sociedad como traidores a nuestra confianza.

Ellos se ríen de mis palabras. El orgullo ni come ni viste. Lo importante es que vistas y comas. Si el nombre de tu familia acaba en el lodazal ¿a quién le importa? Tienes para comprar hombres; esclavos que se venden porque hace mucho han vendido su dignidad. Tienen el carro, la casa, el viaje, el falso amigo que lo negara cuando no le dé o cuando le convenga. Lo importante es tener, niño rico, aunque tus sentidos nunca disfruten del arte ni tus acciones contengan virtud.

Consiguen ser exonerados por sus pares. Parte de la ficción en nuestro estado es que a pesar de la exoneración, la falta del dinero subsiste. Si el político no fue el culpable del cohecho, sí se hizo en el tiempo en él que era el responsable de que no sucediera; lo cual demuestra su ineptitud en el campo de la administración. Como comúnmente diríamos, se lo hicieron tonto, le birlaron el dinero, que no era de él, sino nuestro y el cual tenemos que pagar. Razón suficiente para que se le imposibilite a ejercer otro puesto de responsabilidad gubernamental.

Pero seguimos viviendo en la ficción; en las declaraciones de nuestro ex dice que si gana va a pavimentar al ciudad; la pregunta es ¿por qué no la pavimentó? La pregunta sigue siendo, qué valor puede tener la firma de estos tipos en una carta-compromiso. Para mí, ninguno ni siquiera el papel en donde están dibujadas las rúbricas. La firma antes tenía valor porque existía el orgullo, la importancia del nombre, iba en juego la dignidad, el honor. ¿Piensan que a Duarte le importa haber traicionado al Estado que lo eligió como gobernador? Le vale. Lo mismo que a los otros gobernadores que en un tiempo se presentaron como el orgullo de nuestro Sr. Presidente de la nación. Ahí quedó la dignidad. La trascendencia es un mito: tanto tienes, tanto vales.

Orgullo por una ciudad. Mi padre tramitó varias estatuas para adornarla, Algunas de ellas desaparecieron cono el Einstein que estaba afuera del Tecnológico de La Laguna.- Esas son cosas que no tienen valor para las generaciones actuales. Han de sentir más la pérdida de los casinos. En este cuatrienio lo que más podemos presumir son las fuentecillas Morelos. A la de Torreón Jardín le redujeron el chorro esbelto que antes tenía; y como que la regaron en los chorritos que pusieron en los espejos de agua, pues no funcionaron como debían. Pero así somos, para que queremos una ciudad con estatuas, fuentes, murales, jardines, edificios fastuosos. La cabezota de Morelos la cambian a cada rato. Hay que conformarnos con el cristo de las antenas, perdón de las Noas; ni siquiera, una iglesia para presumir.

Perdonarán el tono de este artículo, pero hay veces que uno se indigna.

  Por: José Luis Herrera Arce

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