¿LA MORAL PÚBLICA?
Con siete gobernadores bajo sospecha de haberse aprovechado de sus puestos para enriquecerse, es difícil hablar de una moral pública. Con los altos índices de inseguridad que aún existen en la nación, con la creación de partidos políticos que se han convertido en negocios familiares, con la actuación de poderes legislativos estatales que exoneran de toda responsabilidad a aquellos en cuya gestión se han producido deudas exorbitantes, con una política educativa que nadie entiende, con un proyecto de nación que sentimos no va a ninguna parte, nos sería imposible hablar de una moral pública.
Para principio de cuentas: ¿Qué es moral? Había que referirlo a la palabra ética, deontología, legalidad. ¿Lo que regula el bien actuar? Asistimos al campo de las reglamentaciones, mas hoy por hoy no vivimos en él, o ha cambiado porque precisamente lo que es diferente es la concepción ideológica.
¿Por donde comenzar? No lo sé. Una semblanza histórica, tal vez. Ignorar la historia beneficia a aquellos que corrompen a las sociedades, por ello, de vez en cuando hay que refrescarla. En La Colonia (fuimos Colonia tres siglos), el fundamento de la sociedad era la religión cristiana. La santa inquisición fue promovida por los reyes católicos y de ella se valió para deshacerse de los judíos y de los musulmanes y de todo aquel que resultara sospechoso de dudar de la fe. Aunque la religión también sufrió de corrupción, los apóstoles cristianos se convirtieron en príncipes, cambiando la corona de espinas por la tiara. Existió la división del alto y bajo clero. Se controlaron las disidencias. En México, la iglesia llegó a acumular alrededor del 70 por ciento de los bienes territoriales, el "ve, vende todo lo que tienes, dalo a los pobres, toma tu cruz y sígueme", no resolvió los problemas sociales de México.
Nos independizamos, treinta años de inestabilidad nos hizo perder la mitad del territorio, y también desde el principio, perdimos la confianza de Guatemala y los países centrales, hasta que llegó La Reforma, liberal que se opuso a la invasión francesa y con sus leyes trató de remediar la repartición de los bienes quitándoselos a la iglesia. La acción tampoco fue buena para el pueblo, sino para los terratenientes que se aprovecharon de la situación. La esclavitud y el hambre siguieron existiendo. Con el porfirismo, se benefició una macroeconomía en contra de la microeconomía nacional. Hubo estabilidad a costa de los a de abajo. El liberalismo se aplicó a diestra y siniestra afectando a la manera de vivir de los pueblos indígenas que se vieron imposibilitados a sustentar sus bienes de modo comunitario. La nueva moral y la ética se sustentaron en el positivismo, o sea, en la fe en la ciencia y en la técnica que se desprende de ella. Gabino Barrera y Justo Sierra enarbolaron estos paradigmas. El inconformismo hizo que se desatara la revolución.
La nuestra no fue socialista, mucho menos comunista. Si mucho burguesa, agraria y párele de contar. Vasconcelos y Torres Bodet dieron vastos programas de educación tratando de crear una conciencia nacional; en ello, estriba la importancia del muralismo, de la novela indigenista. El nacionalismo fue una ideología cuyo punto máximo llegó con el General Cárdenas. Nuestro cine brilló en el extranjero con los cielos de Gabriel Figueroa. Al Indio Fernández, lo tuvimos en nuestra cárcel durante un tiempo por haber matado a un cristiano, fue el director de las primeras películas que obtuvieron premios internacionales, hasta podíamos tener algo de orgullo nacional.
Después del 68', ha sido navegar cuesta abajo, viviendo las más nefastas etapas económicas con Echeverría y López Portillo; los tres ceros que nuestra moneda ganó en aquella época se maquillaron. La política nacionalista varió, ahora se convirtió en su antítesis, adhiriéndose a la globalización. Los bienes naturales que siempre defendimos se han puesto en venta. Cambiamos de partido y no dio resultado. Fue el apogeo de la delincuencia. Desde los ochenta, se proclamó la ideología que lo importante para triunfar era tener sin importar cómo; la mejor manera de tener ha sido la delincuencia (el trabajo honrado no produce ricos), la corrupción. Aquella ideología dio esta moral; con otra, la disciplina en todos sus niveles desde el escolar, no existe; ni en la relación del padre con el hijo, el maestro con el alumno, la ciudad con el ciudadano. Los derechos humanos defienden a los delincuentes, al desordenado que no se le puede castigar. Sin disciplina, no se llega a ninguna parte; eso lo sabe bien la milicia y los cárteles (dentro de sus grupos hay disciplina y férrea, lo dicen sus muertos diarios).
Vivimos en tiempo de corrupción, es la forma de sobrevivir. ¿De dónde va a surgir la nueva moral que nos de fe en el futuro? ¿Iglesia? ¿Escuela? ¿Estado? ¿Familia? ¿Secretaria de Educación Pública? ¿Dirección Municipal de Cultura?