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ENSAYO SOBRE LA CULTURA

José Luis Herrera Arce

VIAJE A CHIAPAS

Viajar sirve para diferentes cosas; en primer lugar, romper la rutina para combatir la apatía a la que te puede llevar. Producir el descanso necesario que necesita tu cuerpo y tu mente. Pero también viajar sirve para ampliar los horizontes de tu propia vida al darte cuenta de que existen otros pueblos y ciudades que crecen o se quedan atrás y que ofrecen sus propias historias para que enriquezcas la tuya, pero también llegas a saber que aquello tal vez te pertenece de alguna manera, ya que forma parte de tu cultura; hay nombres que repites constantemente a los que tienes que llenar de contenidos; por lo menos, eso te empuja al viaje por tu propio país, a tierras que se encuentran a dos mil kilómetros de distancia, lo que para los europeos es cruzar todo su continente.

En esta ocasión, los estados escogidos fueron Chiapas, Yucatán y Quintana Roo, en concreto, Cancún, tres áreas completamente diferentes entre sí, cuyos contrastes no se pueden apreciar hasta que los enfrentas. Tres mundos que no parecen hermanos porque su desarrollo ha tomado caminos diversos y cada quien tiene lo suyo para ofrecerte.

Comencemos por Chiapas. Las ciudades visitadas fueron San Cristóbal de las Casas y Palenque. La primera ciudad se ha convertido en un lugar moderno donde es difícil encontrar la imagen tradicional que te forman los medios de comunicación. Una ciudad hecha para los turistas con calles cerradas donde el comercio es el internacional, comenzando por los restaurantes, donde proliferan las pizzerías, y si buscas comida tradicional, va a ser difícil que la encuentres o que salgas complacido de lo que te dan a degustar. Museos, pocos, sobre todo que te hablen de las culturas indígenas. Los tours que tomamos tenían más relación con la naturaleza, navegar en ríos, observar cascadas, rodearte de la vegetación de la selva. Los caminos son largos para llegar a cualquier parte y no están en buen estado. Son caminos antiguos de doble circulación. Los restaurantes a los que te llevan son de techos de palma, los buffetes te dan pocas opciones, aunque cumplen con su cometido de alimentarte. Las excursiones a los pueblos indígenas están muy acartonados para el turismo y en cuanto a las artesanías, pronto te das cuenta de que no existe la variedad, todo mundo te ofrece lo mismo. Lo más interesante es la iglesia de los chamulas, con sus creencias ancestrales y la apropiación que han hecho de ella.

Para llegar a Palenque, tuvimos que dar un rodeo hasta Tabasco porque en el camino directo hay problemas con grupos que se aprovechan de la situación política para fastidiar a los viajantes.

Palenque, como ciudad, no tiene nada que ofrecer, a pesar de que a escasos kilómetros están las ruinas que atraen a los viajeros. No hay hotelería de lujo ni nada que se le asemeje, ni siquiera cines. Las ruinas las tienen en buen estado y son impresionantes. Respiras lo grandioso que debieron de haber sido esas culturas. Las historias que existen detrás de ellas y que desconocen porque muy poco se han preocupado por divulgarlas. Nunca había oído hablar de la reina roja. Se ve que era espectacular el sentido de la vida que poseían aquellos pueblos que en contraste con la ciudad actual, no tienen nada que ver.

Después, viajamos a Yaxchilán, otro complejo maya que no se encuentra muy desarrollado y que hay que recorrer con ciertas condiciones físicas, ya que no está hecho para el turista común y corriente. Se llega en lancha y hay que subir y bajar como si fueran cerros teniendo cuidado con las piedras. Descubres nuevas historias que no han sido contadas para el vulgo y que debieran serlo porque son parte de tu propia historia. Personajes que vivieron ahí y construyeron sus magníficas ciudades y desaparecieron como arte de magia y ni siquiera han sido dignas de inundar nuestra memoria.

Otro sitio que se llega a conocer después de un largo recorrido de caminos es Bonampak, famosa por su pinturas que hoy casi no se notan y que se encuentran junto con una fabulosa pirámide que yo, a estas alturas, ya no pude subir hasta su cúspide.

Pero Chiapas sigue siendo, más que nada, naturaleza. Las cascadas de agua azul son bellísimas. Lo malo es que no las puedes disfrutar desde los restaurantes que debieran tener la vista a ellas.

Me parece que el principal problema de Chiapas es que no se pueden poner de acuerdo las etnias indígenas, las autoridades y las empresas turísticas. Los indígenas manejan las excursiones a muchos lugares, como Bonampak, por ningún motivo quieren perder el control sobre ellos. El turismo es una industria que produce riquezas y los chiapanecos están sentados sobre una mina que pudiera darles muchísimo más.

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