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ENSAYO SOBRE LA CULTURA

José Luis Herrera Arce

LA DISCIPLINA

Hablar de la disciplina, en estos tiempos, es un arma de dos filos. Puede entenderse como la enajenación de la libertad para ponerla al servicio de una persona extraña, como una obediencia ciega que se supedita a los intereses de terceros. No es esa la forma en que me interesa analizarla, porque supone la enajenación. La Edad Media, los gobiernos totalitarios y las religiones extremistas, parten de ello para supeditar a los hombres a fines que muchas veces no están claros o que no son tan humanos como debieran serlo. La libertad se elimina y el hombre se vuelve objeto de un sistema opresor cuyo único significado es la esclavitud.

La disciplina, como yo la entiendo, no tiene nada que ver con lo anterior. Es, ante todo, un orden que tiene un fin: conseguir un objetivo social o personal, y que apela al esfuerzo individual para lograrlo.

Orden, esfuerzo, fin. Nada en este mundo se logra si no se hace el esfuerzo, si no se desarrolla un trabajo. Pero además de esto, es necesario que este trabajo esté coordinado con otros que tienen el mismo objetivo para que en su conjunto se llegue, beneficiando a todos. A manera personal, aunque no se necesite coordinarlo con otros, si tiene que ser constante, persiguiendo un objetivo lógico, que tenga una razón de ser, una finalidad a perseguir.

La disciplina necesita encontrar un sentido, una ruta a seguir, un camino que nos lleve a alguna parte.

Si analizamos la acción de grupos importantes, encontraremos que la disciplina es básica, por ejemplo, el ejército, los equipos deportivos, los equipos de trabajo. Nada en ello se lograría sin el trabajo personal constante y coordinado de los individuos que lo componen. En los entrenamientos, tanto militares como deportivos, es necesario aplicar los comportamientos disciplinados para conseguir los objetivos.

A manera personal, si el trabajo no es constante y lógico, no se logra el fin último de producir un producto que valga la pena. El trabajo del escritor, del pintor, del artista, del artesano, debe de ser constante y regulado por una técnica efectiva que nos lleve a conseguir la obra. Dicha técnica debe de partir del conocimiento e implica el dominio de una serie de reglas que hay que aplicar.

Supone trabajo y esfuerzo, pero también supone el respeto del trabajo de los otros que conforman los grupos sociales. En un equipo de fut, son once los jugadores que no se pueden sacrificar para que uno se luzca apareciendo como el estrellita. Lo mismo sucede en el ejército, los buenos generales se sitúan delante de sus hombres y se arriesgan junto con ellos.

La disciplina supone el planteamiento de un objetivo y una cabeza capaz de diseñar el camino para llegar a él y la confianza de un grupo en esa cabeza, de que los llevará a conseguir sus objetivos. Cuando esto no sucede, la disciplina se corrompe; lo mismo pasa cuando no se invierte el esfuerzo necesario.

En los tiempos modernos, otra de las cosas que se ha vuelto anárquica, es la disciplina en los grupos sociales. Los psicólogos inventaron que los sistemas disciplinarios enajenaban a los niños y a los jóvenes a quienes había que hacer libres. Ellos han crecido creyendo que el logro de los objetivos no necesita ni orden ni esfuerzo, y mucho menos, supeditarse al grupo. Se creen con derecho a todo sin que de su aparte exista la aportación de nada. Pretenden que cualquier cosa se les dé y si no se les da, lo arrebatan o buscan la manera de obtenerlo por medios no legales.

En realidad, son este tipo de personas quienes se encuentran enajenados porque cuando las cosas no se les vienen bien, entonces buscan la manera de huir de la realidad a través de la oportunidad que les otorga la droga. O cuando tienen la conciencia de ser nada o nadie, la manera de sentirse fuerte, importante, es obtener una pistola, o aplicar la fuerza para hacer que los otros se esclavicen a sus deseos infantiles de poseer, obteniendo de la imagen materna o paterna, o del cordón umbilical lo que necesitan para sobrevivir. Las riquezas rápidas se obtienen con los negocios ilegales, lo mismo que corrompe y acaba a la sociedad. Estas son las personalidades inmaduras que ahora se han apropiado de nuestras ciudades y que las están destruyendo.

Es en la familia y en la escuela donde se debe de aplicar la disciplina para formar a los individuos; es en ellas donde se deben de inculcar los valores necesarios para que los jóvenes entiendan que los logros se deben a los esfuerzos y que son los esfuerzos los que producen la satisfacción humana. Lejos estamos de ello.

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