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Ensayo sobre la cultura

José Luis Herrera Arce

¿PARA QUÉ SIRVE LA LITERATURA?

Últimamente, las personas han estado muy interesadas en promover la lectura. No se especifica qué tipo de libros, si los expositivos o los de ficción, pero yo creo que tanto la ciencia como la ficción han sido necesarias para conformar nuestro bagaje cultural, desde el principio de los tiempos, y han sido el vehículo para tratar de entender, primero, y manejar, posteriormente, a la naturaleza, lo mismo que ha servido para descubrir la parte sensible del hombre y cultivarla, o implantar otro tipo de valores como los morales y éticos, o simplemente ser espejo de la complejidad humana en todos los aspectos.

En el inicio, la civilización quiso explicar lo que no entendía, el universo, la naturaleza, a través de cuentos que eran producto de su imaginación que a su vez estaba manejada por la observación y la intuición. Los pueblos agrícolas miraban al cielo para descubrir que las estrellas tenían un orden que tenía que ver con lo que pasaba en la tierra. Algún poeta imaginó una historia que les cantó a los demás y a partir de ese tipo de canciones, que ahora llamaríamos los poemas, se forjó el mito que todas las grandes culturas presumen, con su cúmulo de dioses y de sus luchas en donde estaba inmiscuido el hombre y lo que hacía. Las grandes culturas de aquellos tiempos, tienen un gran panteón mitológico sorprendente y los espíritus inanimados eran el motor de los fenómenos naturales. Pronto el mago y después el sacerdote, supieron descubrir la forma de comunicarse con ellos a través de los rituales, y si ese tipo de acciones parecía dar resultado, lo mantenían como una necesidad vital para su pueblo.

Con el tiempo, los mitos y los ritos se fueron estructurando para formar las religiones que no han dejado de existir en todos los pueblos que conforman el orbe.

El cuento, la poesía y el mito, son inseparables, le podemos agregar la música y el baile, posteriormente las representaciones dramáticas que plantean su manera de pensar. El gran ejemplo, Grecia y su cultivo de la tragedia, serie de historias que muchas de ellas se hilaban entre sí para conformar la gran historia de la mitología ateniense, iniciada con Homero en la Ilíada y retomada en muchas épocas de la historia del mundo: el neoclasicismo francés, Alfonso Reyes en el caso de nuestra cultura.

Después, vendrían otras maneras de resolver los grandes enigmas de la naturaleza como la filosofía y la ciencia que tuvieron más interés en concretar qué era lo real para manejar lo que le rodeaba. Sin embargo, la literatura permaneció y en ella se fueron imprimiendo la historia de los hombres, contada en manera subjetiva en todo espacio y tiempo donde la epopeya de la vida se ha realizado.

Dice un principio que si no hay conflicto no hay acción. El conflicto genera la acción y es el fundamento de toda buena novela. Lo mismo podríamos decir de la vida de los hombres que han llegado a ser grandes; su conflicto generó la acción que lo convirtió en héroe y lo ha hecho trascender en el tiempo de tal manera que su existencia ha llegado hasta nosotros. El conflicto de Alejandro, o el conflicto de Pericles, el conflicto de Espartaco, el de Nabucodonosor. Personajes de la historia que permanecen en la memoria del mundo y que difícilmente puede ser borrado, pero también está el conflicto de los pueblos que la tragedia representaba como el constante destino manifiesto al que el hombre no puede oponerse, o las problemáticas relaciones entre Dios y su pueblo elegido que no podía estarse en paz acatando sus deseos. El conflicto de Abraham, el de Moisés, todos los guías de pueblos. La historia se llena de relaciones conflictivas. Sólo aquel que no hace nada, no tiene conflictos, porque hasta el que le gusta la vida pacífica, como Gandhi, tiene conflictos. El segundo paso es obtener el clímax y los desenlaces propicios a la causa de los héroes.

Eso es lo que refleja la literatura. No es la narración cerebral y exacta de los acontecimientos, basada en documentos y monumentos, sino la pasional que desde el interior del hombre fluye para ser vuelta a vivir, produciendo la catarsis en el que escucha o lee la historia, porque los dos tipos de narraciones están profundamente hermanadas formando parte de nuestras tradiciones oral y escrita.

Pasión es lo que refleja la literatura. El teatro, la poesía, la narrativa, es lo que comunica a los hombres. La pasión que se desprende de los dramas que viven los personajes y donde es posible reflejarnos para conseguir saber algo más de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.

Flaubert decía que era Madame Bovary, como Joyce se puede identificar en Stephen Dádalus. Los grandes personajes son personas que conviven en nuestra cultura, aunque sean ficticios, nos significan: Quijote, Sancho, Pedro Páramo. Son espejos que nos reflejan.

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