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Ensayo sobre la cultura

José Luis Herrera Arce

Asomarse a los libros es hacerlo al tiempo y al espacio. Cuando nos enfrentamos a ediciones que respetan las formas del lenguaje de cuando han sido escritas, es poder aquilatar los grandes cambios que nuestras formas de hablar han sufrido. Por ejemplo: Cito un pasaje del Cid en español antiguo:

"Aosadas corred, que por miedo no dexedes nada/ fita Ayuso e por Guadaqlfajara,/ falta Alcalá lleguen las algaras/ e bien acojan todas las ganancias". (Traducción aproximada. Arremeted con osadía, no os haga el miedo perder la presa. Por Hita abajo y por Guadalajara, alargaos hasta Alcalá y aseguren todas las ganancias).

Al principio, nos parecerá que estamos leyendo en otro idioma diferente al castellano, pero podríamos decir que este es el abuelito de lo que ahora hablamos. El lenguaje es algo que tiene vida y cambia a diario. Nos damos cuenta al escuchar el habla de otros países de la misma América como Argentina, Chile o Cuba. En nuestro propio país, hay diferencias en las formas de hablar y de escribir en el centro, el sur y el norte del país y por eso pronto se adivina cuando no perteneces a una determinada región. El estilo se impone y con él la historia diversa que nos ha llevado a utilizar diferentes giros dentro del lenguaje. Esto es precisamente la riqueza del idioma. Si lo unificáramos, al paso de los días, se diversificaría de nuevo.

Hago otra cita de la antigua poesía española: "La huésped ni come ni posa/ sirviendo a la gloriosa/ e ruéga por amor de piedat/ que no le caya en pesar/ e que su fijo le dé a bañar".

Si no hay que ir tan lejos, el español de la Edad Media, basta asomarse al primer párrafo del Quijote, cuando comienza la descripción del personaje: "Hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor". Las palabras: lanza, astillero, adarga y, algunas veces en las nuevas generaciones, rocín y galgo, no son de uso común, por lo tanto, suenan extrañas. Queremos imaginar lo que come el personaje: "Mas vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados". Hemos dejado de comer los duelos y los quebrantos. No sé si nuestro salpicón sea el mismo de aquellos tiempos y si las lentejas sea lo mismo que las lantejas; si del vestido se trata: calzas de velludo, pantunflos, vellorí. Y así nos enfrentamos a palabras que no acostumbramos a utilizar en nuestra vida cotidiana y que hasta algunas de ellas la computadora me las subraya porque me está indicando que están mal escritas. Yo le respondo que es la ortografía del mismísimo Cervantes.

La maravilla del idioma son sus transformaciones que indica el paso de la historia. El español viene de muchas partes: dicen que del latín, pero pertenece al uso que le daban los visigodos, a la relación que tuvieron con los judíos y los musulmanes, a la hermandad que en América experimentaron con el Náhuatl, el tarasco, el maya, el inca. Pocas veces hacemos conciencia de que en nuestra sangre corre toda esa epopeya que ha vivido el hombre en su expansión por el mundo.

Por el lado de América, el lenguaje era pictográfico. Los códices ya no los podemos leer, si no conocemos el secreto de la traducción. Sin embargo, contamos con palabras sueltas que no identificamos fácilmente como Katún, Xibalbá, Puch, itzam cam, (palabras del maya). Aquí también hay un gran horizonte de donde cortar, aunque muchas veces solamente nos concretamos a poder identificar el símbolo de la serpiente emplumada, y queda muy confuso en nuestros datos culturales la imagen de Quetzalcoatl o la de Topiltizin.

En lo que hablamos cotidianamente, podemos identificar de qué colonias venimos porque de ahí obtenemos todas las palabras que pronunciamos a diario. Una morrita no es de cualquier parte, como tampoco una dama, un chavo, un chico, pudieran parecerse, como lo harían con un doncel de aquellos tiempos. El che es el amigo, el cuate, el compañero, mi carnal, mi hermano.

Los medios masivos de comunicación intentan homogeneizar los idiomas, con fines comerciales. De esta forma, las traducciones sirven para diferentes países. Por ello, hay que volver a los documentos originales que son los libros, donde nos podemos enfrentar a todas las huellas que ha dejado en las diversas hojas de papel que se usan por el mundo.

La literatura es tan ancha y tan basta que sólo necesitas iniciarte para comenzar a preguntar el significado de muchas palabras y enriquecer tu vocabulario.

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