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ENSAYO SOBRE LA CULTURA

José Luis Herrera Arce

LA HISTORIA Y LOS MEXICANOS

Septiembre y noviembre son los meses patrios, octubre es el que muchos quisieran olvidar. Septiembre festejamos la Independencia, noviembre, la Revolución, octubre el descubrimiento. No existe una fecha precisa para festejar la Reforma, aunque en marzo se empalma el nacimiento de Benito Juárez con la llegada de la primavera y de la conquista que nadie nos la recuerde porque la quisiéramos borrar del pasado, como si se pudiera seguir siendo indígena y volver a edificar los grandes monumentos a los dioses antiguos, desde cuya cumbre escurriera, como cascada, la sangre de las víctimas de los innumerables sacrificios que los sacerdotes ejecutan en honor a Huitzilopochtli.

A Hernán Cortés, nadie le edifica un monumento, y en cambio, abundan los monumentos de políticos mediocres que únicamente se han servido del puesto para llenar sus bolsillos de dinero mal habido que le quitan al pueblo, o cuyos nombres sirven para reconocer bulevares y recordar que en sus sexenios el poder adquisitivo descendió a los más bajos niveles a causa de las devaluaciones galopantes que vinieron a provocar el hambre de sus gobernados. Echeverría tiene sus calles y Cortés ni a callejón llega. Pero así es nuestra historia, festejamos el inicio de las cosas, como la Independencia, pero no su conclusión.

Hidalgo es el héroe y quien logró que se firmara la carta de Independencia fue Agustín de Iturbide; entre los dos, encontramos a Morelos, quien hubo de sucumbir por defender el primer congreso constituyente, pero que también murió en el intento.

A Juárez le hemos dado su debido lugar y con Porfirio Díaz no sabemos que pensar; después de haber sido héroe por haberse sabido enfrentar a los franceses, se fue convirtiendo, poco a poco, en antihéroe con los continuas reelecciones que lo llevaron a que el pueblo volviese a tomar las armas, ahora contra él, bajo el liderazgo de Madero. En esto de las reelecciones, podemos aceptar las de Juárez, por las circunstancias históricas en que se dieron y no las de Díaz. Juárez nos deja la Constitución del 57'. Muchos principios fueron también defendidos por Maximiliano, que le dio por ser liberal en desacuerdo con los que lo mandaron traer de Europa. Porfirio no hizo leyes, pero impuso la paz y la construcción de un estado capitalista y positivista, aunque en sus gobiernos dio muchos virajes en los caminos de la economía. Logró una macroeconomía fuerte junto a una microeconomía de miseria. Construyó la mayoría de las líneas del ferrocarril, aunque permitió el caciquismo y la semi esclavitud en algunos lugares de la República. De su época, reconocemos a Justo Sierra como uno de los grandes educadores, y a Gabino Barrera.

La modernidad nos vino con la Revolución y a pesar de quienes la lideraron. Madero, el principio, no supo mantenerse en el poder. Villa y Zapata representaban los anhelos de los de a mero abajo, pero no tuvieron la oportunidad de proponer un rumbo e imponerlo. Carranza, que estuvo atrás de los ejércitos que le dieron el triunfo, venía del viejo porfirismo y no supo entenderse con el segmento de escasa cultura y educación. El carrancismo acabó con Villa y con Zapata. En el ostracismo, se quedó el magonismo; después de todo, la Constitución del 17' salió a la luz, aunque desde el primer momento, se vio que muchas de sus proposiciones, como el Reparto Agrario, no importaba realizarlo; tuvieron que pasar veinte años para que llegara a hacerse realidad.

Una revolución que se levantó en contra de la dictadura de un hombre, acabó siendo la dictadura de un partido. Cárdenas fue el último intento de experimentar con el socialismo para decidirnos definitivamente por el capitalismo, con un único partido fuerte que podía ser represor cuando se lo proponía. La huelga ferrocarrilera, el 68' y la Guerrilla en el estado de Guerrero, son la prueba.

En los ochenta, vivimos la quiebra económica y bancaria. Se regalaron los bancos al mejor postor después de haber sido nacionalizados. Las nacionalizaciones de Cárdenas han venido a acabar con esta apertura de nuestros bienes naturales como el petróleo, y hasta el agua nos venden en las calles a cinco pesos el litro.

Hoy por hoy, hemos perdido la confianza en quienes nos gobiernan y en quienes nos quieren gobernar. Como nunca, estamos seguros que lo que viene va a ser peor que lo que tenemos. Ya no le podemos creer a la demagogia. Los políticos se han convertido en príncipes, intentan vivir como ellos y leen a Maquiavelo. Se hace necesario cambiar, pero ¿hacia dónde? Por lo menos, deberíamos conocer nuestra historia.

¿Usted lee sobre historia? Tanto de lo que se entera uno. Ahora, abundan los candidatos independientes a la presidencia. Tanto vivo, alguno puede pescar en rio revuelto. ¿También les van a dar presupuesto?

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