En España, lo que realmente se ve hoy,
tenemos que decirlo de cajón,
es a un hombre firme y vertical, Rajoy,
y a otro muy vacilante, “Rajón”.
Por eso fue que lo destituyeron
del poder político catalán,
y sin mediar más así le dijeron:
Hasta aquí usted llegó, “tan, tan”.
Ofreció la anhelada independencia
a los ilusos demócratas catalanes,
y sin inteligencia alguna ni prudencia
a lamera hora rajó y provocó desmanes.
¡A Bélgica se llevó a sus seguidores
y desde ahí, dice, piensa luchar;
Ahora “culechis” y españoles
le reclaman no saber escuchar!
Ya lo llamó la justicia española
para que responda de los delitos
que con su conducta cometió.
Se le vino el mundo como ola;
Ahora se oyen los fuertes gritos
¡de los muchos que perjudicó!