Más que epigramista, “calaverista”,
resultó Manuel Ramírez López
y hace versos, sin perder de vista
el objetivo, para dar de “topes”.
Destroza con picante ironía
a quien se le pone enfrente;
Y con una elegante picardía,
a mí ya me agarró de “cliente”.
Lo bueno es que me toma en cuenta
leyendo mis “borrones” literarios;
Críticos como él no están en venta,
tampoco se les encuentra a diario.
Me gusta el estilo que utiliza
para hacer crítica sarcástica,
de esa manera sensibiliza
las artes visuales y la plástica.
Dos claras coincidencias tenemos
el Cronista de la Ciudad y yo;
Sin pensarlo mucho las diremos:
Una, dirigimos la Casa de la Cultura;
Dos, sin que haya con él comparación,
¡versificando iremos a la sepultura!