Los consideran egocéntricos y narcisistas en su trabajo. (ARCHIVO)
Los millennials han cambiado todo, han diseñado nuevas formas de relacionarse, han transformado los hábitos de consumo, y también su actitud hacia el trabajo.
En este último punto, a diferencia de generaciones anteriores donde el demostrativo de capacidad era la experiencia, y los protocolos y la jerarquía eran lo más importante, con los jóvenes de entre 19 y 30 años se vive un constante cuestionamiento a las reglas, un sentirse "mártires de su trabajo", indispensables y en necesidad de que jefes y compañeros sean "conscientes de su compromiso y esfuerzo, hasta el punto que llegan a sentirse culpables por tomarse vacaciones".
Al menos así lo ha concluido el estudio "Los mártires del trabajo", que publicó la organización Project: Time Off, en la que participaron casi seis mil trabajadores de tiempo completo, y que sabe a bien retomar M. Victoria S. Nadal, en un artículo para El País.
A través de distintos ejemplos y testimonios, el estudio y la escritora dan cuenta de cómo los baby boomers y la Generación X se diferencian de los millennials en un punto clave: el egocentrismo.
Este factor, como se dijo al inicio, está presente en el ámbito laboral, donde si bien los millennials destacan por su compromiso, también lo hacen por tal creencia, sobre la cual Tomás Chamorro, profesor de psicología laboral en la Universidad de Londres y Columbia, advierte que "es absolutamente factible que esas diferencias se atribuyan a distintos niveles de narcisismo. Sentir que eres el centro del mundo, insustituible y que nadie puede hacer tu trabajo es una percepción errónea de la realidad y da signos del sentido de grandiosidad tan característico de los millennials".
Cuando se lleva esta situación emocional al mercado laboral, dice la articulista de El País, comienza el drama. "Estamos poniendo a estos chicos en ambientes corporativos que no les están ayudando a aprender a cooperar ni a superar la necesidad de recompensa instantánea", dice Simon Sinek, quien recuerda que los nativos digitales "pueden conseguir todo lo que quieren al momento, todo excepto la satisfacción laboral y las relaciones significativas. Esos procesos son lentos, serpenteantes, incómodos y desordenados".
No obstante, a pesar de que el presente parezca "ruinoso", M. Victoria S. Nadal cree que hay solución y argumenta que según Simon Sinek, en buena parte está en manos de la industria. "Ahora tenemos la responsabilidad de compensar el déficit y de ayudar a esta generación asombrosa a construir su confianza, a aprender a ser pacientes y desarrollar sus habilidades sociales".