Foto: Joël Bons
Franco Donatoni ocupó un lugar destacado entre los creadores de partituras de su generación, y su obra ya se ha convertido en materia de estudio por la calidad de la instrumentación contenida en su propuesta y la riqueza experimental de sus armonías.
Fue autor de una vasta obra sobre todo en materia de música para orquesta.
En la historia de la música del siglo XX, el nombre de este veronés aparece como sinónimo de libertad, frescura y flexibilidad. Si bien es cierto que en vida estrenó muchas de sus obras, el reconocimiento unánime a su trabajo vino de manera póstuma, no sólo en las salas de concierto de Europa y América, sino como objeto de alabanza y análisis en conservatorios destacados. Directores y orquestas de Francia, Alemania, Estados Unidos y Bélgica lo han incluido dentro de sus temporadas este 2017.
Donatoni nació el 9 de junio de 1927, a los siete años comenzó a estudiar violín y luego inició clases de composición en el Liceo Musical de Verona.
Luego viajó a Roma y durante su estancia en la capital italiana frecuentó a Goffredo Petrassi (1904-2006), quien, sin ser oficialmente su profesor, le brindó consejos y sugerencias, lo que ayudó al jóven Franco en su trabajo de composición. El propio Petrassi, como miembro del jurado del Concurso de Composición de Radio Luxemburgo, premió en 1952 el Concertino para cuerdas, metal y timbales solistas de Donatoni, este logró significó el inicio de la carrera internacional del compositor.
Posteriormente ingresó a los conservatorios Giuseppe Verdi de Milán y Giovanni Battista Martini, de Bolonia, donde tuvo la oportunidad de aprender de personalidades como Ettore Desderi y Lino Liviabella. El perfeccionamiento de su formación siguió con Ildebrando Pizzetti, en la Academia Nacional de Santa Cecilia de Roma, en Italia.
La temprana formación y su empeño le trajeron varios honores, no sólo en casa. Gracias a su pasión y calidad artística, fue objeto, entre otras distinciones, de galardones como la Orden de las Artes y las Letras de 1985, y recibió el papel de figura central de una serie de conciertos realizados en su honor en el marco del Festival Milano de Música en 1992.
EXPERIMENTACIÓN
A mediados de los cincuenta del siglo pasado, Donatoni conoció, en su ciudad natal, a Bruno Maderna (1920-1973), quien lo apoyó y aconsejó.
Petrassi y Maderna ejercieron una influencia notable sobre el pensamiento y trabajo compositivo de Franco.
De acuerdo con el portal allmusic.com, para 1960 Donatoni se dejó influenciar por John Cage y su uso de procedimientos al azar en la música, después de ésto sufrió su primera crisis de fe. El descreimiento lo condujo a un cese total en su producción.
En 1966 escribió su primera obra, Etwas ruhiger im Ausdruck, que se basó en un fragmento de piano de Arnold Schönberg. Esto significó para el italiano una nueva manera de componer.
Otra crisis creativa atacó al compositor en la década de los setenta. En esta ocasión su esposa lo convenció para continuar con su labor, sin embargo Donatoni concluyó, basado en la evidencia recopilada, que cada siete años su mente se veía debilitada y era víctima de episodios de falta de inspiración.
El compositor italiano es un referente cuando se habla de gestualidad en el discurso musical, un movimiento que se popularizó a partir de la década de los cincuenta, el particular aporte del veronés se debe a la combinación de dos elementos gestuales dentro de una obra, conjunción que le da más proyección por su textura; la permanente contraposición integradora de un par de elementos, fue una constante en la obra del italiano, sobre todo en está época.
Franco Donatoni, Ed Spanjaard y Joël Bons. Foto: Co Broerse
BOOM
La década de 1980 significó el gran florecer tardío de su labor musical. Fue en este periodo cuando alcanzó el cénit con destacadas composiciones como Le Ruisseau sur l'escalier, L'ultima será, Tema, The woodwind quintet Blow y los trabajos para piano de Françoise Variations.
Siempre anduvo delicado de salud. Esa debilidad, junto a las depresiones periódicas que interrumpían su trabajo y le obligaban a estar bajo tratamiento, acabaron por agravar su condición a partir de 1980. También enfermó de diabetes.
En 1998 sufrió un infarto cerebral y su salud se deterioró hasta el punto de que para escribir sus últimas obras orquestales, Prom y ESA - In cauda V, necesitó la ayuda de algunos alumnos para trasladarlas al pentagrama.
Un segundo infarto le trajo la muerte el 17 de agosto de 2000. La ceremonia fúnebre se realizó en el Conservatorio de Milán y en ella se interpretó su pieza “Cinis”, una especie de réquiem laico que el autor compuso en 1988, y que ha sido considerada como un marcha en honor a la despedida.
Dentro de su obra destaca un repertorio para orquesta de cámara surgido desde el afán experimental toda vez que Donatoni dejó de lado el rigor de la escuela tradicional de la centuria pasada; el compositor veronés produjo una gran cantidad de partituras en las que se aprecian una gran técnica, una manipulación ordenada y la experimentación del material y el discurso.
En 1986, en su “Refrain”, el autor le da la mayor parte del protagonismo a los instrumentos de cuerda pulsada. En el inventario de esos instrumentos orquestados por el italiano sobresalen la guitarra, la mandolina y el arpa. “Refrain”, a su vez, dio origen a una serie titula con ese mismo nombre que más tarde formó parte de la base rítmica de Alfred-Alfred, una breve ópera cómica compuesta en 1995.
La genialidad de Donatoni también se dejó escuchar por el mundo gracias a sus composiciones para guitarra sola y para guitarra y orquesta. “Algo”, de la primera a la cuarta versión, comenzó a gestarse luego de escuchar un pequeño fragmento musical del guitarrista y compositor gitano Django Reinhardt. El trabajo de Donatoni no se quedó en una obra singular, creció en su formato hasta adecuarse a la descripción de “para instrumento y orquesta”. Además, al discurso fueron agregados elementos jazzisticos que dieron un color particular al ciclo.
Su concepto de abstracción del material sonoro se entrelaza con la evolución de su obra, aunque se mantiene la seña de dar prioridad en el discurso al sonido en su aspecto lúdico. El sentido de temporalidad histórica en sus creaciones, no se puede restringir a una década en particular o un movimiento. Si bien, es un contemporáneo que experimenta, sobre todo a partir de fragmentos de piezas tratadas con libre interpretación o de obras de otros, su libertad estética lo lleva a forjar piezas imponentes como “Incauda”.
La tecnología, en una de sus manifestaciones bondadosas, permite escuchar varias de sus obras en plataformas como YouTube. Algunas de sus grabaciones, se encuentran disponibles en plataformas como Spotify, donde también se pueden adquirir varios de sus materiales discográficos.
Sus detractores acusaron a Donatoni de intentar perpetuarse en sus alumnos y de sembrar en ellos una fórmula que tiende a la imitación de su gurú. Sin embargo, otra valoración de la obra del veronés aprecia que se trata de un compositor que hizo escuela y que sus estudiantes aprovecharon la experiencia del maestro para comenzar pero cada uno siguió su propio camino.
Entre los estudiantes del músico italiano hay representación mexicana gracias a dos capitalinos, Víctor Rasgado y Juan Trigos.
Otra faceta destacada del profesor veronés fue su pasión por disertar acerca del fenómeno musical, sobre el proceso creativo y acerca del papel del artista al interior de la sociedad.
