Los intereses del político
Como todo ser humano, el político está sujeto a las reacciones psíquicas más reconocidas. Cierto es que si se proviene de una familia, núcleo o grupo político que abarque gran parte del origen y trayectoria del individuo esas reacciones serán aprendidas y asimiladas.
El halago, la simulación, la doble cara son algunas muy bien dominadas. El político es ante todo un tartufo o sea, un actor. Sin embargo, hay otras que son aquellas que aparecen forzosamente cuando se presenta la crisis, el desencanto, la frustración, la traición o la contrariedad. Esos son los momentos más terribles para el político, lo mismo que para todos los demás mortales. Empero, en el humano dedicado o proclive a la política de mayor peso y estando en el ejercicio del poder, a muchos les resulta incontrolable la manifestación de su molestia, irritación o coraje.
Ejemplos hay muchos, pero basta a nivel nacional la reacción del gobernador Aureoles : “todo por unas jo#@#as placas”. La de Raúl Castro, un manotazo en el pódium, un estallido de ira en una ceremonia donde se le cuestionó la prisión de detenidos políticos; a menor rango, la del alcalde local, exporro y desde joven acostumbrado a esas reacciones. Recordemos la reconvención que le hicieron las cámaras de su poca o escasa tolerancia a la crítica. Pero lo reciente fue que para él “todo puede convertirse en show”.
De las elecciones ya en plena campaña saldrán promesas, sonrisas, compromisos- pero ya en ejercicio cuántos arrebatos, rabietas, o hasta acciones violentas veremos cuando a los funcionarios gobernantes no les salgan las cosas como a ellos quieren. Seguro en su familia tildarán a los ciudadanos de malagradecidos y “jijos de tal y cual”, sin ver ni “agradecer” lo que el gobernante supuestamente hace por ellos. Poco resultarán los sueldos, transas, primas, compensaciones que se lleven a los bolsillos en relación al trabajo “intenso” que hacen por los que pronto los olvidarán. Allí está el justificante absoluto para servirse con la cuchara grande “ahora que hay modo”.
Así funciona el ego, de gobernantes, líderes sindicales, coordinadores políticos de barriada y hasta policías, los cuales desde hace años no pagan el servicio de agua. Pues según ellos, ya mucho hicieron por los demás. El mismo Simas señala que de cada cien usuarios la mitad no paga, entre ellos están muchos exservidores públicos. Acciones y reacciones, pasadas, presentes y permanentes.
Miguel Ángel Hernández,
Torreón, Coahuila.