La puntualidad
Una de las cosas que nos caracteriza a la mayoría de los mexicanos es la falta de puntualidad, es decir llegar tarde a todo tipo de reuniones, compromisos, citas y hasta lo tomamos con cierto orgullo lo de “puntualidad a la mexicana”. Hay eventos como bodas en la que te citan en determinado lugar a las nueve de la noche y si llegas a esa hora, casi que llegas antes que los meseros que van a servir el banquete, y hacia las diez o diez y media llegan los novios, porque se estaban tomando la foto, o casándose por el civil y resulta que la cena se sirve cerca de media noche.
En Alemania por el contrario se es puntual hasta la exageración, en una ocasión, el señor Horacio Troche, que era entrenador del equipo Laguna, la famosa y ahora algo olvidada “ola verde” me relató que siendo entrenador en Alemania, se casaba un jugador y por supuesto, invitó a sus compañeros de equipo, entre éstos se encontraban tres latinos, creo recordar que peruanos, a los que el señor Troche les advirtió que el evento era a las siete de la tarde y que fueran puntuales y no llegaran tarde; sin hacer caso a la recomendación, llegaron a las nueve y media esperando que al menos el banquete estuviera por servirse. No sólo ya se había servido el banquete, ya hasta terminaban la limpieza del lugar y se habían retirado mesas y sillas. El que sí estaba esperándolos era el Sr. Troche y les dijo, el evento fue de siete a nueve y “por eso les advertí no llegar tarde”.
En la ciudad de México, llegó un sacerdote a una pequeña parroquia y dispuso que la misa sería a las siete de la tarde, para su sorpresa, a las siete, sólo había dos señoras mayores y nadie más, hacia las siete y diez y más tarde se empezó a llenar la capilla y cuando preguntó qué pasaba le dijeron “no padre, aquí en el DF todo empieza tarde, tiene que adaptarse a nuestras costumbres”. El padre no dijo nada, pero al día siguiente a las siete un punto, empezó la misa, y aunque de espaldas sintió como sin hacer ruido se escurrían los que iban llegando. La obligación es de oír misa entera todos los domingos y fiestas de guardar, y dice misa “entera” por eso se dice que las llamadas a comer y a misa, hay que atender a la primera llamada, porque si no la comida se enfría y si vas a misa hasta que suena la tercera llamada por cerca que estés, llegas tarde y no cumples el precepto.
En cuanto a citas de negocios o juntas de consejo es una grosería y una descortesía llegar tarde, ya que hacemos perder su tiempo al que llegó puntual y la reunión termina más tarde por esta causa. Se supone que hay causas de fuerza mayor para no llegar a tiempo, pero debe ser la excepción y no la regla.
Teniendo tantos motivos para presumir, bien podríamos ser puntuales y seguro que nuestra puntualidad encontrará mejor respuesta de las personas a las que llegan a tiempo.
La mejor manera de cumplir con la puntualidad es empezar los asuntos a tiempo y el que llegue tarde sufra las consecuencias de su tardanza perdiéndose de asuntos que ya se trataron y no se les informe de éstos hasta el final de la reunión, cuando la mayoría que llegó a tiempo se haya retirado.
Raymundo Portilla,
Torreón, Coahuila.