Combate a la pobreza
Con mucha frecuencia se comenta la necesidad de una mejor distribución del ingreso para lograr diversos beneficios, entre ellos: bajar los hechos delictivos, mejorar las condiciones de vida de todos y tener un país mas próspero.
Todo está muy bien, sólo que también se pretende, como condición, bajar o erradicar la pobreza.
Es inaceptable en países ricos y aun en países en desarrollo la miseria, esto es la pobreza extrema, y se necesitan programas sociales para aliviar esta situación, sólo que hay que aclarar que combatir la pobreza y lograr una mejor distribución del ingreso son cosas distintas y ambas no se pueden lograr sólo con acciones del gobierno.
Se puede llegar a una distribución del ingreso mejor y aún así aumentar la pobreza en términos absolutos, sólo que ahora la brecha entre los que más tienen y los que menos tienen disminuyó.
En países socialistas como Venezuela, no se logró bajar la pobreza de un enorme cuarenta por ciento, ni cuando el barril de petróleo andaba arriba de cien dólares.
Lo más socorrido para conseguir estas metas en la mayoría de los casos es aumentando los impuestos a los que más ganan para ayudar y subsidiar a los que menos ganan.
Sin embargo, esto ha fracasado porque se desalienta la inversión y se castiga injustamente a la productividad con una carga que evita la creación de nuevos empleos, si a esto se le agrega que los recursos pasan por manos del gobierno y que se crean puestos burocráticos la ayuda llega muy disminuida y en el momento que se suprima, se vuelve al estado anterior o a uno peor aún.
Es necesario empezar por combatir la pobreza, sin importar que los que más ganan aumenten sus ingresos, la mejor distribución del ingreso no puede ser por decreto, y ésta lleva más tiempo, y se logra con educación, con incentivos a fuentes de empleo mejor remuneradas y una disminución de los que trabajan para el gobierno y una política fiscal sana que promueva lo anterior.
Mientras las personas estén esperanzadas en que el gobierno les solucione todo, no se logrará ni disminuir la pobreza, ni mejorar distribuir los ingresos.
No hay mayor injusticia que castigar al eficiente y digno para darle al ineficiente e indigno, es tiempo de empezar a pensar que la solución está en las decisiones que tome cada individuo y no lo que hagan los que nos gobiernan.
Raymundo Portilla,
Torreón, Coahuila.
