El síndrome ‘Selfies’
Hoy, al factor familiar productor del narcisismo se suma el ambiental. Muchos sociólogos sostienen que los hijos están naciendo y creciendo hoy en una sociedad narcisista. Lowen escribió un libro con este título: El narcisismo, la enfermedad de nuestro tiempo. Considera que “el narcisismo individual corre paralelo al cultural: el individuo moldea la cultura según su propia imagen y la cultura moldea, a su vez, al individuo.” (Paidós, 2.000).
Entre los adolescentes y jóvenes de ahora está haciendo furor el culto a la propia imagen en las redes sociales, conocido como el “Síndrome Selfies”. Consiste en autofotografiarse mediante un Smartphone para luego publicarlo y compartirlo con otras personas. Cada autorretrato lleva un pie de foto. Por ejemplo, “Yo y mi perro”, “Yo y mi moto”, “Yo comiendo”, “Yo al borde de un precipicio”. Cuando el culto a la propia imagen se limitaba a mirarse en el espejo, no era posible difundirlo; hoy, en cambio, los nuevos “narcisos”, al disponer de las redes, tienen la posibilidad de ser hipernarcisistas.
Los selfies estimulan mucho la vanidad y el afán de notoriedad, lo que entraña posibles efectos negativos y serios riesgos. Los titulares de los periódicos suelen referirse a accidentes mortales de adolescentes que pretendían autorretratarse en un lugares peligrosos.
Hacerse una foto y publicarla en las redes sociales exige a los usuarios una retroalimentación en términos de “me gusta”. Y el ansia por verse mejor así mismos ha llevado a muchos de ellos a obsesionarse por corregir defectos faciales con cirugías plásticas.
¿Qué necesitamos hoy al estar condicionados por una cultura ególatra que produce narcicismo social? En opinión del famoso psiquiatra Glynn Harrison, “necesitamos tener una percepción de nosotros mismos que sea realista y esté bien fundamentada, y que no se centre en afirmar nuestra propia importancia, sino en servir a un propósito más grande que nosotros mismos”. (El gran viaje del ego”, 2017).
Xus D Madrid,
Girona, España.
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Los tiempos cambian, el hombre es el mismo
Los hombres no viven de la política. Viven de su trabajo, de la tierra, de los bienes con los que comercia, de la artesanía, etc. etc.
Ninguna transformación política ha cambiado nunca, ni sus necesidades, ni sus ilusiones, ni sus aficiones científicas, artísticas, deportivas, etc. Cada uno se desenvuelve en su ámbito familiar, social, y de trabajo, al que adaptan sus vidas, que, para que sean efectivas, precisan, como no, de un ambiente de paz y de seguridad.
Para conseguirlas, necesita a los políticos. Personas honradas, bien formadas, cultas, y con un currículo que garantice su eficacia. Que estén en condiciones de tomar las decisiones éticas y morales que exijan las situaciones siempre cambiantes del devenir humano, con intención de alcanzar el mayor bien común, posible.
En definitiva, políticos, (ni de izquierdas, ni de derechas, ni de centros, que sólo aportan enfrentamientos), es decir, personas con buena voluntad y con buen espíritu. Nada más, y nada menos.
Antonio de Pedro Marquina,
Zaragoza, España.