Otra más al costal de la corrupción
Pareciera que hablar de la corrupción es como si la invocáramos, pero no es así, la corrupción ahí está, siempre presente, en cada uno de los actos de los servidores públicos. Sabemos bien que esta palabra significa degradación, podredumbre, inmoralidad, deshonestidad, cohecho, soborno, falta de integridad, carencia de principios éticos, abuso de confianza, engaño, mentira, fraude, trampa y muchos otros sinónimos que implican tráfico de influencias, extorsiones, malversación de fondos, prevaricación, nepotismo, enriquecimiento ilícito, peculado, lavado de dinero, cochupo, impunidad y muchas otras acciones en perjuicio de la sociedad civil.
Pero lo grave no es que algún político haga práctica corrupta, sino que la corruptela sea ya una práctica generalizada en el gobierno, toda vez que al hacer mal uso del poder público consigue, de manera ilegítima y obviamente secreta, aquello que no podría conseguir de forma honesta y transparente. Lo grave es que habiéndose comprobado actos de corrupción en la mayoría de los funcionarios de ésta y de otras administraciones no sólo a nivel federal, sino de muchos gobernadores y exgobernadores haya pocos casos vinculados a proceso, y los culpables purguen la sentencia correspondiente conforme a derecho.
No se puede hablar de corrupción sin hablar de impunidad, ya que ésta es, en cierta forma, origen y consecuencia; por lo que, de no romperse este binomio, seguirá la gangrenándose el sistema político, afectando negativamente el tejido social.
Viene a colación el tema, por el despido del titular de la Fiscalía Especializada de Ddelitos Electorales (Fepade), Santiago Nieto Castillo, justo cuando había citado a declarar a Emilio Lozoya Austin, exdirector de Pemex, atendiendo a una denuncia ciudadana y a otra del PRD, por el delito de cohecho con la empresa brasileña Odebrecht y por el delito el delito electoral de financiamiento ilícito en las elecciones presidenciales de 2012, favoreciendo con ello al entonces candidato del PRI, Enrique peña Nieto.
En este diario se informó recientemente de una carta enviada por Emilio Lozoya a Santiago Nieto, para pedirle que dejara de investigarlo, cosa que fue divulgada a los medios por éste último; y por ello, el subprocurador Jurídico y de Asuntos Internacionales, Lic. Alberto Díaz Beltrán (en ausencia del titular de la PGR), decidió se habría incurrido en falta al código de conducta; en consecuencia fue destituido, acción que deja una estela de suspicacia en la ciudadanía, acerca de la ética en la cúpula del poder judicial.
¿Cómo creer en las instituciones, si aprovechando la primera coyuntura política echan del poder a quien estaba haciendo su trabajo? Si Nieto Castillo incurrió en falta al código, quien sale ganando es Emilio Lozoya, y ahora le dirá en tonadilla fastidiosa a Nieto Castillo “Te lo dije”. ¿Qué no habría sido suficiente una nota de extrañamiento, una llamada de atención, o un castigo que no fuera la destitución del cargo? ¿Acaso era reincidente en la violación del código de conducta?
Ahora los ciudadanos esperamos que el subprocurador Díaz Beltrán, haga lo posible para sustituir a Nieto Castillo a la mayor brevedad posible, y que el proceso a Emilio Lozoya siga su curso; pues de otra forma, la PGR estará protegiendo a los delincuentes de cuello blanco; y nosotros, en materia de justicia, seguiremos bailando con un pasito pa’lante y otro pa’tras.
Héctor García Pérez
Comarca Lagunera