Libertad vs. libertinaje
Hace tres décadas nadie se hubiera imaginado despenalizar el aborto; y tampoco, que los Derechos humanos se extendieran a la ahora llamada comunidad LGBT (lésbica, gay, bisexual y transexual).
Las resoluciones de la ONU en ese sentido, constituyen un avance en derechos humanos; aunque a mucha gente como yo, chapada a la antigua, a primera vista nos parezca un absurdo, no la referencia sexual, sino la pretensión de adoptar a un infante; pero la realidad se impone y no se puede negar lo evidente: Ninguna persona debe sufrir discriminación o abuso por su orientación sexual, identidad o género.
La legislación sobre la acción de abortar es muy diversa; va desde la penalización con años de cárcel, hasta la asistencia gratuita en instituciones de salud. La legislación va de un extremo a otro, y en América Latina, en el primer caso, están países como Chile, el Salvador, Haití, Honduras, Nicaragua, República Dominicana y Surinam; mientras que en la posición opuesta se pueden contar países como Colombia, Perú y Argentina; y también hay países donde el aborto está permitido cuando la vida de la mujer está en riesgo. México está en esta última posición legislativa. Sin embargo, hay estados en los que se han añadido causas para interrumpir el embarazo.
Los líderes de opinión mundial, tales como el Papa Francisco han influido en esta corriente de liberación; pues aunque reconoce que “el aborto es un crimen abominable y (que) la vida debe protegerse en todas sus fases”, ha autorizado a los sacerdotes para que den la absolución indefinida por el pecado de abortar, argumentando que Dios es infinitamente bueno, y que por ello no hay pecado por más ominoso que sea que no pueda ser perdonado. (paráfrasis mía).
Cabe en este punto un brevísima reflexión: Todos, hombres y mujeres con capacidad para engendrar, exceptuando a púberes y a algunos adolescentes cuya maduración de sus órganos sexuales va desfasada de su madurez psicológica y de su capacidad económica para criar a un hijo; todos, previamente al acto sexual mediante el cual, obviamente, se tiene la probabilidad de concebir, somos conscientes de ello, y por eso mismo, somos responsables de las consecuencias de nuestros actos. Él y ella, en uso de su libre albedrío (exceptuando violaciones) toman libremente decisiones, en aras del placer; y pretender truncar una vida, producto de un momento de complacencia me parece un acto egoísta e irresponsable, además de un asesinato en primer grado, un crimen abominable que Dios podrá perdonar, pero no puede ni debe ser avalado por la sociedad, salvo circunstancias muy especiales.
¿Que mi pensamiento es retrógrado? Tal vez, pero en mi concepto, una vida es sagrada; y una pareja de adultos que sabe bien lo que hace y que tiene la información necesaria y suficiente para evitar la concepción y aun así justifican la práctica del aborto, es una pareja totalmente irresponsable que hace uso no de su libertad, sino del libertinaje moral.
Que hoy en día, nueve organizaciones feministas de la Laguna estén demandando la despenalización del aborto, pidiendo se incluya entre las causales de interrupción del embarazo el aborto auto procurado o consentido es su derecho, pero también un despropósito, pues tal petición sólo refleja desidia, negligencia, falta de cuidado o en el peor de los casos, una franca ignorancia de parte de las mujeres; desidia porque sabiendo cómo prevenir un embarazo no lo hacen; en cuanto a ignorancia, no creo que alguien pueda argumentar: “Es que yo no sabía”. Inconcebible es pensar que hoy en día haya mujeres que no tengan información sobre la prevención de embarazos y de ETS; por lo cual, querer abortar implica un acto de cobardía y de irresponsabilidad. Piensen esas mujeres a favor del aborto, que si su madre hubiese abortado, ellas no estarían en este mundo.
Héctor García Pérez
Comarca Lagunera