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El dedo bendito

El presidente Peña Nieto, nada tonto, por más que así lo perciba el pueblo mexicano, ha regresado a la vieja escuela para enaceitar la vetusta y rancia, añosa y oxidada maquinaria priista, que fuera abandonada por más de dos décadas. Peña Nieto, el hombre que dice gobernar México demuestra que a pesar de los fracasos durante su administración como presidente, aún tiene el poder de su dedo; el dedo que unge, el dedo bendito que señala, que indica, que nombra a quien deberá ser su sucesor, aunque no sea militante del partido oficial.

Los engranes han girado igual que en un reloj suizo, para ponerse a la hora (a la orden) del que ha sido elegido, no por las mayorías priistas, sino por la cúpula partidista, y principalmente por quien hoy está en la cima del poder.

¡Y el ganador absoluto, el que se lleva todo, al que desde hoy los priistas jóvenes y arcaicos, intelectuales y analfabetos, empresarios, y obreros, campesinos y sector popular, en general cualquiera que comulgue con el sistema de gobierno priista, ya por simpatía, ya por ideología común, o ya por simple conveniencia, deberá rendir pleitesía a quien sin tanta alharaca se lleva el premio mayor, la precandidatura presidencial: él es nada más y nada menos que José Antonio Meade, el único miembro del gabinete peñista y calderonista que aparentemente no tiene cola que le pisen!

Pareciera que al fin, el viejo Diógenes, con su lámpara a punto de apagarse, encontró entre los servidores públicos, al hombre íntegro que necesita México, el hombre que por ese mismo hecho, es susceptible de cambiar su esencia moral por el caudal de elogios que empiezan a verterse copiosamente sobre su persona; y no será raro que termine subyugado por el canto de las sirenas. Tendrá que pensar y actuar como Ulises y atarse al mástil del barco del poder para navegar por las peligrosas aguas infestadas de tiburones hasta llegar a puerto seguro.

¿Cuál será su proyecto de nación? ¿Cuál es su ideología política? ¿Hacia dónde llevará a México? Qué hará para resolver o cuando menos atenuar los efectos de los grandes males que aquejan al país? ¿Qué piensa sobre la corrupción y la impunidad en México? ¿Cuáles reformas de las iniciadas por Peña Nieto impulsará? Ciertamente, todo esto lo sabremos en la medida en que su persona sea desnudada por el periodismo y exhibida en cientos de páginas desde hoy hasta el día “D”.

El PRI ha subido al ring a un contendiente para López Obrador: ¡Hay pelea! El pueblo habrá de elegir en las urnas al que considere mejor; pero no olvidemos que también el pueblo se equivoca, ya lo ha hecho más de una vez. Por fortuna, cada día, la ciudadanía está más politizada y consciente de su papel como votante y exige y exigirá, no lo dude usted, respeto a su voto, pues no es fácil quitarle el poder a quien lo atesora y defiende con uñas y dientes. Me refiero a dos prietitos en el arroz, que seguramente darán dolor de cabeza inmediatamente después de las elecciones: El Trife, quien ha dado muestras de parcialidad al ratificar a Riquelme como gobernador de Coahuila a pesar de amplio acopio de pruebas para impugnar las elecciones; y por otra parte, Héctor Díaz-Santana, que fungirá como fiscal de la Fepade, en sustitución de Santiago Nieto, quien se puso contra Sansón a las patadas. Queda todavía pendiente esa asignatura: ¿Quién será el hombre de paja que hará el papel de fiscal carnal (del partido oficial)? ¿Será un hombre hecho y derecho? ¿Será un pelele del PRI? o ¿Será un émulo del sabio Salomón?, ¿Un David frente a un Goliat?

Héctor García Pérez

Comarca Lagunera

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