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No es un Lutero, sino un Francisco de Asís. Al primer pontífice latinoamericano se le exigen reformas que no prometió. El objetivo del nacido en Buenos Aires y sucesor de un pastor rodeado de lobos es poner al centro el evangelio liberador del nazareno.
[...] y que naide le pregunte si sabe dónde está Dios
por su casa no ha pasado tan importante señor.
Atahualpa Yupanqui
Un dirigente espiritual que no le teme a promover incendios entre sus colaboradores con sus llamados a la renovación o un reformador que, a ojos y oídos de los críticos de sus discursos y acciones, no ha cambiado nada, esos son los extremos en los que se mueve el primer Papa latinoamericano.
El pasado 13 de marzo se cumplieron cuatro años desde que Jorge Mario Bergoglio (Buenos Aires, 1936) se convirtió en el sucesor de Benedicto XVI o, como gustaba de llamarlo incluso la prensa vaticana, un pastor rodeado de lobos.
Tras casi ocho años en el trono de Pedro, el alemán, Joseph Ratzinger optó por el retiro ante la escalada de escándalos (las filtraciones del Vaticano o Vatileaks, el desprestigio causado por los casos de abusos sexuales y las denuncias de corrupción en el Instituto para las Obras de Religión) que colocaron a la Iglesia católica en el pabellón de afectados por severas crisis.
Bergoglio se convirtió en Francisco Primero y su pontificado se ha caracterizado por el continuo llamado a que los sacerdotes salgan de los templos y permanezcan cerca del rebaño.
Menos frecuentes han sido las declaraciones en las que rompe con la línea inflexible del catolicismo, por ejemplo, aquellas en las que invita a no ver el aborto como un mal absoluto.
La llegada de un sacerdote latinoamericano era inesperada aunque las cifras avalan un quiebre en la tradición de los papas europeos.
América Latina aporta a 49 de cada 100 devotos de una religión con más de mil 300 millones de creyentes, 400 mil sacerdotes, cinco mil obispos y 200 cardenales repartidos en los cinco continentes.
DOS PAPAS Y UNA CASA
El pontífice sustituto llegó a lo más alto de la jerarquía eclesiástica con la misión de introducir cambios en una institución golpeada severamente. Tan sólo la filtración de documentos confidenciales de Joseph Ratzinger dejó al descubierto cruentas y poco cristianas disputas al interior del Vaticano.
Francisco tiene el rol activo dentro de una situación que no se registraba desde la Edad Media, la convivencia entre un papa en funciones y uno emérito.
Cuatro años ya han proporcionado material suficiente para comparar los estilos del argentino y el alemán.
Una diferencia esencial, a juicio de especialistas, es que mientras Benedicto XVI se decantó por construir su Iglesia desde la teología, Francisco mantiene mucho más sus ojos en la práctica del credo, en guías espirituales que acompañen a sus feligreses por los caminos de la vida.
En esa línea de cercanía, un momento cautivador protagonizado por el argentino ocurrió en noviembre de 2013: el abrazo a Vinicio Riva, un enfermo de neurofibromatosis (conjunto de enfermedades raras de causa genética; se caracteriza por la aparición de múltiples tumores benignos en los nervios del cuerpo y la piel).
Ya para ese momento Francisco era llamado "el papa de los pobres". Hablando de economía, al sacerdote jesuita se le reconoce que, de su mano, las finanzas vaticanas han mejorado -el déficit de la Iglesia se redujo a la mitad-, empero, permanece intacta la crítica hacia la opacidad de las cuentas alrededor del trono de Pedro.
Un capítulo que causa polémica y muestra un claro contraste entre Francisco y sus predecesores es la creación de santos.
En sus más de 26 años como jefe máximo de la Iglesia, Juan Pablo II beatificó a mil 340 personas y canonizó a 483; en cuatro años, Francisco ha promovido a la santa categoría a 848 individuos, 815 fueron elevados a los altares en un solo día, el 12 de mayo de 2013.
Bergoglio es el papa que ha proclamado más santos en toda la historia de la Iglesia.
¿Y EL CAMBIO?
Así como hay quien le pone la etiqueta de “papa de los pobres”, también hay quien gusta de referirse a él como “el pontífice de los guiños antes que de los cambios”.
La cuestión es como sigue: por un lado le agradecen que, bajo su mando, la Iglesia no está a favor de marginar a los homosexuales; por el otro, le reprochan que no sea tajante y claro a la hora de abrir las puertas de la institución a los 'gays'.
Las palabras de Francisco son misteriosas y por esa vereda ocurre que a veces el guiño tiene más aspecto de insinuación.
Así, en una entrevista publicada en marzo por el semanario alemán Die Zeit, el jesuita sugirió que no está cerrado a la opción de analizar que puedan ordenarse hombres casados de fe comprobada.
Lo primero sería ver si efectivamente recurrir a ellos es una posibilidad, luego tendrían que determinarse las tareas en las que prestarían servicios.
La opción de que hombres inscritos en el sacramento matrimonial sean ordenados recobró fuerza de la mano de los gestos reformistas de Francisco. Lo esencial de la propuesta es que esos personajes de fe comprobada proporcionen asistencia en lugares donde hay crisis de vocaciones. En Brasil, por ejemplo, hay un sacerdote por cada 10 mil católicos.
En la entrevista referida el papa comentó que si bien prefiere a sacerdotes célibes, el celibato puede ser un aspecto sujeto a discusión ya que no es un dogma de la Iglesia, sino parte de la disciplina de la institución.
El sucesor de Benedicto XVI ya había dado muestras de su disposición a revisar posturas de la Iglesia en el Amoris Laetitia, su polémica exhortación pastoral sobre la familia.
En ese documento, Francisco suavizó el rechazo de la Iglesia hacia los divorciados que vuelvan a casarse.
Según el argentino, quienes se hallan en esa condición no tienen que sentirse excomulgados, bien pueden vivir y madurar como miembros activos de las congregaciones.
No es posible, sostuvo Francisco, adjudicar un pecado mortal a todos los que viven en una situación irregular, divorciados vueltos a casar o inscritos en otro tipo de categorías mal vistas en los terrenos del catolicismo.
Es mezquino detenerse solo a considerar si el obrar de una persona responde o no a una ley o norma general. A los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe ser una sala de torturas, sino el lugar de la misericordia del Señor, fue parte del exhorto del máximo jerarca de la fe católica.
Su línea pastoral le ha costado al papa bonaerense una campaña de acoso y descalificación por parte de miembros de la curia (organismos y personas, tanto religiosos como laicos, que colaboran en Roma, en la administración y gobierno de la Iglesia).
Un opositor poco disimulado es el cardenal estadounidense Raymond Burke, quien llegó a manifestar su preocupación por el avance de una "agenda gay" al interior de la Santa Sede.
Por presencias como la de Burke se concluye que la resistencia a los cambios es otra protagonista del papado de Francisco.
Los escándalos, especialmente los de abusos contra menores perpetrados por sacerdotes, requieren de acciones. Sin embargo, no hay garantías de que las cosas salgan bien.
Una víctima de sacerdotal concupiscencia, Marie Collins, aceptó formar parte de una comisión creada por decreto pontifical para prevenir casos de pederastia en la institución.
Collins prefirió marcharse. Antes de irse criticó que no había mucha disposición hacia los cambios, especialmente en la Congregación para la Doctrina de la Fe (antiguo Santo Oficio).
La voz del reformador se alza y el llamado a la conversión pastoral repica. Pero, cada vibración del papa tiene su réplica, una que empuja en la dirección opuesta, de manera que la institución no ofrece sino la misma imagen fija.
Francisco tiene a mano los diagnósticos, los retos por superar, las dificultades por vencer. Sin embargo, el tiempo corre en su contra.
DIAGNÓSTICO
En diciembre de 2014, el argentino dio a conocer problemas, a los que llamó enfermedades, que se presentan con frecuencia en la curia vaticana.
El mal de sentirse inmortales, inmunes o incluso indispensables, lo que produce la ausencia de autocrítica y la inexistencia de intentos por mejorar.
El endurecimiento mental y espiritual de aquellos que acaban convertidos en máquinas de trabajo en lugar de hombres de Dios. Los portadores de este padecimiento han extraviado "los sentimientos de Jesús".
El alzhéimer espiritual, es decir, olvidarse de la historia personal con el Señor,y caer en una disminución progresiva de las facultades espirituales.
El listado sigue con la enunciación de males como rivalidades, egoísmos, esquizofrenia existencial (cuya descripción recuerda a la duplicidad), habladurías, adulación, indiferencia, la "cara de funeral" (tratar a los demás con rigidez, dureza y arrogancia), acumulación de bienes materiales, la ganancia mundana y el error de pensar que se pertenece más a un grupo determinado de la curia que a la Iglesia.
Cuando se trata de mostrar quién manda, Francisco no ha dudado en enviar el mensaje.
En diciembre pasado, la Soberana Orden de Malta, cuyo origen se remonta al año 1048, cesó a su Gran Canciller, de nombre Albrecht Freiherr von Boeselager, con el argumento de que no impidió la distribución de preservativos en países pobres donde los contagios de SIDA son cosa frecuente.
Los caballeros laicos de Malta, surgidos en tiempos de las cruzadas, son representantes de familias nobles que actualmente se dedican a realizar labores humanitarias y juran fidelidad al papa.
El jerarca de la fe católica formó una comisión para analizar el caso de Boeselager. Sin embargo, los caballeros se negaron a ser investigados por un grupo externo.
Francisco respondió a la negativa solicitando la dimisión de Matthew Festing, el Gran Maestro de la Orden.
El 25 de enero, Festing presentó su renuncia y tres días después se anunció el nombramiento de un líder interino así como la restitución de Boeselager en su cargo de canciller.
ASESORES
El papa es asesorado por un consejo integrado por nueve cardenales (C9). Dicho grupo discute, analiza y elabora dictámenes sobre las reformas que requiere la Iglesia.
El consejo puso en marcha la Comisión para la Protección de los Menores, instancia que monitorea las informaciones sobre pederastia al interior de la Iglesia.
El C9 también se hace cargo de los asuntos relacionados con la comunicación y la economía del Vaticano. Para ello se establecieron sendas secretarías que sumadas a la Secretaría de Estado (órgano de gobierno del papa) dieron un impulso novedoso a un aparato diplomático extendido a más de 180 países.
El trabajo de los nueve es todavía más importante dado que Francisco entiende que la Iglesia debe arriesgarse y aparecer como un elemento clave para la posible solución de problemas de escala nacional e internacional. De ahí surgen los ofrecimientos para hacer de mediador.
Francisco sale y viaja, viaja porque lo invitan y porque hay destinos a los que quiere llegar si las negociaciones llegan a buen término. La diplomacia vaticana, por ejemplo, se encuentra en pláticas para arreglar una visita a China.
A donde quiera que va, el pontífice siempre tiene algo que decir. En sus cuatro años al frente de la fe católica han sido constantes las declaraciones sobre asuntos geopolíticos: el conflicto palestino-israelí, la lucha contra el terrorismo, Donald Trump.
Llama la atención hacia un problema que comparten la vieja Europa y Norteamérica: la migración y sus variantes: los refugiados que salen de Medio Oriente en busca de seguridad y un futuro o los inmigrantes que van a Estados Unidos en busca de bienestar y un mejor mañana.
El papa da su mensaje y convierte sus palabras en imágenes. Si viaja a la isla griega de Lesbos, regresa al Vaticano con tres familias sirias.
La crisis de refugiados fue definida por el argentino como "la catástrofe humanitaria más grande desde la Segunda Guerra Mundial".
SUCESOR
Ser papa también implica preparar el camino para el sucesor. Francisco está por la labor de nombrar cardenales electores que compartan su visión de lo que debe ser la Iglesia.
El objetivo no es otro que, cuando llegue la hora de nombrar al pontífice 267, allanar el arribo de un sacerdote que mantenga las líneas de acción: la cercanía, los ímpetus renovadores, el ideal de una Iglesia pobre para los pobres, fomentar que los guías conforten en lugar de regañar, construir puentes con la sociedad y no limitarse a remarcar la senda de la moral sexual.
Ninguna de las reformas impulsadas por el bonaerense estará en posibilidades de perdurar si no va de la mano con apoyos políticos al interior de la curia.
En cuatro años, el argentino ha nombrado a 44 cardenales con derecho a voto, es decir, los purpurados nombrados por Juan Pablo II y Ratzinger van dejando el puesto y cediendo terreno al reformador.
No obstante, el colegio cardenalicio aún tiene una mayoría de integrantes designados por los predecesores del jesuita.
Sin embargo, los 44 de Francisco suponen ya poco más de un tercio de los 120 que forman el selecto grupo de electores del papa.
El pontífice ha sorprendido con la inclusión de un par de religiosos mexicanos en su purpúreo tercio: el arzobispo de Tlalnepantla, monseñor Carlos Aguiar Retes, y el arzobispo de Morelia, monseñor Alberto Suárez Inda.
Esas designaciones son interpretadas, primero, como muestras del interés que existe en el dirigente máximo por reestructurar los liderazgos católicos en sitios como México, y, en segundo lugar, como parte del movimiento de piezas concebido por Francisco para que su línea pastoral, el cambio en el sistema operativo de la institución, le sobreviva.
En el caso mexicano, el papa rompió una práctica según la cual, para llegar a cardenal, era requisito indispensable encabezar la arquidiócesis de México o la de Guadalajara o la de Monterrey.
Además, los arzobispos Aguiar y Suárez son identificados con una corriente de religiosos que muestran un mayor compromiso con la función social de la Iglesia y, por tanto, distantes de la línea conservadora promovida por el nuncio Girolamo Prigione (1921-2016).
El 16 de marzo pasado, el cardenal italiano Attilio Nicora cumplió ochenta años de edad. Participante de los cónclaves que eligieron a Benedicto XVI y a Francisco, al llegar a su octava década de vida perdió el derecho a entrar a otra reunión electoral y el número de cardenales electores bajó a 117. De ese modo, Francisco tiene opciones de sumar tres escaños a su fracción en el colegio responsable de dar al mundo católico el humo blanco.
FRENO EMÉRITO
Es conocida la admiración de Bergoglio por Martín Lutero, fraile agustino que impulsó la reforma religiosa en Alemania. Incluso hay quien define al pontífice como un reformador que en su origen fue un conservador.
Luis Fernando Valdés, doctor en Teología por la Universidad de Navarra, explica que el papa Francisco ha llegado a ser considerado como hereje por algunos, mientras que otros destacan que se trata del representante de un conservadurismo disfrazado de populismo.
Si alguien esperaba, afirma Valdés López, o deseaba ver cambios radicales en el plano teológico, cosas como la abolición del celibato sacerdotal, la ordenación de mujeres o la comunión a los divorciados vueltos a casar, es porque interpretaron el estilo del argentino como una señal de una supuesta reforma doctrinal que rompería con la anterior.
La opinión de este profesor de teología es que "la de Francisco es más que nada una revolución pastoral en la que Bergoglio sería un nuevo Francisco de Asís. No se trata de una revuelta teológica, Francisco no es otro Lutero".
La propensión del jesuita a hablar con lo que él denomina "santa inconsciencia" no es algo que todos al interior de la curia consideren una expresión con tino. Sin embargo, ese tono le ha ganado puntos y opiniones que lo tienen como el director de una renovación doctrinal.
Una veintena de cardenales, entre los que destaca el estadounidense Burke, y decenas de obispos escriben y hablan cuanto pueden para criticar las posturas de su jefe.
Los detractores, pues, se ubican incluso en el círculo inmediato alrededor del pontífice y tienen los recursos para viajar por el mundo y manifestar su contrariedad por las posturas del heredero de Pedro. Llegados a cierto punto de exasperación, agradecen la existencia de un papa emérito.
Convivir con Ratzinger implica que Francisco debe ser considerado y no echar mano de todos los recursos a su alcance para meter en cintura a los cardenales de la oposición.
El argentino fomenta una buena relación con su antecesor. Si prepara un escrito, va y se lo muestra al alemán; si toma alguna decisión, va y la expone ante el emérito.
Los dos viven en el Vaticano, el latinoamericano en la Casa Santa Marta y el europeo en el monasterio Mater Ecclesiae.
En junio pasado, Georg Gänswein, prefecto de la Casa Pontifica, declaró que en estos momentos hay dos papas: uno activo y otro contemplativo.
Un experto en asuntos religiosos y bloguero de inclinación conservadora, José Fernández de la Cigoña, explica las cosas de otro modo: "El Papa está provocando una absoluta confusión en la Iglesia, y el único dique que nos queda contra sus ocurrencias es Benedicto XVI".
Monseñor Darío Viganó, director de comunicación y responsable de la cuenta de Twitter del pontífice, percibe un escenario muy distinto: "Hay uno. Solo uno. El otro dejó de serlo cuando el helicóptero se elevó sobre el Vaticano con él a bordo el 28 de febrero de 2013".
A juzgar por las deferencias de Francisco hacia Ratzinger, pasar por alto a quien fuera un pastor rodeado de lobos no es una opción.
EL HOMBRE PARA EL TRABAJO
El perfil de Bergoglio fue interpretado como el adecuado para la difícil situación de la Iglesia. Al hincha del equipo de fútbol San Lorenzo se le reconoce que combina una fuerte espiritualidad y una elevada disposición a la acción.
La disciplina jesuita es una preparación adecuada para llevar la iniciativa sin renunciar a la sumisión. Los representantes de la Compañía de Jesús viajan a donde se requieren sus afanes, y una vez que han cumplido su misión, aceptan sin reparos una nueva encomienda en otro punto del mapa.
Una sólida formación teológica, su apego a las instituciones (fue provincial de los jesuitas con 37 años, obispo con 46 y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina a los 59 años), sus dotes como organizador y la calidad de práctico le valieron los apoyos necesarios para ascender al trono de Pedro.
La tarea de Francisco no se reducía a sacar a la institución de las tormentas reunidas contra ella, también fue elegido para relanzar la marca y enfrentar el progreso de las sectas evangélicas en mercados como el asiático y el latinoamericano, así como la decadencia que se percibe en su vieja casa, la vieja Europa, por el envejecimiento de la clientela habitual.
Bergoglio, al elegir el nombre de Francisco, no sólo se convirtió en Papa, también aceptó el reto de erigirse como un líder global.
GOLPES MEDIÁTICOS
En el libro-entrevista El nombre de Dios es misericordia, el vaticanista Andrea Tornielli le preguntó a Francisco sobre la experiencia de Bergoglio como confesor de homosexuales. La respuesta el santo padre fue que "si una persona es gay y busca al señor y está dispuesto a ello, ¿quién soy yo para juzgarla?".
Para el argentino la gente no debe ser definida sólo por sus tendencias sexuales y llamó a no olvidar que "Dios ama a todas sus criaturas".
Los abusos contra menores cometidos por sacerdotes han sido definidos por el jerarca religioso como "algo más que actos reprobables", ya que los perpetradores son personas encargadas de acercarlos a Dios.
"No hay lugar en el ministerio de la Iglesia para aquellos que cometen estos abusos, y me comprometo a no tolerar el daño infligido a un menor por parte de nadie, independientemente de su estado clerical", llegó a declarar.
En febrero de 2015, Bergoglio envió una carta a un amigo y legislador en Argentina. La misiva privada se hizo pública. El problema fue que en el contenido el pontífice manifestaba su preocupación por el avance del narcotráfico en su país de origen. En las líneas le pidió al destinatario "evitar la mexicanización" de la patria.
"Estuve hablando con algunos obispos mexicanos y la cosa es de terror", escribió el jesuita.
El gobierno de Enrique Peña Nieto consignó en el registro mediático su preocupación y pesar por la estigmatización que sufría su nación a causa de las palabras papales.
En abril de 2015, Francisco se refirió a la matanza de armenios por el Imperio otomano como el "primer genocidio del siglo XX". La alocución fue hecha durante una misa por el centenario de la masacre.
En septiembre de 2015, al convertirse en el primer Papa en dirigirse a la Cámara de Representantes de Estados Unidos, hizo una invitación a los congresistas para que acepten a los inmigrantes y combatan el cambio climático.
Francisco se presentó como un "hijo de este gran continente" y en su discurso destacó que en el continente americano "No nos asustamos de los extranjeros, porque muchos de nosotros hace tiempo fuimos extranjeros".
El camino de la Iglesia, ha expresado el líder religioso en más de una ocasión, consiste en no condenar a nadie para la eternidad y resaltar la misericordia existente para las personas que la piden de corazón.
El sendero también abarca tramos de autocrítica. El jesuita ha afirmado que "Muchos no sienten que el mensaje de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia haya sido un claro reflejo de la predicación y de las actitudes de Jesús". No obstante, recuerda que si bien el hijo de Dios proponía un ideal exigente "nunca perdía la cercanía compasiva con los frágiles, como la samaritana o la mujer adúltera".
Dentro de sus funciones como líder global, Francisco irá a Colombia en septiembre próximo. El propósito de la visita es apoyar a ese pueblo en la construcción de una paz y una reconciliación plenas.
EL GRAN TRUCO
Rubén Amón, vaticanista español, opina que el gran éxito de Francisco tras cuatro años como jefe de la Iglesia católica es el de "haberlo cambiado todo sin haber cambiado nada".
A Francisco, explica el periodista, se le percibe como un revolucionario cuando en realidad no ha modificado la doctrina de la Iglesia y esta sigue sin permitir que los divorciados comulguen, sin reconocer los derechos de los homosexuales, sin un compromiso de reconocimiento mayor hacia el papel de la mujer en la Iglesia y sin ofrecer un ápice de tolerancia hacia el aborto, los anticonceptivos o los adúlteros.
El papa es constantemente calificado como un "gran reformador", sin embargo, sigue Amón, "ni siquiera ha rebasado el estado de las insinuaciones y de la cosmética".
El vaticanista considera que la revolución de Francisco abarca solamente "las formas", aunque la repercusión ha sido tal que ha llegado a vaciarse en un neologismo: el "papulismo", una suerte de populismo papal que fomenta las aspiraciones elementales.
La opinión de Amón fue objeto de una réplica por parte del sacerdote y profesor de Moral Social, José Ignacio Calleja, quien destaca que "el catolicismo más de a pie, vive con ilusión la empatía de Francisco por sus vidas y dificultades".
Para el cura Calleja, la gente considera al papa un cómplice que guarda silencio sobre algunos temas, alza la voz en otros tantos y hace un permanente llamado a perdonar y amar.
En cuanto al balance negativo que se atribuye a Francisco, el profesor considera que no ha hecho mucho en los tópicos señalados por Amón porque "ni prometió eso y en todo, es un conservador".
También señala que al interior de la Iglesia todavía no existe una base social decisiva que pueda arropar a Francisco en varios de los cambios normativos.
Otra cuestión a considerar, señala, es que ni el papa puede salir a campo abierto sin un estado de fuerza adecuado, más cuando se pone en riesgo el principal objetivo de su plan: devolver al centro el evangelio liberador de Jesús.
Las opiniones de Amón y Calleja son una muestra de los extremos en los que se mueve la percepción sobre el primer papa latinoamericano. De cómo se van uniendo esos contrarios y lo que queda atado con un nudo al centro surge la fascinación mediática, blanca a fuerza de buenas intenciones, opaca como los misterios que guarda la Santa Sede, por el Francisco de los pobres, el papa que no ha cambiado nada, el dirigente de la Iglesia cuyo principal objetivo es que los sacerdotes se parezcan más a Jesús y menos a ellos mismos.
Correo-e: bernantez@hotmail.com