Ni los edificios antiguos que “hablan” con su arquitectura de historia e identidad como el Chalet Tarín, se salvan del vandalismo de quienes, según los psicólogos que han estudiado el tema, tienen problemas de invasión en el hogar. (EL SIGLO DE TORREÓN/DIANA GONZÁLEZ)
El grafiti en Lerdo, que en su mayor parte no tiene tintes artísticos, sigue siendo un dolor de cabeza para los vecinos, pues, aunque cada Gobierno municipal realiza esfuerzos por mejorar los espacios públicos y pintar incluso fachadas de casas particulares, a fin de mejorar la imagen de la ciudad, el problema persiste. Así, museos, edificios antiguos y de gobierno, casas particulares y parques son víctimas de vandalismo. El grafiti por definición es una inscripción, pintura o dibujo anónimo de contenido crítico, humorístico o grosero, grabada o escrita en paredes o muros de lugares públicos. En 2014, los diputados locales exhortaron a los 39 ayuntamientos del estado a crear espacios para la práctica del grafiti artístico como una medida para contrarrestar las pintas vandálicas que -según se justifica en la propuesta- abundan en la entidad. Esta medida tenía la finalidad de evitar que se dañen espacios públicos, patrimonio cultural y propiedades privadas. Y es que, al menos en La Laguna, abundan los casos donde se usan las paredes sin ningún respeto hacia la propiedad privada, algo que es común para marcar territorios de barrios o pandillas.
