Heródoto, padre de la historia
Heródoto de Halicarnaso ostenta la paternidad de la disciplina histórica; en otras palabras, es Heródoto el primer historiógrafo occidental según los estudiosos; además, es un clásico. Aunque en nuestros días la noción de clásico parezca más un anacronismo, ninguna obra clásica está fuera de tiempo. Heródoto aportó a la -ahora- disciplina histórica una lección de método y comprensión del significado histórico a partir de los volúmenes que integran sus Historias.
Todo es testimonio para Heródoto, sus fuentes de información así lo indican, este no escatima en preguntar, en escudriñar, en expresar e interpretar cualquier fuente que esté a su alcance, pero sin haber dejado la consignación de acontecimientos. El padre de la historiografía occidental no buscó información como si todo hubiera debido ser aprendido, sino que, otorgando significación a ciertos testimonios, fue hallando en estos su vislumbre con criterio y disposición. Esos testimonios son ante todo orales y de propia vista; aunque no formuló todas sus conjeturas sobre estos dos andamiajes, tuvo un respaldo documental que halló en los escritos de autores más antiguos. Heródoto abrevó pues de la colectividad, fue un precursor de quienes atienden a la tradición de los pueblos o, dicho de otro modo, a la tradición histórica. Apreciación, investigación y narración fueron el triple criterio que aplicaría en la elaboración de su obra. Fue también un testigo ocular que dio cuenta de su propio juicio, sustentado en la inducción-deducción que designa una conjetura. Estas Historias son también lección de etnografía. Heródoto no ignora la cultura de los pueblos que aborda, a decir, los helenos y los bárbaros (como aquellos nombraban a los persas). Las Historias abordan una parte de las guerras médicas, conflicto bélico entre el imperio Aqueménida de Persia y las ciudades-estado del mundo helénico a partir de 499 a. C. Y prolongándose hasta el 449. Era en sí el siglo de Pericles. Heródoto relata un conflicto entre Oriente y Occidente, desde su visión helénica, aunque en ocasiones se mostraría condescendiente con respecto a sus referencias hacia los persas. Eso sí, en las Historias hay un tratamiento desde dos extremos: los vencedores y los vencidos; las víctimas y los victimarios. El expansionismo y la maquinaria de guerra serían el motor de la empresa. Lo interesante es que Heródoto respetó los momentos de la historia. Por ejemplo, otorga un valor importante al principio divino: el final no se conoce. El contacto con varias culturas enriquece la narración que da cuenta no solo del mundo helénico, sino también del Egipto combatiente y del mundo persa. La causa de la historia es para Heródoto el bien común sustentado en la victoria. “Tal es Heródoto: no estilísticamente bello, pero hermosamente humano”.