Hormigón en peligro

En noviembre pasado se inauguró en el Deutsches Architekturmuseum, ubicado en Fráncfort, Alemania, la exposición SOS Brutalismo - ¡Salva a los monstruos de concreto!, una revisión de la corriente liderada por Alison y Peter Smithson.

SOS Brutalismo es una organización, un movimiento y una base de datos en crecimiento cuyo objetivo es cuidar de las moles que surgieron como estampida entre los años cincuenta y los setenta del siglo pasado.

La arquitectura brutalista nació al amparo de diseños firmados por proyectistas de la talla de Le Corbusier o Eero Sarineen.

Toma su nombre del francés béton bru, 'hormigón crudo', y algunas de sus características distintivas son el uso de formas geométricas puristas, la distribución repetitiva, su alma expuesta. Otra, una que comparten buena parte de las obras brutalistas, es la de levantar pasiones a favor y en contra.

Se trata de una iniciativa con buena acogida en el ciberespacio y en Alemania.

Hoy día, #SOSBrutalism ha reunido un catálogo con 1 mil 097 edificios repartidos desde Estados Unidos hasta Nueva Zelanda, desde Argentina hasta Japón.

La suya es una campaña abierta a quienes quieran sumarse a los trabajos. El movimiento también se presenta como un medio que permite a los simpatizantes de estas masas comunicarse a través de redes sociales.

El 'nuevo brutalismo' fue la bandera de una generación de jóvenes arquitectos y críticos decididos a distanciarse de la monotonía de la arquitectura de la posguerra.

Las estructuras de estos innovadores de la segunda mitad de la centuria pasada no siempre fueron hechas de concreto, sin embargo, bastaba con adherirse al discurso esencial: poner el foco en el material y en la forma escultórica.

La colaboración voluntaria implica ayudar a nutrir y mejorar la base de datos. Se suben a las redes sociales, con el hashtag #SOSBrutalism, fotografías de los edificios detectados. El aporte visual puede complementarse con la ficha técnica y algún texto corto que contenga información sobre el uso actual que se le da al inmueble y sobre su condición. En la organización revisan las entradas con la etiqueta, las comparan con su base de datos y gracias a la información proporcionada, ubican las construcciones en alguna de las seis categorías de su plataforma en línea.

INTERNACIONAL

En este proyecto participan despachos creativos, instituciones y organizaciones como Guiding Architects, DOCOMOMO International, Soviet Modernism Database, World Monuments Fund, Michael Abrahamson, Shawn Hazen y This Brutal House.

Un objetivo del movimiento era elegir un centenar de estructuras para imprimir un catálogo en el que, además de los descubrimientos hechos por los promotores de la iniciativa, se incluyeran 'joyas ocultas' enviadas por cibernautas de todo el mundo.

Esa tarea ya está palomeada. En octubre pasado se lanzó un volumen titulado SOS Brutalismo. Una iniciativa global, que reúne 1 mil 200 imágenes de estructuras desde 1950 hasta 1970. El texto está disponible en inglés y alemán.

Gracias a los aportes virtuales se documentaron 120 ejemplares clave, muchos de ellos inéditos en materia de publicaciones que están en peligro de perderse ya sea por negligencia o porque fueron destinados a la demolición. El libro es un acercamiento al brutalismo en doce regiones del mundo desde Skopie, capital de la República de Macedonia hasta New Haven, Connecticut, en Estados Unidos. También incluye ensayos sobre la historia y la teoría de esta corriente arquitectónica.

Además, en noviembre pasado se inauguró en el Deutsches Architekturmuseum, ubicado en Fráncfort, Alemania, la exposición SOS Brutalismo - ¡Salva a los monstruos de concreto!, una revisión de la corriente liderada por Alison y Peter Smithson en la que se montaron modelos a escala y miniaturas de hormigón “más grandes que la gente”. Las maquetas fueron hechas por estudiantes de arquitectura y, a decir de varios de los cientos de asistentes, la muestra consigue su objetivo de 'impresionar'.

Interior del Museo de Arte de Berkeley, Estados Unidos. Foto: Daderot

Con el Convento de la Tourette (inaugurado en 1957), Le Corbusier creó, aunque sin pretenderlo, un nuevo arquetipo de inmueble que tuvo docenas de sucesores brutalistas e imitadores en las siguientes décadas. Hoy, esas creaciones son objeto de tareas enfocadas a rescatar el “atractivo del cemento crudo y la “gris geometría de los colosos”.

Los emisores del SOS consideran que se trata de un estilo incomprendido y menospreciado, una forma visionaria de abordar el material y un productor de edificaciones que bien merecen la etiqueta de patrimonio histórico de la humanidad toda vez que sus alcances fueron mundiales.

También señalan que no pretenden una conservación a detalle de los inmuebles porque “No todo tiene que permanecer como alguna vez fue, pones cuidado y con ello triunfas a la hora de remodelar un espacio y adaptarlo para otras funciones”.

BASE DE DATOS

Las seis categorías en que se reparten las obras censadas son: demolido, parcialmente demolido, en riesgo de demolición, menos preocupante, salvado y parcialmente salvado.

En la primera se encuentran 40 registros, repartidos en Suiza, Estados Unidos, Inglaterra, Filipinas, Alemania, India, Argentina, Japón, Turquía, Austria, Tailandia, España, Nueva Zelanda y Francia.

Los expedientes digitales nos muestran edificios de departamentos, una iglesia, un museo, bibliotecas, residencias particulares, centros comunitarios, oficinas de gobierno, un edificio para un reactor nuclear, entre otros.

Algunas de las moles devueltas a la tierra son la Torre AfE, de la Universidad Goethe de Fráncfort, en Alemania, desarrollada a principios de los setenta por Werner y Nitschke, y la Biblioteca Central de Birmingham, en el Reino Unido, diseñada por John Madin.

Las masas brutalistas en riesgo de desaparecer suman 120 entradas. En esta sección destacan dos creaciones de Marcel Breuer ubicadas en suelo estadounidense: la Biblioteca Central de Atlanta, en colaboración con Hamilton P. Smith, y el Instituto Americano de Prensa, en Reston, Virgina.

Del otro lado del telón de acero, un ejemplar en peligro de extinción es la Casa de los Soviets en Kaliningrado, Rusia, trazada por Lev Misozhnikov, Galina Kucher, Yulian Shvartsbreym y Yu Motorin.

Más obras etiquetadas con rojo peligro están en Alemania, República Checa, Irlanda, Israel, Líbano, India, Austria, Italia, Gran Bretaña, Bélgica, Túnez, Costa de Marfil, Brasil, Australia, Croacia y Sudáfrica.

En el grupo de 'parcialmente demolido' fueron inscritas las oficinas centrales de la Compañía Armstrong Rubber (edificio de los neumáticos Pirelli), obra de Marcel Breuer ubicada en New Haven, Connecticut, en la Unión Americana.

Como salvado 'en parte' aparece el Museo de Arte de Berkeley, de la Universidad de California, alzado entre 1964 y 1970, por Mario Ciampi.

México también está presente en el inventario en línea gracias a seis registros, todos ubicados en la capital del país.

El título de longevidad, fue alzada en los cincuentas (1953-1957), corresponde a la iglesia de la Medalla de la Virgen Milagrosa, de Félix Candela. En la descripción se expone que se trata de “un inmueble en uso, aunque el concreto expuesto está pintado de blanco”.

Otra muestra brutalista es la del Colegio de México de los proyectistas Abraham Zabludovsky Kraveski y Teodoro González de León, inmueble inaugurado en 1974.

Hay entradas con dos obras de Agustín Hernández de mediados de los setenta: su casa-taller en la colonia Bosques de las Lomas y el Heroico Colegio Militar.

El diseño de Joan Sordo Madaleno, José Adolfo Wiechers y José Ignacio de Abiega para el edificio de Palmas 555 también forma parte del catálogo. Se menciona que necesita labores de renovación.

La relación se cierra con el Centro Cultural Universitario de la UNAM trazado por Arcadio Artis y Orso Núñez y ejecutado entre 1976 y 1980.