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Impacto del proteccionismo

Beneficios y perjuicios de las barreras comerciales

El presidente Donald Trump tras firmar la Ley de Expansión Comercial de 1962, otorga la autoridad para fijar barreras a las importaciones de ciertos productos por razones de seguridad nacional. Foto: EFE/Shawn Thew

El presidente Donald Trump tras firmar la Ley de Expansión Comercial de 1962, otorga la autoridad para fijar barreras a las importaciones de ciertos productos por razones de seguridad nacional. Foto: EFE/Shawn Thew

REDACCIÓN S. N.

Los ganadores de este esquema son los fabricantes nacionales, que llevan la ventaja de la localía, y el Estado, que recibe ingresos directos por la vía de los impuestos a lo extranjero.

El proteccionismo es una doctrina económica que protege los productos locales de sus competidores extranjeros. Cumple ese objetivo a través de derechos de aduana y cualquier tipo de restricción a las importaciones.

La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos significa, entre otras cosas, que el mando de la primera potencia mundial está en manos de un partidario de las barreras, un opositor al modelo liberal que su propio país ha promovido en todo el orbe.

Según expertos en economía, inclinarse por un esquema que pone trabas fronterizas a los productos foráneos acarrea a un lugar beneficios relacionados con la independencia económica así como la posibilidad de establecer un desarrollo económico armónico entre las regiones del territorio y las áreas de actividad económica.

Una postura recurrente en estos tiempos sostiene que son evidentes los problemas que acarrea la liberalización, pero las ganancias compensan con creces.

A favor de trabar las entradas se esgrime que permite el fomento de la industrialización y la salvaguarda de industrias estratégicas. Un postulado de ésta doctrina es que ninguna nación puede enriquecerse sin que otra se empobrezca.

En contra se expone que se ofrece a los empresarios locales la oportunidad de acaparar el mercado y subir precios; otro aspecto negativo es que al estimular el consumo de producción nacional los clientes acaben por adquirir cosas que pueden ser de menor calidad que las hechas en otras partes. Los consumidores pagan un precio más alto que el que podría ofrecer la competencia si no se aplicasen cargas tributarias a sus productos. Los aranceles crean un efecto que acaba por perjudicar al consumo

Los ganadores de este esquema son los fabricantes que llevan la ventaja de la localía, y el Estado, que recibe ingresos directos por la vía de los impuestos a lo extranjero.

Los partidarios de la apertura defienden que el comercio sin obstáculos facilita la división internacional del trabajo, agiliza el progreso y eleva la calidad de vida de la población. No obstante, es moneda corriente que una industria nacional se vea afectada porque hay ofertas mejores en el exterior.

PASOS ADELANTE

El incipiente periodo de Trump en la Oficina Oval, si bien se ha caracterizado por la vaguedad y los estallidos del magnate, ya dejó ver pasos concretos en una dirección proteccionista.

Dos de ellos son la salida del tratado comercial con el Pacífico y la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

A pesar de que el programa dado a conocer por Trump no deja dudas sobre sus intenciones de que América vaya primero, los mercados financieros recibieron con calma las primeras medidas del mandatario republicano que también enarboló la frase “compra americano, contrata americano”.

Se teme que el magnate rompa el esquema actual de comercio mundial. Su catálogo de compromisos incluye bajar gravámenes a los exportadores netos e incrementar tasas a los importadores.

Un diagnóstico que manejan diversos expertos es que México quedará peor parado que cualquier economía emergente de Asia si se desata un conflicto en los intercambios de mercancías con Estados Unidos.

Sin embargo, hay estudiosos que ven en el periodo del magnate la oportunidad de desarrollar un modelo que mida el impacto de las políticas aislacionistas. Por el momento, señalan curiosos de esa índole, no se puede anticipar la dimensión de los efectos que se generarán en otros países y áreas geográficas.

Para la Unión Americana, el cumplimiento de la agenda presidencial supondría favorecer el crecimiento nacional. En los planes del empresario metido a la política hay propuestas para una sustancial inversión en infraestructura, mayor control de la inmigración, beneficios para la industria, y una reducción de impuestos.

En la cara opuesta, existe el potencial de provocar conflictos comerciales e incluso frenar el desarrollo de varias zonas. Las empresas norteamericanas, y sus trabajadores, que son líderes indiscutibles en muchos sectores se verían afectadas.

Otros Estados podrían responder con instrumentos dirigidos a limitar la presencia de las marcas de la primera potencia, es decir, responder al arancel ajeno con uno propio, lo que entorpecería las operaciones corporativas de las compañías americanas.

Además, la economía estadounidense tiene un volumen de importaciones mayor al de sus exportaciones, de manera que se generaría una balanza comercial negativa. Los consumidores se verían obligados a adquirir productos importados a costos más altos, lo que reduciría su poder adquisitivo.

SIN DATOS

Las predicciones pues, tienen identificados los efectos pero no las dimensiones. Como se mencionó líneas arriba, hay un problema con la carencia de modelos para predecir los alcances de una postura proteccionista de Estados Unidos en las diversas ramas de la generación de riqueza a nivel global.

Desde hace cuatro décadas se han desarrollado unos estudios denominados 'modelos de equilibrio general aplicado' (MEGA).

Su función es evaluar el impacto sobre la economía de políticas concretas, especialmente las relacionadas con política fiscal. No obstante, no hay certeza acerca de su precisión a la hora de medir el comercio internacional.

Los MEGA no predicen con idoneidad el impacto de una liberalización comercial porque son incapaces de captar el papel que juegan en los intercambios entre naciones los productos con los menores volúmenes de transacciones.

Si predecir los resultados de la apertura comercial es difícil, sacar en claro las consecuencias de la política contraria se presenta como una tarea con dificultad aumentada.

En resumen, ante la falta de datos sobre qué ocurre cuando una soberanía alza barreras comerciales contra otra, hacer un pronóstico es como entrar a una habitación oscura aunque conocida que tiene el interruptor al otro extremo de la planta y empezar a recorrerla en el entendido de que habrá algunos golpes contra unos muebles de sobra conocidos. Para terminar el símil no se sabe ni cuántos golpes serán, ni cuánto dolerán, ni por cuánto tiempo.

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