Arturo Gilio tuvo una destacada trayectoria como matador a nivel nacional.
Homenajeando su carrera como matador de toros, empresario e impulsor de la fiesta brava, el lagunero Arturo Gilio fue la inspiración para la creación del pasodoble "Un cascabel en el ruedo", pieza musical que ayer fue presentada de manera oficial.
Arturo Gilio Handam nació en Torreón el 20 de julio de 1970 y tras debutar como novillero a la edad de 17 años, realizó una notoria carrera que lo llevó a convertirse en matador de toros en 1992, durante el 40 aniversario de la Monumental Plaza de Toros México. Tras torear 230 corridas, cortar 187 orejas, 8 rabos e indultar algunos toros, optó por el sorpresivo retiro el 20 de noviembre de 1999, para posteriormente emprender una carrera como ganadero, empresario, apoderado de matadores e impulsor de la tauromaquia en La Laguna y en diversas ciudades de México.
Ayer, mediante una emotiva conferencia de prensa, los compositores mexicanos Manolo Marroquín y Martín Urieta realizaron la presentación del pasodoble en honor a Gilio, quien se regocijó con tal distinción, estando acompañado por familiares y amigos. Martín Urieta, quien ha alcanzado un lugar privilegiado en la música mexicana por composiciones como "Mujeres Divinas" y "Acá entre nos", fue uno de los encargados de la composición musical de la pieza, al igual que Manolo Marroquín, quien durante décadas ha brillado en la música nacional y es parte de la Asociación de Autores y Compositores de la República Mexicana.
El pasodoble "Un cascabel en el ruedo", letra y música de Manolo Marroquín, dice: "era un cinco de febrero, el cuarenta aniversario de una plaza singular, blanco y oro luce el terno, la figura muy esbelta de un torero sin igual. Huele a triunfo en el ambiente, de un chamaco muy valiente, frente al toro "Genovés". Dos faroles de rodillas, luego un par de banderillas que despiertan la pasión y jugándose la vida, sin mover las zapatillas, con el público a sus pies.
Arturo Gilio, toreando va, en el delirio, la gente está. Con la alegría de un cascabel, cultiva al mundo, nadie como él. Otra página de gloria se escribió para la historia, una tarde en Monterrey, un toro escapa del ruedo, en la calle siembra el miedo y un torero va tras él. Lo embelesa en su muleta y le cuaja una faena, que aún recuerda la afición. Con el rabo y las orejas, lo transportan hasta el ruedo y arrebata una ovación, luego, en su mejor momento, se despide de los ruedos para honrar la profesión".
