Siglo Nuevo

La arquitectura como bálsamo social

Remedio eficaz para ciudades en convulsión

Parque biblioteca España, Colombia. Foto: Sergio Gómez

Parque biblioteca España, Colombia. Foto: Sergio Gómez

HUGO ESTRADA REYES

El parque biblioteca España, el Faro de Oriente y la escuela Pracatum son ejemplos de lugares de encuentro que se convierten en puntos luminosos dentro del mapa de las ciudades americanas más caóticas.

Diferentes ciudades en el mundo han experimentado el desgaste de su tejido social. Padecen violencia, desigualdad y segregación, entre otros aspectos, y lejos de ver una solución próxima, la realidad es que la tarea de instaurar un estado de inclusión y paz es más grande y compleja de lo que se puede pensar.

Sin embargo, se ha tratado de dar respuesta a este tipo de problema a partir de proyectos arquitectónicos, son ideas que van más allá de intervenir una zona urbana, apuntan a concretarse en espacios comunitarios que buscan la unión y convivencia de las personas de un sector específico y que tienen como objetivo dar solución al factor más importante de la arquitectura: el ser humano.

EL PAISAJE COMO PRETEXTO

En la década de los noventa, Colombia tuvo uno de los episodios más complicados de su historia reciente, los acontecimientos en serie trastocaron la paz y tranquilidad de las familias colombianas.

Narcotráfico, guerrilla y una economía frágil hicieron de varias ciudades una zona de guerra, no existía el espacio público donde la gente pudiera sentirse tranquila y segura.

Medellín vivió toda esta problemática. Fue en el período de Sergio Fajardo Valderrama como alcalde (2004-2007) que se buscó una transformación urbana a partir de la dignificación de sitios públicos.

Matemático de profesión, y activista social, la historia de Fajardo (como es popularmente conocido) describe el esfuerzo por recomponer el tejido social de la ciudad.

Puso en práctica un principio básico: para hacer una política diferente era necesario tomar acciones diferentes. Para abrirse paso en medio de ese caos, en palabras del ex alcalde: “tomamos a la arquitectura como la herramienta de transformación social más poderosa”.

Bajo el lema Medellín, del miedo a la esperanza y con más de 10 ambiciosos proyectos como pilares, se ejecutó un plan para mejorar la calidad de vida de la población y de paso reconstruir la imagen urbana.

Uno de los pilares seleccionados fue el parque biblioteca España, ubicado en el barrio de Santo Domingo sobre una zona montañosa. El paisaje preexistente fue el pretexto perfecto para desarrollar el proyecto diseñado por el arquitecto, Giancarlo Mazzanti, nacido en Barranquilla.

Incluso a la distancia es posible distinguir lo peculiar de esta obra: los tres volúmenes que emulan rocas de gran dimensión están construidos en su mayor parte de estructura de acero y recubiertos con laja de color negro con un porcentaje de óxido.

Las fachadas, al ser formas orgánicas, tienen un rol importante. Los edificios van presentando diferentes maneras de percibirlos. La luz natural ayuda a este juego de volúmenes, contribuye a que las fachadas no sean "planas", ni monótonas. Mención aparte merece la cualidad de que se adaptan al paisaje y a la topografía accidentada prevaleciente en Medellín.

El parque biblioteca tiene una explanada que funciona a la manera de un gran balcón con una vista panorámica y privilegiada de la ciudad.

Cada una de estas de rocas habitables posee una función específica: la primera es una biblioteca, la segunda un centro comunitario y la tercera es un recinto cultural.

El conjunto fue planeado en su totalidad como un punto de encuentro para dignificar la zona y sumar un destino atractivo a la relación de espacios públicos que permitan elevar la calidad de vida de los medellinenses.

LUZ QUE GUÍA

Iztapalapa es una de las zonas de la ciudad de México y de todo el país con los índices de desarrollo social más bajos. Sobrepoblación, marginación e inseguridad son cuestiones con las que de forma cotidiana se enfrentan los vecinos de este sector.

A finales de la década de los noventa, el poeta Alejandro Aura, por esos días director de cultura del gobierno de la capital mexicana, propuso combatir la inseguridad a través de la apropiación del espacio público.

El razonamiento era simple: en una zona urbana donde los jóvenes no tienen expectativas en materia educativa y se carece de oportunidades de empleo, es necesaria una infraestructura cultural.

Con el apoyo del arquitecto Alberto Kalach, surgió lo que hoy conocemos como ‘la fábrica de artes y oficios’, Faro de Oriente.

Encallado en una de las orillas de la calzada Ignacio Zaragoza hacia el levante de la ciudad de México, el proyecto se desarrolló en una finca abandonada que era utilizada como basurero. La estructura propuesta por Kalach nos remite a un gran barco de concreto aparente.

El modelo de centro cultural concebido no era el de una escuela de artes, más bien trataba de ser un referente espacial cuyo primer objetivo fuera canalizar a las personas que habitan el sector a un punto de encuentro y diálogo que también ofrece talleres de arte y oficios.

En una superficie aproximada de 25 mil metros cuadrados, la oferta cultural y educativa es diversa. Ahí se reúnen talleres de carpintería, elaboración de vitrales, producción de cortometrajes, periodismo, impresión de serigrafía y grabados, artes escénicas y artes visuales.

Incluso se organizan cursos de lectura, bailes regionales, cultura prehispánica y lenguaje de señas enfocados a un público infantil.

El faro tiene dos espacios para usarlos como escenarios al aire libre con una capacidad para 5 mil personas y un foro más pequeño en el que caben 500 individuos.

Este centro ha sido anfitrión de varios festivales culturales de importancia y su modelo se ha replicado en en diferentes zonas de la ciudad.

Alberto Kalach diseñó el ‘barco’, pero los habitantes de Iztapalapa y tripulantes del navío de concreto se han encargado de apropiarse del edificio; lo han decorado con grafiti que enriquece el aporte arquitectónico original. Este faro irradia una luz en medio de la oscuridad del barrio con mayor arraigo popular de una de las ciudades más caóticas.

LOS MILAGROS EXISTEN

El barrio de Candeal se localiza en la ciudad de San Salvador de Bahía.

El Candeal es una zona de favelas, como suele llamarse a los barrios hacinados y marginados en Brasil. En este sector creció uno de los músicos, compositores y productores más importantes del país sudamericano en la actualidad: Antonio Carlos Santos de Freitas, mejor conocido como Carlinhos Brown.

La historia de Carlinhos Brown demuestra que, con esfuerzo, es posible salir de un entorno hostil. Dedicación y talento hicieron realidad su sueño de convertirse en un personaje influyente en la escena brasileña. Ha colaborado con la élite de músicos brasileños y ha trabajado con referentes de la industria musical alrededor del mundo.

A finales de la década de los noventa, Carlinhos pensó que podía apoyar al barrio de lo vio crecer. Empezó a imaginar que la música podía transformar las míseras condiciones que se congregan en las favelas.

Con la idea de cambiar las armas por instrumentos para producir sonidos agradables, inicia el proyecto de una escuela de música para niños. Así fundó Pracatum, donde las percusiones, las guitarras y demás cuerdas son las herramientas para formar ciudadanos que se alejen de la delincuencia.

A esta base se han adherido complementos como un estudio de grabación, clases de diseño de moda y de idiomas así como una guardería infantil.

Durante el desarrollo de Pracatum se sumaron personalidades como: Bebo Valdés, Caetano Veloso, Gilberto Gil y Marisa Monte.

Un director de cine español, Fernando Trueba, se interesó en realizar un largometraje acerca de este esfuerzo personal de Carlinhos. Así surgió El milagro de Candeal (2004), filme ganador de un premio Goya como mejor documental.

Desde su fundación, Pracatum ha formado a más de 700 profesionales. Esta alternativa llena de ritmo asume la misión de contribuir a la formación y a la obtención de oportunidades de los habitantes en su área de influencia a través de programas de educación y cultura. Una pequeña acción se ha convertido en una gran aportación para mejorar la calidad de vida del pueblo.

La lección de los proyectos colombiano, mexicano y brasileño aquí expuestos es que, si bien se puede tener en contra un panorama desolador, los milagros existen. Solamente hay que diseñarlos bien.

Correo-e: stradahugo@gmail.com

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