En un tweet publicado el lunes pasado @arnemx ofrece una explicación que dice, con contundencia casi excesiva, una sentencia que nos ayuda a entender lo sucedido: "Resumen de la jornada electoral: Ganaron los del grupo Atlacomulco, los Moreira y los Yunes". Y sí, pero no tan rápido.
Según los resultados parciales disponibles en Estado de México la diferencia para Alfredo del Mazo con casi 3 puntos porcentuales ante Delfina Gómez. La otra oposición, Juan Zepeda y Vázquez Mota, sumaba casi la tercera parte de los votos emitidos.
En Coahuila, el PREP arroja una diferencia de 1.5 a 2 % entre Miguel Riquelme y Anaya, pero sin contar casi 16,000 actas, 30 %, por "ilegibles", dice el IEC. Aquí, la oposición atomizada, cinco candidatos, contando al que en la víspera declinó, sumaba casi la cuarta parte que les faltaba a los otros dos.
En Nayarit, Antonio Echavarría García de la coalición PAN PRD ganó a Manuel Humberto Cota Jiménez, por casi 10 puntos.
En conjunto no sabemos lo que está pasando y esperamos la resolución final del cómputo distrital, datos que se considerarían definitivos. Una de las explicaciones que ha destacado, por reiterada, es la sentencia de Augusto Monterroso, aquel célebre cuento más corto: "Cuando despertó, el dinosaurio seguía ahí", ese microrrelato que ha ayudado a explicar no sólo a eso que llamamos el sistema político mexicano, sino a toda esa lógica subrepticia que nos hace funcionar como sociedad hasta en las operaciones más sencillas, prácticas y cotidianas.
Muchos querríamos despertar y ver muerto a ese dinosaurio. Celebramos con anticipación su agotamiento, su caducidad, su fin. Los soñadores de la democracia pensamos que el pueblo ha madurado. Dedicamos, en la víspera de estas elecciones, mucho tiempo y energía para convocar a la gente a votar, convencidos que la participación ciudadana es la única vía para hacer el cambio. Fuimos a votar, siempre convencidos de caminar hacia un mundo mejor, más democrático, más abierto, más plural. Pero oh, sorpresa, nos despertamos al día siguiente y el dinosaurio seguía ahí, había echado a andar, desde hace mucho, todos sus mecanismos para mantenerse con vida. El dinosaurio usó el dispositivo completo que han estado construyendo durante años y con mucho dinero, esa maquinaria que incluye control cuadra por cuadra, manzana por manzana, sección por sección, distrito por distrito.
Pero ni el dinosaurio ni nosotros somos los mismos, el proceso está en marcha. Con todo, hay que proseguir con cautela, se exige una exhaustiva revisión de lo sucedido y un replanteamiento de las estrategias a seguir.
No vendría mal atender las palabras de aquel sabio oriental cuando dice que los hijos del mal son más astutos que los hijos de la luz. La mera buena fe no basta, hace falta, por lo menos, un gramo de espíritu pragmático para ganar. Hemos de incorporar a nuestro actuar más carácter, el adversario dixit. Denise Dresser sintetiza: "La tarea pendiente no es nada más patear al PRI; implica también rediseñar el armazón autoritario que le ha permitido persistir."