Silence, silence. Foto: Marc Figueras
Marc Figueras va más allá de captar individuos encerrados en escenografías metropolitanas, retrata la lejanía de la otredad, identidades que se ignoran en sitios sobradamente públicos, por ejemplo, el exterior de un edificio firmado por Gaudí.
El hiperrealismo es una corriente pictórica cuyo objetivo es forjar una nueva realidad, una muy detallada y minuciosa, a partir de instantes capturados con cámara digital. Su punto de partida son temas urbanos, cosas cotidianas trasladadas al lienzo que, mediante la sensibilidad del artista, se instalan en los terrenos de la estética.
También es llamado realismo fotográfico o realismo radical. Uno de sus mejores exponentes españoles, catalán para mayor precisión, es Marc Figueras.
Nació en Barcelona en 1981. Allí estudió muralismo y vitralismo en la Escola d´Arts i Oficis. En sus primeros años de profesional era pintor abstracto. Luego, se pasó al bando del arte figurativo.
Participó en la construcción y conservación de los vitrales de la catedral de la Sagrada Familia en la capital de Cataluña. En la búsqueda de su numen le dio por recorrer la ciudad, estudió cosas que le llamaban la atención.
Su epifanía reveló que actos tan rutinarios como andar en bicicleta, le ofrecían las opciones de explotar la unión de seres normales con las estructuras velocípedas, esa mezcla de cuerpo humano, prendas, acero, caucho envuelta en una dinámica de matices y potencias.
Pintar al natural es decididamente complicado. Marc sale a circular con su cámara réflex, busca, dispara. Así se asegura un ejemplar siempre estático, siempre disponible. En una mañana, la memoria de su cámara llega a reunir hasta medio millar de imágenes. Si utilizar un par de ellas, esto lo saben los profesionales de la fotografía, el día ha sido bueno. En ocasiones, ninguna sirve.
OBJETIVOS
Un vistazo a la obra de éste pintor barcelonés y se descubre su fijación por mujeres de espaldas a la lente. Según Figueras se trata de algo totalmente intencional, no atrapa las caras sino aquello que permanece oculto, para descubrir ese lado oscuro invita a las personas a extraer conclusiones propias. El 'arte', afirma, es lo que siente el espectador. Toma sus fotos a escondidas, de otro modo sus involuntarios modelos se pondrían a escatimar el movimiento no forzado, la fresca normalidad.
Su ejercicio creativo está influido por Rembrandt y John William Waterhouse. La arquitectura es otro de sus marcos de referencia favoritos; en ese ámbito admira a Lluís Domènech i Muntaner.
Reserva buena parte del día a pintar, pero eso no le impide dedicar algún tiempo al grabado. En el portal Ciclosfera publicaron una entrevista en la que llamó a su actividad diaria una lucha “por vivir del arte”. No le gusta hacer nada por encargo, su ideal es ponerse a trabajar y que, ya terminada la pieza, alguien lo compre.
PROYECCIÓN
El artista catalán ha presentado las exposiciones individuales Multitudes, Petits silencis, Ombres diürnes y Marc Figueras et ses femmes. En octubre pasado concluyó una muestra suya en la galería parisina Prince & Princess.
Nada más reparar en que no se está observando una selección de instantáneas o un dosier de gran tamaño, la mente da el salto de la impresión grata a la formulación de adjetivos elogiosos. Los conceptos se posicionan sin esfuerzo, dos vocablos recurrentes son 'anonimato' y 'meticulosidad'.
Ascending souls. Foto: Marc Figueras
El colorido que suele habitar sus cuadros no es sinónimo de alegría o de tranquilidad. La ausencia de rostros, la carnalidad de sus personajes, la contundente pulcritud de algunos fondos, la inmensidad de otros, los elementos se conjugan para llamar la atención sobre lo ajeno del espacio exterior, insinúan lo que sucede o no acontece más allá de la óptica propia, de los sentidos o los pensamientos individuales.
Marc va más allá de captar individuos encerrados en escenografías metropolitanas, retrata la lejanía de la otredad, identidades que se ignoran en sitios sobradamente públicos, por ejemplo, el exterior de un edificio firmado por Gaudí.
La pintura de este barcelonés inicia en las vialidades, en el trazo urbano como expresión vital, tan rutinaria que hasta parece despojada de cualquier mérito.
Lo extraordinario está en el ojo del que aprecia. A través de sus creaciones conocemos al partidario de los objetivos femeninos. Pueden andar ya sea a pie o en bicicleta, pueden estar sentadas en una banca o quietas y ajenas al entorno gracias al efecto del teléfono móvil.
El realismo radical consigue dejar en claro la fiabilidad de sus recursos; el plus es transportar al testigo hacia ese fragmento de existencia interrumpida para darle continuidad. El espectador decide si lo mantiene sujeto con los ojos, o añade sonidos de urbe, o comparte la sensación de la luz diurna, o agrega un diálogo o todo lo anterior.
IDEA
Otra seña de identidad del barcelonés es la combinación de modernidad y sexualidad. La suya es una lente que evalúa, acierta o falla según las pautas de la mirada masculina. El hecho de privar al espectador de la identidad de las 'modelos improvisadas' ya es invitarlo a proyectarse con el cuerpo, con la mente, con ambos.
Su método y disciplina laboral consiste en ir una obra a la vez. Un cuadro en formato de 80x80 puede reclamar cerca de tres semanas de empeños.
Figueras es muy activo en redes sociales. Acostumbra subir a su cuenta bocetos o videos donde se observa al creador en plena actividad o le da por hacer comparativos entre los avances al momento y las imágenes originales, las captadas con su cámara digital.
Sus frutos hiperrealistas sacan provecho a la vida en su urbana envoltura. Enfocarse a ese aspecto permite detectar que Marc hilvana una narrativa de calles y avenidas.
Las creaciones de los hiperrealistas no lucen diferentes de las fotos en alta resolución, la brecha que separa a unas y otras es marcada por el modo en que el artista consigue, o no, elevar la calidad de la escena, no ceder el control al instante sino cederle el uso de la voz a una nueva realidad.
Observar piezas como Silencio, donde una mujer en velocípedo domina el centro, es atender a los balances del paisaje urbano: a la izquierda se desarrolla un juego de profundidad, en él participan edificios, asfalto y cielo; a la derecha el aspecto fantasmal de la arbolada hace juego con las deprimidas siluetas nubosas.
En Trena, la individualidad es un terreno variopinto. Las características personales se complementan con los accesorios y la vestimenta: el resultado es un sugerente personaje. Todo sobre el montículo de una bicicleta. La figura resplandece en una cotidianidad de seres grises, en un ambiente sólido, color cemento.
Se le reconoce por asombrar y extraer deleite al caer en la cuenta que aquello fue creado pintando. Las mujeres, la recreación de la arquitectura, sus vehículos, le han valido al catalán salir de su lugar natal. Además de Francia, su trabajo ha viajado a la India, Portugal, Suecia, Taiwán y Singapur, así como a Hong Kong.
Al consultar los orígenes de la pintura realista en España se encuentra que sus pioneros forjaron una tradición de ejecutar obras con una precisión exuberante y un complejo compendio de contrastes lumínicos. También se destaca que la irrupción de las tecnologías representa para los artistas hiperrealistas tener a la mano más formas de procurarse ideas y opciones de embarcarse en proyectos complicados.
Marc Figueras se destaca por su labor de síntesis: toma elementos de los pintores tradicionales y de sus precursores inmediatos. Su valor, sin embargo, radica en el discurso, en ese aporte que invita al observador a pensarse en función de los anonimatos, del espejo oscuro y tan abundante como salir a la calle y toparse con los otros.
