En uno de los pasillos del sanatorio San José, hay un facsímil de la pintura del artista Lee Teter con una imagen conmovedora y triste: un veterano sobreviviente de la guerra de Vietnam apoya la palma de la mano derecha en un muro etéreo y el rostro contraído sobre su pecho tratando de contener el llanto provocado por el recuerdo de sus compañeros caídos en combate.
Detrás de la pared transparente, las figuras espirituales de sus camaradas vestidos con el uniforme camuflado, armas en reposo y los cascos sueltos en su cabeza, del mismo modo lo miran consternados y uno de ellos extiende la mano derecha para empalmarla con la del exsoldado ahora vestido de civil y un maletín en el suelo, compartiendo con él esa pesadumbre.
El artista plástico plasma fielmente los rostros desolados de los militares incorpóreos y el gesto de profundo dolor del veterano que consiguió salir con vida en una guerra injusta, incomprensible, cruel, sangrienta y deshumanizada que duró veinte años -de 1955 a 1975- y cobró la vida de más de cinco millones de combatientes y dos millones de civiles vietnamitas, camboyanos y laosianos. Las bajas de EU un principio, sumaban 58 mil y de miles los heridos hasta la conclusión de la contienda con el retiro de las derrotadas tropas estadounidenses.
La pared translúcida es un monumento dedicado a los marines que murieron en las selvas vietnamitas abatidos por el fuego enemigo o enfermedades como la malaria, la parasitosis, las bombas arrojadas indiscriminadamente, las minas bajo tierra y las complejas trampas letales que no alcanzaban a detectar oportunamente. Cientos de combatientes, quizá miles, sufrieron amputaciones, traumas sicológicos y drogadicción, a tal grado que a su regreso a EU no pudieron adaptarse a la vida familiar.
Más de diez placas con los nombres de los caídos en una conflagración sin sentido exhibe el monumento ilustrado por el pintor; sobre ellas se reclina el veterano atormentado y una ofrenda floral al pie de una de las listas fúnebres empotradas en la barda y el propio marine en el retiro vuelven a la realidad el mausoleo que seguramente existe en alguna población distintiva de la Unión Americana.
En esos veinte años, los aviones norteamericanos descargaron sobre el Viet Cong 6 millones 700 mil toneladas de bombas, la napalm, por ejemplo, que abrasaba a las víctimas y con vuelos rasantes los militares rociaban herbicida en las selvas para obligar a los francotiradores a salir de sus escondites.
Hay una fotografía histórica de unos niños vietnamitas escapando despavoridos al terror bélico; destaca la imagen estrujante de un menor que corre desnudo porque las bombas incendiarias chamuscaron su ropa y las llamas se extendieron a su frágil cuerpo. La gráfica dio la vuelta al mundo como testimonio irrefutable de la crueldad ejercida por las fuerzas invasoras.
La poderosa milicia bélica de los gringos llegó a Vietnam del Sur con el propósito inicial de adiestrar y capacitar en el manejo de helicópteros y armamento al ejército saigonés en su lucha contra los guerrilleros del Vietcong (Vietnam del Norte), empeñados en instaurar un gobierno comunista en el país asiático, previa unión de los dos Vietnam, a lo cual se oponían los Estados Unidos, pero muy pronto sus fuerzas se vieron involucradas en el cruento horror de una larga y encarnizada batalla que les costó la vida a millones de personas entre militares y civiles, mujeres, niños y ancianos.
Vietnam del Sur carecía de la fuerza necesaria para frenar a los separatistas de Vietnam del Norte a quien apoyaban Rusia y China y a partir de 1955 las tropas de EU entraron a combate en las selvas y cerros estratégicos del extenso y escabroso territorio de los rebeldes emboscados y de sus propias tropas en una abierta pugna con las survietnamitas.
Akihiko Okamura, periodista japonés, fotógrafo y corresponsal de guerra de la revista Life, privado de su libertad por más de cincuenta días, calificó a la guerra de "horrible, irracional y extraña" y los enviados de la misma revista en diferentes fechas y años, relataron que tuvieron que moverse en una selva hedionda de lodo y plagada de parásitos, todo un "infierno verde" con una zona neutral invadida por el enemigo. "Una guerra de locos, y una tierra de nadie deshecha, confusa y detestable", subrayaron en sus envíos los temerarios y sufridos reporteros.
Otro dato interesante divulgado por los historiadores, es que los guerrilleros del Vietcong empeñados en instalar un gobierno comunista en aquel país, manejaban los rifles de alto poder AK-47, capaces de disparar 650 veces por minuto con un alcance de 600 a 800 metros, mientras que los soldados norteamericanos usaban los M16 que frecuentemente se atascaban y explotaban causando heridas a sus portadores
Los narradores subrayan que "EU trató de evitar la unificación de los dos Vietnam en un único gobierno de coalición entre nacionalistas, comunistas y neutrales, lo cual generó para el país americano acusaciones de "imponer una sucesión de dictaduras violentas, corruptas e ineficientes. Por eso es que Vietnam del Norte se levantó en armas".
Los norteamericanos emplearon todo el poderío bélico del que disponían para doblegar a los levantados, pero fracasaron a pesar de los bombardeos masivos, las armas químicas y sus tanques anfibios en una larga e interminable confrontación en la cual los abusos a los Derechos Humanos fueron una práctica común por parte de los beligerantes.
Tanques, cañones, helicópteros armados, transporte blindado, artillería, soldados adiestrados enviaron los Estados Unidos para doblegar a los adversarios, un poderío que fue contenido exitosamente por los vietnamitas del Vietcong.
En 1967 EU suspendió hasta en seis ocasiones el bombardeo en un frustrado intento para sentar a Vietnam del Norte a la mesa de negociaciones por la paz, pero fracasó. No hubo respuesta del país comunista.
A cincuenta años de distancia del desastroso conflicto vietnamés, los líderes de Corea del Norte y EU, Kimg Jon y Donald Trump, ignoran o parecen haber olvidado la barbarie fatal y destructiva del conflicto asiático-estadounidense, de las pasadas guerras, sus alcances y consecuencias, y siguen metidos en una guerra verbal de provocaciones y amenazas mutuas que ponen a las dos naciones al borde de una guerra nuclear que arrasaría con una gran parte de la humanidad y desestabilizaría al planeta. Japón y Corea del Sur están aterrorizados ante la posibilidad de que estalle una guerra nuclear en los mares del Pacífico.
Pyongyang (Vietnam del Norte) tiene dispuestos sus bombas H y proyectiles transcontinentales y realiza pruebas nucleares para caerle a Washington; por su parte EU realiza un despliegue furtivo en la región y sus mares con sus bombarderos B-2, B-I, F-22 y submarinos artillados y Japón, por su parte, realiza simulacros de fuego vivo, por lo cual sería muy bueno que los rijosos, incluyendo a China y Rusia por aquel lado, y Japón y Corea del Sur por éste, leyeran el texto aquí presente para que recapaciten y se tranquilicen.
A propósito de Trump, reputados siquiatras de EU concluyeron en un estudio que el líder de la nación más poderosa del mundo, es el "más peligroso del mundo, un narcisista, sociópata, impulsivo, inmaduro e incompetente" por lo cual es válida la sospecha de que en un momento de extravío extremo, oprima el llamado "botón rojo". Tampoco se duda que Kimg nun tenga una personalidad parecida.
Por lo tanto, la Organización de las Naciones Unidas y los llamados países neutrales están obligados a intervenir para pacificarlos, pues para ellos tampoco habría un nuevo amanecer. Trump y Kimg un tampoco pueden sentirse a salvo, pues corren el riesgo de volatilizarse en azufre e hidrógeno e irse al más allá o al más abajo, pero a ellos nadie los lloraría, ni habría flores y monumentos a su memoria…
(Fuentes: Revista Life, Historia Universal, Diego Fernández de Ceballos e internet)