Siglo Nuevo

Lápidas con historia ancestral

Restos mexicanos en la Unión Americana

Foto: Archivo Siglo Nuevo

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REDACCIÓN S. N.

Sus viejas cruces de madera están adornadas con flores de papel. Este camposanto se erige como un custodio de la historia, en él yacen indígenas mexicanos yaquis, los primeros en asentarse en Arizona hace más de un siglo. Hoy, se ha convertido en un sitio de paso obligado para quienes visitan ese estado de la Unión Americana.

Todavía hoy se realizan inhumaciones en este pequeño panteón ubicado en el corazón de un barrio de la ciudad de Tempe, en el condado Maricopa. Sin embargo, en sus terrenos sólo se reciben los restos de quienes quienes en vida pertenecieron a esa etnia o estuvieron relacionadas con el poblado de Guadalupe. Su esfuerzo fue respaldado por la Iglesia católica y los yaquis originarios de Sonora recibieron una demarcación en Arizona en 1910, año en que inició la Revolución mexicana.

No obstante, debido a una disputa territorial tuvieron que dejar el lugar e instalarse a una milla y media. Allí fundaron, en 1914, un poblado que hoy día cuenta unos 6 mil 500 habitantes. Movilizaron familias y pertenencias, empezaron de nuevo. Empero, tuvieron que dejar a sus muertos.

"Este cementerio es muy importante, representa la historia de los yaquis. Guadalupe es el único pueblo de los Estados Unidos donde existe un grupo de indígenas que emigraron y se quedaron con territorio e historia", indicó durante una entrevista a la agencia Efe Carlos Valencia, quien trabaja para el Departamento de Educación de la etnia Pascua Yaqui.

De acuerdo con la publicación Guadalupe's Buried Past realizada en 1994 por la Universidad Estatal de Arizona (ASU), a partir de 1890 empezaron a depositar restos en el lugar donde se erige el camposanto.

"Necesitas tener una historia relacionada con Guadalupe para poder ser enterrado en ese cementerio ya que el espacio está muy limitado. Los Martínez están enterrados al oeste", dijo Valencia para explicar la manera en que se distribuyen las tumbas.

Apenas una valla separa el sitio de eterno descanso de las modernas casas de Tempe, no existe sino el contraste entre las construcciones aledañas y la imagen con cruces de madera sobre montículos de tierra o lápidas de granito gris que portan objetos personales de los fallecidos.

Algunas sepulturas, las menos, están a la sombra de los mezquites. El viento hace ondear banderas de Estados Unidos y México sobre un fondo de murales con imágenes de la Virgen de Guadalupe o de la Catrina, el símbolo del Día de Muertos.

Leonor Loreto tiene enterrada en esa pequeña franja de tierra a toda su familia. "Aquí están mis padres, abuelos, tíos y dos hijos, tengo ocho familiares enterrados aquí, vengo a verlos todos los años", compartió. En este poblado, los legados perviven.

"El Día de Muertos se celebra con mucha tradición, vienen y prenden velas, cantan, bailan la danza del venado, traen comida", relata Severiano González, nativo de Guadalupe.

Félix Armamea pertenece a la tercera generación de yaquis asentados en este pedazo de la Unión Americana. Desde hace 25 años trabaja como voluntario en el cementerio. "Ahorita venimos a hacer los huecos porque se murieron tres personas en un accidente. Cada que se entierra a alguien, venimos a ayudar", explicó.

Bajo los rayos del sol algunas personas ayudan a los deudos de los fallecidos a cavar la fosa. Aunque muchos de los descendientes de los indígenas sonorenses desconocen su historia y han ido perdiendo su lengua nativa, se sienten orgullosos de sus raíces.

"Somos de los primeros que llegamos aquí, no nos sentimos desplazados, más bien nos sentimos orgullosos", narra Armamea.

Valencia, por su parte, defiende la importancia de conservar la historia y las tradiciones de su tribu, por eso trabaja incansablemente para que su cultura no se olvide.

"Muchos de los yaquis que vinieron a este país han ido olvidando su historia, se ha perdido la lengua, ya son cinco generaciones que prevalecen en Guadalupe, desde que salieron huyendo del régimen de Porfirio Díaz (1884-1911)", indica.

"La nueva generación se tiene que movilizar para sacar la historia de las familias, porque cuando se vayan los mayores, su historia se irá con ellos", concluye.

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